por Olga Rojas y Cristóbal Badilla
Desde el MIT hemos sacado artículos ya para sistematizar por qué Jara no es una fiel representante de los trabajadores, muchos votarán en ella sabiendo eso, entonces quizás una nueva conversación debe responder a la pregunta: ¿Cómo enfrentar a posibles Kast-Káiser y a la ultraderecha?, esto en un contexto en el que las dos derechas, la histórica y la extrema, quedan más fuertes en el parlamento que la izquierda, pero sin lograr las mayorías necesarias para alcanzar los más altos quórum.
- La ultraderecha, un fenómeno internacional
En varios países que tienen un sistema democrático burgués, es decir -entre otras cosas- se cambian los gobiernos tras elecciones, se da un intercambio entre “izquierda” y derecha. Los votos en general son “voto castigo” a la gestión anterior. Otro rasgo común, es que cuando hay rebeliones, fuertes movilizaciones o estallidos revolucionarios, los gobiernos electos posterior a ese proceso se plantean como más “progresivos”, pues vienen a canalizar todas las ganas de cambio de las y los trabajadores.
Es así, que tras la crisis económica de 2007-2008 en Europa hubo grandes protestas, de ahí surgieron nuevos partidos “progresistas” con gran peso que incluso llegaron a ser gobierno, como Syriza en Grecia, o que fueron parte de una coalición gubernamental como Podemos en España. En Latinoamérica, luego de las luchas de inicios de los años 2000, vinieron gobiernos como de Lula del PT en Brasil, Evo Morales en Bolivia, Petro en Colombia, etc. En Chile tenemos dos ejemplos claros: Allende que fue electo presidente tras un proceso revolucionario marcado en los años 60´s; y Gabriel Boric-PC, siendo primera vez que el Frente Amplio y el PC están juntos a la cabeza de un gobierno, tras el estallido revolucionario del 2019.
Sin embargo, ninguno de estos gobiernos “progresivos” cumplió con los cambios que prometió (Syriza se comprometió a hacer un referéndum para ver si el país se sometía a la política económica de la troika, la población votó NO y su gobierno desconoció ese resultado). Al contrario, la situación fue empeorando, pues la economía siguió funcionando al servicio de los grandes empresarios, lo que fue generando un descontento en la población, y un sector desesperado queriendo cambios radicales inmediatos, fue siendo captado por el discurso radical de la ultraderecha. Así en Grecia, si bien Amanecer Dorado (grupo de ultraderecha) fue ilegalizado, hoy son 3 partidos los que ocupan ese espacio: Solución Griega (EL), Espartanos, y Niki (Movimiento Patriótico Democrático). En España está la organización ultraderechista Vox, aunque ya algo desgastada. En Brasil, después de Lula se pasó de Dilma (PT), luego a Temer (por un impeachment a Dilma), y luego Bolsonaro ganó las elecciones, y finalmente hoy vuelve a ser presidente Lula. Este ejemplo de Brasil es muy ilustrativo, pues tanto Lula como Bolsonaro han estado involucrados en procesos judiciales con alta desaprobación, ahora Bolsonaro está condenado, y Lula que antes estaba ultra desprestigiado por corrupción, vuelve a ascender, ¿por qué? porque no hay otra alternativa, porque el progresismo traidor va renovándose para ser lo mismo. En Bolivia, ahora es Presidente Rodrigo Paz, quien, si bien no es ultraderechista, ganó las elecciones con el lema “Capitalismo para todos”. A su vez también surgieron opciones ultraderechistas como Milei en Argentina y Trump en EEUU. Y en Chile, se fortalecen sectores de la ultraderecha como el surgimiento del partido de Káiser, o el Partido Republicano de Kast (los republicanos solo son la continuidad de la UDI, la cual según ellos “fue abandonando los valores”).
- ¿Qué pasa con la población de estos países, es que son todos bipolares o repentinamente «fachos»?
Es cierto que lo que en general reina es una conciencia conservadora, a veces individualista, pero esto es lo más lógico si asumimos que estamos empapados de propaganda capitalista, meritocrática, del sálvese quien pueda, de la competitividad, etc. Por tanto, quienes montan los programas de televisión, quienes generan los planes de estudio en las escuelas y quienes tienen los medios de prensa, son capitalistas, empresarios que usan cualquier método para difundir su ideología y así ganar conciencias. Las Iglesias también hacen un trabajo ideológico, la evangélica venera al Estado de Israel, asesino de palestinos, y dio alas a la ultraderecha de Bolsonaro en Brasil y de Kast en Chile (el partido republicano de Kast concentró el 36,1% de los apoyos de evangélicos, frente a tan solo un 15,7% de Matthei). Recordemos que Kast fue presidente de Political Network for Values (2022-2024), una red internacional ultra-conservadora que dentro de sus “valores” contiene varios religiosos.
