por Olga Rojas
Podríamos decir que la década de los sesenta y setenta fueron bastante convulsivas: luchas, golpes de Estado, revoluciones, etc. Pero, más allá de las generalidades, no podemos entender esas décadas sin decir que el ordenamiento del mundo tiene relación con las consecuencias de la 2° Guerra Mundial, finalizada en 1945.
Al final del conflicto, las potencias vencedoras (los “Aliados”) firman los Acuerdos de Yalta y Potsdam. Conocida es la foto de Stalin (URSS) junto a Churchill (Reino Unido) y Roosevelt (EEUU). En estos acuerdos se dividen zonas de influencia y Stalin acepta que, luego de la derrota del nazismo, Europa occidental permaneciera capitalista y que la URSS mantuviera su zona de influencia en Europa oriental.
Estos acuerdos no frenaron la euforia de las masas que vieron caer al nazifascismo tras la segunda guerra mundial: la reacción frente a la derrota de la Alemania nazi y a la miseria de la mayoría de los países europeos terminada la guerra desató una ola revolucionaria.1 En Francia e Italia las únicas fuerzas armadas existentes eran las de la resistencia, maquís2 y partisanos, en donde los PC’s tenían un gran peso. Estuvo planteada la toma del poder, pero Stalin dio la orden de entregar las armas y encarar la reconstrucción burguesa. En Grecia, la monarquía había huido y con el ejército de ocupación derrotado, la resistencia encabezada por el PC desarrolló la lucha por el poder. Fueron masacrados por el ejército inglés, con el Ejercito Rojo contemplando desde la frontera. Al este, la combinación de las revoluciones yugoslava y china resultó en la expropiación de la burguesía, lo que abarcó a un tercio de la humanidad.
Evidentemente, hubo un primer momento de auge de los PC’s, conseguido tras el triunfo en la segunda guerra mundial: el Ejército Rojo, al derrotar el intento de invasión nazi a la URSS, quedó muy bien posicionado.3 Pero luego el prestigio de Stalin empezó a venirse abajo. Un momento importante fue en 1956, 3 años después de la muerte de Stalin, y debido al vigésimo Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, pues ahí, Nikita Khrushchev entregó un informe secreto al Congreso, revelando la masacre cometida por Stalin contra millones de campesinos, trabajadores y revolucionarios que se oponían a su gobierno. Para esto Stalin había creado el concepto de “enemigos del pueblo”. Se calcula que más de un 70% de los dirigentes del partido bolchevique que habían hecho la revolución fueron fusilados. Sin embargo, Khrushchev no hizo esta denuncia para cambiar totalmente la política estalinista. Se condenó la represión y persecución, pero el mismo informe respaldó las teorías de Stalin: el principio de la “coexistencia pacífica con el imperialismo”. Sentenciaba: “El socialismo no necesita «exportar la revolución» ni recurrir a la guerra para triunfar.”4 El Congreso centró la atención en el problema del paso pacífico al socialismo.
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1 Ver https://litci.org/es/75-anos-del-fin-de-la-segunda-guerra-y-la-ola-revolucionaria-de-posguerra/
2 Grupos de la resistencia francesa a la ocupación nazi.
3 A pesar del prestigio de la URSS y de Stalin en el post-guerra, el PC soviético y la III Internacional habían sufrido un fuerte “sismo” antes de la guerra, cuando Stalin y Hitler firmaron el Acuerdo de Ribbentrop-Molotov (nombre de los respectivos ministros que lo firmaron), que dividía a Polonia entre Alemania y URSS. La parte secreta del pacto trataba de una asociación comercial, donde la URSS proveería a la Alemania nazi millones de toneladas de granos venidos de Ucrania (en ese entonces parte de la Unión Soviética). Hitler fue quien rompió el pacto, invadiendo a la URSS y tomando a Stalin por sorpresa.
4Informe Secreto al XX Congreso del PCUS. Nikita Khrushchev, 25 de febrero de 1956. Ver [https://www.marxists.org/espanol/khrushchev/1956/febrero25.htm