(Comité Internacional por la Reconstrucción de la LIT de Nahuel Moreno)

Los que escribimos este Manifiesto somos militantes revolucionarios de varios países: obreros y obreras, profesores y profesoras, estudiantes, desocupados y trabajadores de diferentes rubros. Lo que nos une, en primer lugar, es la convicción de que la humanidad no tiene futuro bajo el capitalismo y de que es necesario destruir este sistema para construir una sociedad socialista. En segundo lugar, creemos que ese proceso no se desarrollará de manera espontánea, por lo que es imprescindible construir una dirección revolucionaria internacional y organizaciones nacionales en distintos países, capaces de orientar y conducir a los trabajadores y a las masas populares de todo el mundo por ese camino.

Seguimos el ejemplo de la gran Revolución Rusa de 1917 y las enseñanzas que nos dejaron sus líderes, Lenin y Trotsky. Por eso, hasta hace poco tiempo, la mayoría de nosotros éramos militantes de la Liga Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional. Sin embargo, hace pocos meses, los que firmamos este Manifiesto fuimos expulsados o rompimos con esa organización debido a su degeneración burocrática y moral, proceso que explicaremos más adelante.

Ante ese proceso de degeneración, vemos la imperiosa necesidad de reconstruir la LIT, a partir de sus bases fundacionales y con la estrategia de reconstruir la IV Internacional como continuidad de la III Internacional dirigida por Lenin y Trotsky.

Un poco de nuestra historia

La Liga Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional fue fundada en 1982 por Nahuel Moreno, dirigente argentino, junto a cientos de compañeros de distintos países. El proceso de fundación de la LIT fue fruto de más de dos décadas de lucha de Moreno contra el abandono del programa revolucionario por parte de sectores que se autodenominaban trotskistas, pero que terminaron capitulando al estalinismo y/o a su versión castrista, o a la socialdemocracia, durante la segunda mitad del siglo XX.

En la fundación de la LIT, Moreno logró mantener las enseñanzas más importantes de Lenin y Trotsky —los principales dirigentes de la Revolución Rusa—, actualizándolas para comprender los fenómenos que se desarrollaron después de la muerte de Trotsky en 1940. Uno de los procesos más relevantes fue la burocratización y degeneración de los Estados Obreros (llamados “socialistas”). Siguiendo la perspectiva ya planteada por Trotsky, Moreno identificó que las burocracias estalinistas de la ex Unión Soviética, Cuba, China y demás Estados Obreros Degenerados, habían convertido a esos estados en un obstáculo para la revolución socialista mundial y eran una traba absoluta para el desarrollo de la economía planificada y el desarrollo de las fuerzas productivas a nivel nacional. Asimismo, observó que dichas burocracias hacían todo lo posible para traicionar procesos revolucionarios donde existía la posibilidad de que la clase obrera tomara el poder.

Además, Moreno compartía la evaluación de Trotsky de que, sin una revolución política en los llamados “países socialistas”, sería imposible evitar la restauración del capitalismo, algo que posteriormente se confirmó. También sostenía que, si la clase obrera no se organizaba de manera democrática y no dirigía las revoluciones socialistas —tanto las revoluciones políticas contra las burocracias estalinistas como las nuevas revoluciones socialistas—, esos procesos no tendrían futuro, lo que quedó demostrado en el camino que siguieron las revoluciones cubana, china, vietnamita. En este mismo sentido, Moreno y las tesis fundacionales de la LIT reafirmaron que la vanguardia obrera debe organizarse en un partido revolucionario, ya que sin ese partido no puede existir una revolución socialista victoriosa. A su vez, los partidos revolucionarios nacionales deben ser parte de una Internacional, debido a la imposibilidad de que la revolución y el socialismo triunfen dentro de fronteras nacionales, dada la naturaleza global del capitalismo.

Coherente con eso, fue una característica muy marcada de Moreno, que transmitió a toda la corriente, la obsesión por construir nuestros partidos en el seno de la clase obrera.

Estos puntos, entre muchos otros, fueron recuperados por Moreno en las Tesis de Fundación de la LIT, con el objetivo de mantener la construcción de una organización revolucionaria internacional capaz de avanzar hacia la reconstrucción de la IV Internacional. Esa fue la experiencia sintetizada en la fundación de la LIT y que mantuvimos viva hasta ahora.

