El 28 de septiembre en muchos países se reivindica el Día Internacional por la Despenalización y Legalización del Aborto. En esta jornada de lucha, las mujeres exigimos el acceso a la interrupción del embarazo en centros médicos, de manera legal, segura y gratuita, con el fin de proteger nuestras vidas.
Este año la situación de la pandemia en el mundo, la crisis económica, el colapso de todos los sistemas de salud, y la gestión de los gobiernos dentro de la pandemia del coronavirus, mostraron ser incapaces de dar una respuesta a la salud de la población mundial, demostrando que el sistema capitalista es incapaz de garantizar la vida de la humanidad. Bajo este contexto, se observó un gran aumento en la violencia doméstica dentro de la cuarentena que confinó a miles de mujeres y niñas junto a sus agresores. Además las violaciones dentro de relaciones sexo afectivas es una de las manifestaciones de violencia de género (una de la que poco se habla); violencia que en este confinamiento probablemente ha significado un aumento en los embarazos no deseados. Por lo tanto, la necesidad de interrumpir un embarazo no deseado no ha cesado con el coronavirus, muy por el contrario ha ido en aumento.
Esta decisión personal e íntima que solo corresponde a la mujer está mediada muchas veces por condiciones sociales y económicas, siendo crucial que el aborto sea legal en todas sus causales, pues es un derecho tan necesario para salvar la vida de muchas mujeres, niñas adolescentes y personas gestantes, aún en tiempos de pandemia este derecho debe ser conquistado.
Recordemos que en Chile luego de mucha lucha se consiguió en 2017 revertir un poco la legislación que criminalizaba el aborto desde 1990, cuando estaba terminando la dictadura de Pinochet. La limitada legislación permite (hace 3 años) abortar sólo en tres causales (peligro de vida de la madre, inviabilidad fetal y violación) sin embargo, aunque ha sido promulgada por una presidenta, Bachelet, la norma permite la objeción de conciencia del personal sanitario.
Un estudio reciente confirmó que el 51% de los médicos obstetras del sistema público de salud se declara objetor de conciencia, y que quienes reciben a las mujeres “no les creen”, negándose a atenderlas. Se estima que el 10% de las violaciones puede terminar en un embarazo y entre 2010 y 2018 hubo 174.000 denuncias, pero desde la promulgación en 2017 hasta finales de 2019 sólo 150 mujeres han abortado por esta causal. Eso muestra claramente que ese limitado derecho no se está garantizando ni siquiera para quienes cumplen con una de las causales. En lo concreto esto significa que existe una gran cantidad de mujeres que, con o sin causal, no pueden tener acceso a un aborto seguro. Primeramente porque la ley excluye a gran parte de las personas que requieren practicarse un aborto, y en segundo lugar pues muchos médicos tienen la libertad de declararse objetores y negarse a ejercer (excepto cuando esto les signifique un lucrativo negocio en alguna clínica privada donde pueden pasarlos por otras afecciones).
Conquistar la legalización del aborto con la lucha
El estado es hipócrita, pues impone a la mujer la maternidad bajo la excusa de defender la vida y la infancia, pero no se hace responsable de garantizar derechos sociales a los niños, condenándolos a condiciones de pobreza o los desecha en el Sename. Mientras, aquellas que si tuvieron acceso al aborto mediante el mercado negro o en algún establecimiento precario ponen en riesgo sus vidas y su libertad, exponiéndose a ser estafadas, a sufrir abortos incompletos, a infecciones e incluso a la muerte. Es por esto que la lucha por la vida de las mujeres sigue. La pelea está en las calles, sin confianza alguna en los parlamentarios o los gobiernos. Pero lejos de ser una lucha sólo nuestra, debe ser apoyada por el conjunto de la clase trabajadora, con sus organizaciones en las calles.
Bajo el capitalismo, no está garantizado el derecho de las mujeres a ejercer una maternidad de forma digna, esto en muchos casos es lo que las obliga a recurrir al aborto, incluso en contra de sus propias convicciones ideológicas y religiosas. Así como la ilegalidad del aborto obliga a la maternidad a aquellas mujeres que no tienen el deseo de ser madres.
Por otra parte, se niega el derecho a una educación sexual y anticonceptivos gratuitos, además de negar o restringir la posibilidad de practicarse un aborto seguro; ya sea por penalización en la legislación o por trabas y recortes en los sistemas de salud promovidos por los gobiernos a servicio de la burguesía.
La lucha por la despenalización y legalización del aborto es una lucha de toda la clase trabajadora, hombres y mujeres. Este 28 de septiembre tenemos que recordar a todas las mujeres que han sufrido y muerto por causa de los abortos clandestinos, pero además organizar la lucha para que el derecho al aborto sea garantizado por ley.
Lo que abrió el 18 de octubre lo demuestra: Niños, niñas y adolescentes del SENAME participaron activamente de las barricadas, la primera línea y las manifestaciones. Y fueron millones de mujeres que el 25 de noviembre y el 8 de marzo salieron a manifestarse. Un sistema que lleva décadas de colapso cada vez mas putrefacto ya no puede ser salvado por reformas superficiales y medidas parche. Debemos avanzar mucho mas allá. Conquistar el derecho al aborto, lograr que el Estado sea garante de la crianza de los niños y niñas. Entregar todas las herramientas para que la decisión de la maternidad sea libre y deseada.
Es por esto que exigimos:
El estado debe garantizar una salud preventiva y no punitiva, por lo que las políticas del estado deben enfocarse en la promoción, prevención e intervención; siendo primordial el acceso a una educación sexual científica y laica que incluya métodos anticonceptivos modernos y gratuitos para la población. Estos deben también estar destinados a la población masculina, pues actualmente es a nosotras a quienes se nos delega exclusivamente la responsabilidad reproductiva.
Por el derecho a decidir sobre nuestros propios cuerpos: ¡Sólo nosotras tenemos derecho a decidir la maternidad! Ejercicio pleno de la autonomía de nuestros cuerpos. Que la maternidad sea una elección libre y deseada, pues la sociedad capitalista maneja nuestros úteros como reproducción de la fuerza de trabajo, al ritmo de la ganancia de los empresarios.
Por la inmediata despenalización del aborto, sin causales, para garantizar la seguridad física, psicológica y legal de la persona gestante. No más muertes ni cárcel por abortar!
Pero sabemos que cualquier derecho que conquistemos bajo este sistema capitalista no será definitivo. Porque sabemos que el parlamento no nos representa, que sólo ceden migajas cuando temen que se les de vuelta la tortilla, pero en cuanto se les presenta la oportunidad nos quitan nuevamente eso poco que tenemos. Por eso luchar por el aborto libre es una de las tareas que tenemos que llevar a cabo, pero no la única. Porque para garantizar que este derecho no nos lo quite nadie debemos tomarnos el poder y no dejarlo a manos de parlamentarios que solo defienden a sus grupos económicos. ¡La lucha continúa!