Hoy Kast dice que la ideología le ha hecho mal al país, y por su parte Jara dice que no se siente “comunista”. Ambos reniegan de la ideología, pero lo que no dicen es que día a día los medios de comunicación y los lugares de trabajo reproducen una ideología: la capitalista. Sin embargo, por más ideología que nos metan, la realidad destructiva del capitalismo obliga a que tengamos que luchar por defender nuestros derechos. En esas luchas volvemos a vernos como colectivo, como humanidad, y en ese momento es donde se abre una disputa de conciencia, una disputa ideológica, el conservadurismo se rompe, se exigen cambios radicales. En Chile el parlamento llegó a tener 2% de aprobación, la gente pedía que se fuera Piñera, en la primera Convención Constitucional salieron varios “independientes” que venían de las protestas. Pero cuando las masas lucharon, entregaron todo lo que podían (algunos sus ojos, otros su libertad, y otros su vida) y ven que no hay cambios significativos con el nuevo gobierno de Boric-PC ni con la Convención, empezó a frustrarse, ganó la decepción, la apatía, la desorientación, y eso es caldo de cultivo que deja el camino abierto para que las ideas más reaccionarias vayan tomando peso. Al vivir las peores condiciones de vida, la miseria, un sector de la población sigue queriendo cambios radicales, pero ya va siendo captada no por quienes prometieron cambios y no cumplieron, sino por los que traen la “mano dura”, los que vienen a “poner orden”, y nuevamente se abre un momento de voto castigo contra quienes no cumplieron. Por eso, si bien Jara fue una de las que superó la primera vuelta, solo obtuvo un 26,7%, cifra por debajo de las expectativas que generaba su gestión como ministra del Trabajo e incluso por debajo del 38% que respaldó la propuesta constitucional de 2022.
Varios analistas consideran que es simplista pensar que los votantes latinoamericanos se han vuelto más conservadores, pues la evidencia empírica muestra lo contrario: Juan Pardo, director de Feedback y expresidente de la Asociación de Investigadores de Mercado y Opinión Pública (AIM Chile), tiene más de veinticinco años de experiencia realizando estudios de opinión, en su análisis indicó que, “si bien en Chile hay una disminución de la confianza en las instituciones y un incremento de las personas que creen que un gobierno autoritario tiene más herramientas que uno no autoritario para controlar el fenómeno de la delincuencia y la inseguridad, existen ciertos consensos mayoritarios respecto de los derechos de las mujeres y de las disidencias sexuales”. Luego agrega: “Hoy la mayoría de las personas no se cuestiona el tema del aborto en tres causales. Donde sí hay disenso, con opiniones divididas casi mitad y mitad, es cuando se habla de la posibilidad del aborto en cualquier circunstancia”.
Un caso ejemplar de esos fuertes cambios de consciencia en marco de fuertes crisis económicas y procesos revolucionarios fue el de Alemania. En efecto, León Trotsky, dirigente de la revolución rusa de 1917, explicaba así el ascenso del nazismo: “Podemos anunciarlo como una ley histórica: el fascismo pudo triunfar sólo en aquellos países donde los partidos obreros conservadores impidieron al proletariado utilizar la situación revolucionaria para tomar el poder. En Alemania hubo dos situaciones revolucionarias: 1918-1919 y 1923-1924. Incluso en 1929 era posible aún una lucha directa por el poder por parte del proletariado. En los tres casos la socialdemocracia y la Comintern desbarataron criminalmente la conquista del poder y colocaron por lo tanto a la sociedad en un impasse. Sólo en estas condiciones y en esta situación resultaron posibles el tormentoso ascenso del fascismo y su conquista del poder.”
Entonces no es que la gente sea bipolar o “facha”. Simplemente votan a partir de la experiencia que viven con los gobiernos, muy pocos leen los programas. La conciencia es cambiante según las experiencias, y mientras menos acceso a la educación histórica y revolucionaria, más dispersa y ganada a la ideología capitalista es.
- ¿La ultraderecha es una amenaza a la democracia?