El vendaval oportunista domina la izquierda

Con la caída del Muro de Berlín y el fin de la Unión Soviética, la izquierda a nivel mundial entró en una profunda crisis, especialmente los Partidos Comunistas. La ofensiva mundial imperialista, con sus teóricos y medios de comunicación, afirmando que el socialismo había fracasado y que el capitalismo había triunfado fue brutal. Esa ofensiva afectó también al “movimiento trotskista”. La mayoría de las organizaciones que se decían trotskistas modificaron su programa para adaptarse a la “nueva realidad”. El mayor ejemplo fue el Secretariado Unificado, dirigido por Ernest Mandel, que abandonó el programa de la revolución socialista y de la dictadura del proletariado como etapa necesaria de transición hacia el socialismo, sustituyéndolo por un programa abstracto de “democracia socialista”. A partir de ello, el SU impulsó la formación de partidos “anticapitalistas” en distintos países, donde deberían convivir reformistas y revolucionarios.

Estos partidos tienen como objetivo establecer pactos con supuestas “burguesías progresistas” para promover reformas “democráticas radicales”. Denominamos ese proceso Que actuó sobre organizaciones revolucionarias de “vendaval oportunista”.

Desde la LIT, al contrario de la mayoría de la izquierda (sean los PCs o el movimiento trotskista), interpretamos de manera completamente distinta los procesos que se desarrollaban en Europa del Este. Celebramos las revoluciones que se producían contra la burocracia estalinista en toda la región, pero nos demoramos en comprender que esas revoluciones ya ocurrían en el marco del capitalismo, restaurado previamente por el propio estalinismo. Pensábamos, equivocadamente, que esas revoluciones eran parte de la revolución política planeada por Trotsky, que acabaría con el poder burocrático restaurando los soviet revolucionarios y preservando su carácter obrero (propiedad estatal, planificación de la economía, monopolio del comercio exterior). Nos costó años identificar ese error, pero finalmente lo comprendimos. Así, desde el inicio del siglo XXI la LIT pasó a ser una de las pocas organizaciones de la llamada “izquierda revolucionaria” en plantear que lo existente en Rusia, Cuba, China o Vietnam no era socialismo, sino capitalismo y que los procesos del Este enfrentaron los planes capitalistas impuestos por esas burocracias, que fueron derribadas por esas acciones del movimiento de masas. Entendimos, por ejemplo, que la restauración capitalista en la ex URSS se inició en 1985-86 a partir de los planes de Gorvachov, que en China, se había iniciado en los años 70 con las “modernizaciones” de Deng Xiaoping. Y que lo mismo pasó en Cuba en la década del 90. Siendo todos los procesos de restauración encabezados por las burocracias gobernantes. Hasta hoy, la mayoría de la izquierda sigue afirmando que en China existe una forma “muy particular” de socialismo y que Cuba sigue siendo un estado obrero. Esta comprensión sobre la restauración del capitalismo en los ex Estados Obreros, entendiendo que la restauración no fue provocada por el accionar del movimiento de masas y que el derrumbe de los regímenes estalinistas, por ese accionar de las masas, fue un hecho altamente positivo aunque no lograra revertir la restauración capitalista por la ausencia de una dirección revolucionaria, nos permitió sobrevivir, con grandes dificultades, a los duros años 90.

También nosotros casi fuimos destruidos por el vendaval oportunista, al inicio de la década del 90 con la explosión de viejo MAS de Argentina y atravesamos varios procesos de ruptura que desembocaron en el reformismo. Uno de los más importantes se dio en 2016 cuando una corriente interna del PSTU de Brasil, la TI, rompió con posiciones muy parecidas a las que hoy defiende la dirección del PSTU y la fracción mayoritaria de la LIT, centradas en una visión negativa sobre los procesos del Este europeo. Esa corriente, hoy llamada Resistencia, es un sector de derecha del PSOL.

Nuevas revoluciones: se profundiza la crisis del capitalismo

Diferente de lo que afirmaban los propagandistas del gran capital, las revoluciones contra el capitalismo no desaparecieron con el fin de la Unión Soviética; por el contrario, se multiplicaron. Las contradicciones del propio sistema —desigualdad extrema, miseria, saqueo de recursos, desempleo, sueldos bajos, privatización de servicios públicos — generaron explosiones sociales en todo el planeta desde los años 90. La idea del socialismo volvió a aparecer en boca de personajes inesperados, como Hugo Chávez, militar nacionalista venezolano (con su Socialismo del siglo XXI) , o Bernie Sanders, histórico dirigente del Partido Demócrata estadounidense. En Europa y América Latina surgieron múltiples corrientes, movimientos y partidos que decían defender el anticapitalismo o el socialismo.