Hay muchos comunicados contra la ultraderecha porque ésta vendría a acabar con la “democracia”, la Coordinadora feminista 8M lanzó uno. Es la campaña de “todos contra el fascismo”. Algunos indican que “hoy la democracia muere en cámara lenta, no es que quiebre la institucionalidad de la noche a la mañana”. Es que este análisis viene de un discurso internacional, hace poco Bolsonaro fue condenado en Brasil por haber “intentado un golpe de Estado”, tras la condena Lula resaltó que “este país demostró que está maduro para ejercer la democracia en su más alta plenitud”, por la misma fecha la policía militar de Brasil asesinó a cientos de jóvenes en las favelas de Río de Janeiro bajo el lema de querer barrer la banda criminal “Comando Vermelho”. Esos jóvenes crecieron entre la miseria y pobreza, no fueron sujetos a investigación, no hubo juicios, ni siquiera se averiguó si eran de la banda…solo fueron asesinados. Entonces ¿de cuál democracia me habla?
Es cierto que la democracia de los ricos es cada vez menos democrática, pero para los trabajadores. Y de esto no es solo responsable la derecha, sino también la izquierda oficialista. El gobierno de Gabriel Boric ha tomado muchas medidas represivas que ni Piñera se atrevió a adoptar: Ley Nain Retamal, o ley gatillo fácil, que da libertad a los policías para asesinar sin tener temor a ser juzgados; Ley de usurpación o ley antitomas, que puede llevar a encarcelar a dirigentes de las tomas; Ley antibarricadas, que impulsa el temor en las huelgas, pues quien haga barricadas puede llegar a ser encarcelado; Ley de infraestructura crítica, que militariza zonas claves de la producción para reprimir posibles huelgas; militarización y Estado de Excepción permanente de la Araucanía.
En nuestros lugares de trabajo, se siente el legítimo temor a Kast expresando en opiniones como que “no quería a Kast, porque no aceptaría que ningún dirigente sindical como él fuese llevado a la cárcel solo por luchar”, pero y es que ¿acaso no fue Boric quien encarceló a dirigentes mapuche como Llaitul, por quien hoy exigen unos 100 años de prisión?, ¿No es Boric y Jara quienes se niegan a dar la libertad a presos políticos como el “comandante Ramiro”? Sí, es cierto que con Kast se pueden venir muchos ataques a los derechos democráticos y a las libertades, pero esto no será solo con Kast, ¿qué nos hace pensar que Jara no reprimirá como lo ha hecho Boric? Con Kast el discurso es más directo y puede ser peor, pero no podemos maquillar la realidad: esta democracia de los ricos cada vez es más estrecha para los trabajadores, gobierne quien gobierne.
Se habla de fascismo, ya vimos que, pese a las ideas retrógradas de Bolsonaro, Trump y Milei, no es que exista fascismo (bandas paramilitares organizadas desde la base con el fin de asesinar a luchadores), una cosa son las ideas que tienen, otra cosa es lo que los dueños del mundo, los empresarios, necesitan: estabilidad para seguir explotándonos. Además, estos personajes de ultraderecha se destacan por declaraciones explosivas y comportamientos poco protocolares, mientras que Kast tiene un tono más sereno y apegado a las instituciones, lo ha dejado siempre claro, al ser derrotado por Gabriel Boric en las urnas, aceptó los resultados y felicitó a su oponente. Estratégicamente, Kast en esta campaña ha esquivado los asuntos de libertades individuales o su defensa al legado de la dictadura de Augusto Pinochet, que se leyeron como una de las razones de su derrota ante el izquierdista Gabriel Boric en el balotaje de las elecciones anteriores. Su discurso se basó de manera casi inamovible en seguridad, control migratorio y economía.
En su programa Kast es claro: “el verdadero progreso se logra cuando, pese a las diferencias, ponemos nuestro esfuerzo en construir buenos acuerdos para Chile”. Ya en varias ocasiones le han preguntado por el derecho al aborto y las 40 hrs si los eliminará, y él responde que él orientará, pero quien resuelve es el Congreso. Es decir, está dando pruebas de blancura de que será respetuoso con esta institucionalidad, está dando un calmante a los empresarios de que es capaz de ser un “hombre de acuerdos” que “gobierne para todos”.
La ultraderecha no tiene nada que ver con el fascismo. El fascismo es una política del capital financiero, en momentos extremos de crisis revolucionaria, para armar a sectores pequeñoburgueses y lúmpenes y desencadenar una guerra civil contra la clase obrera y los sectores populares, con el objetivo de destruir los partidos obreros, los sindicatos y las instituciones de la democracia burguesa.
El ataque a las medidas democráticas no es un fenómeno exclusivo de la ultraderecha. Al contrario, está presente con más fuerza aún en los gobiernos y regímenes «de izquierda», como Venezuela, Nicaragua, Cuba y también China y Rusia. Estos regímenes y gobiernos tienen sin duda un origen político diferente al de «derecha», como el de Orbán en Hungría, Erdogan en Turquía, o Egipto y Arabia Saudí. Sin embargo, son dictaduras burguesas de Estados capitalistas y tienen elementos represivos mucho más pronunciados que los de «derecha».
- A eliminar la ultraderecha de raíz
Todos necesitamos luchar por defender y mejorar la democracia. Desde el MIT incluso queremos ir más allá. Necesitamos defender la democracia, sólo con la condición de que sea una defensa real y no una traición a la manera de Boric y el PC.
Por ejemplo, necesitamos que el horario laboral de los trabajadores del mall disminuya, así hay menos riesgo de inseguridad a la salida de sus jornadas. Necesitamos que se acabe la crisis de la vivienda para evitar desalojos e ideas de odio contra quienes se ven obligados a tomar terrenos y construir sus casas.
Esta ultraderecha surge a partir de las posibilidades que abre esta “democracia”, vía elecciones de los ricos. Surge a partir de los problemas no resueltos por el progresismo, que termina siendo títere de los grandes empresarios. Boric y Jara prometió acabar con las AFPs, sin embargo, siguió permitiendo que las multinacionales de EEUU, la italiana ENEL, los españoles de Santander, entre otros, siguieran haciendo negocios con nuestros fondos de pensiones. Boric prometió una Empresa Nacional del Litio, sin embargo, entregó nuevamente, por décadas, las concesiones de este mineral SQM del yerno de Pinochet.
Si no, ¿Cómo convencemos a los pobladores trabajadores que han sido desalojados de las tomas que el progresismo defiende la democracia? ¿Cómo convencemos de que el progresismo defiende nuestros derechos, a los trabajadores de SGS minerals, que vieron sus turnos cambiados alargando la jornada (porque puede ser hasta más de 50 hrs semanales), gracias a la ley de 40 hrs?, ¿cómo convencemos a los mineros contratistas que con el progresismo se viene la seguridad, si solo siguió abriendo paso al subcontrato, responsable de la tragedia en El Teniente?
En conclusión, es imposible combatir a la ultraderecha sin combatir y sin desenmascarar al progresismo de Boric-PC servil a los empresarios y al imperialismo. Esto se hace cotidianamente, con propaganda, disputa ideológica y trabajo de hormiga. No basta solo en elecciones llamar a votar contra la ultraderecha mientras ésta va desarrollándose y creciendo en los periodos inter-elecciones. Para el momento de las votaciones ya es muy tarde. Esa disputa por la consciencia la debemos hacer desde ya si realmente queremos defender la democracia. Esa disputa ideológica es efectiva si se hace de forma organizada, aprendiendo de las experiencias de luchas históricas.
Para dar esa disputa contra la ultraderecha y el capitalismo es necesario usar las redes sociales como Instagram y Facebook, pero las redes sociales tienen un límite: no ayudan a organizar una resistencia real. Es muy importante que ocupemos nuestros espacios para dar los debates y cada vez ir convenciendo a más personas.
Es necesario que las juntas de vecinos propongan asambleas para discutir cómo será el próximo gobierno que viene, y cómo prepararnos para defender nuestros derechos. Si llegan vecinos a defender a Kast o a quien sea el gobierno de turno, debemos seguir el debate con ellos con paciencia.
También es necesario que en las asambleas de los sindicatos se discuta cómo enfrentar al nuevo gobierno, sea cual sea. No podemos seguir siendo complacientes con ese discurso de que los sindicatos deben ser “apolíticos”, ese discurso es útil solo para los de arriba. Rechazamos la politiquería de los parlamentarios y estas “autoridades” rapiñas, no así la política por la organización y justa defensa de los trabajadores.
La juventud estudiantil puede discutir en sus consejos de curso o asambleas estudiantiles. Incluso se puede retomar la experiencia de las asambleas territoriales para dar este tipo de debates y organizarse.
Para lo anterior se pueden apoyar en presentaciones de ejemplos históricos y de elementos del programa del nuevo gobierno.
Lo anterior es solo una parte, pues la ultraderecha y el capitalismo es mundial, así que necesitamos organizarnos en un partido revolucionario internacional. Esa es la invitación que proponemos desde el MIT.