En los años 2000, especialmente después de la crisis económica mundial de 2008-2009, las revoluciones se multiplicaron en todo el mundo. En el norte de África y Medio Oriente vimos cómo un estallido revolucionario en Túnez incendió a toda la región en la llamada “Primavera árabe”: Egipto, Yemen, Barein, Marruecos. Incluso en países con gobiernos presentados como “populares” y “antiimperialistas” por los herederos del estalinismo, como Libia y Siria, la revolución fue implacable. Las dictaduras de Gadafi (Libia) y recientemente la de la familia Asad (Siria) cayeron luego de durísimas guerras civiles y complejos procesos de lucha interna.

Europa también fue sacudida por intensas movilizaciones después de la crisis económica, debido a los severos ataques del gran capital contra las condiciones de vida: Grecia, España, Portugal, Reino Unido, entre otros. En casi todos hubo enormes movilizaciones de trabajadores y jóvenes.

América también fue escenario de innumerables procesos revolucionarios con caídas de gobiernos y rebeliones. En Latinoamérica, desde el inicio del siglo XXI, hubo procesos revolucionarios como Ecuador, Argentina, Venezuela, Bolivia, Haití, Chile, y levantamientos populares: Colombia, Perú. En Estados Unidos, las protestas tras el asesinato de George Floyd desencadenaron una auténtica crisis nacional en 2020, incluso con zonas “liberadas” por manifestantes donde la policía no podía entrar.

En los últimos años, los procesos de lucha de clases más importantes han sido de liberación nacional contra potencias colonizadoras capitalistas, como Ucrania y Palestina, donde ambos pueblos libran luchas heroicas y totalmente desiguales contra sus invasores. En particular en Gaza la resistencia histórica del pueblo palestino enfrenta un verdadero genocidio por parte del estado sionista de Israel con el apoyo de EEUU. Su lucha ha despertado una inédita ola de solidaridad internacional, innumerables movilizaciones y acciones como las dos huelgas de Italia y la flotilla Sumud. Esto sumado a su feroz resistencia armada ha forzado a Israel a un cese el fuego que aún tambalea y al mentiroso acuerdo de paz de Trump. Es esta realidad de estos dos años de guerra, lo que da fuerza a la definición del historiador israelí Ilam Pappé que afirma que estamos frente al inicio del fin del estado sionista de Israel.

Otro hecho, muy importante de la lucha de clases, que desmiente las visiones de que en el mundo lo que predomina es el crecimiento imparable de “extrema derecha”, es la extraordinaria respuesta de masas, en EEUU, frente al brutal ataque de Trump a los inmigrantes y a la salud y la educación de los trabajadores norteamericanos. Las importantes movilizaciones nacionales por el “NO King”, son una prueba contundente de esa realidad.

Todas estas rebeliones tienen en común el rechazo a las miserables condiciones de vida generadas por el capitalismo y sus gobiernos, sean de derecha o supuestamente de izquierda, así como al dominio colonial imperialista.

En algunos países, estos procesos fueron derrotados mediante durísimas represiones, como en Egipto, donde los militares (apoyados por Estados Unidos) aplastaron la revolución. En otros hubo conquistas democráticas, como en Túnez, Libia o Siria. En democracias burguesas, los procesos se canalizaron vía elecciones, dando lugar, en varios casos, a “nuevos” gobiernos llamados de izquierda como Boric (Chile), Petro (Colombia) o Syriza (Grecia).

Sin embargo, todos estos gobiernos que prometían apoyar a los trabajadores y el pueblo terminaron traicionando las demandas populares y gobernando para los grandes capitalistas, generando desmoralización entre las masas, que no vieron resultados de sus luchas y sacrificios.

Ese clima mundial de polarización también alimentó una nueva derecha, con programas cada vez más agresivos contra la clase trabajadora, los migrantes y demás sectores oprimidos. Esta nueva derecha crece sobre el fracaso de las direcciones reformistas y neorreformistas. Por eso, muchos sectores obreros decepcionados con gobiernos de “izquierda” buscan alternativas —al menos en el terreno electoral— en líderes populistas de derecha como Trump, Bolsonaro o Milei.

Otro elemento clave para entender el mundo actual es la decadencia del imperialismo norteamericano (que sigue siendo hegemónico) y el surgimiento de China como gran potencia capitalista disputando zonas de influencia, desarrollo tecnológico, territorios y rutas comerciales. Esta disputa interburguesa por la expoliación del mundo impacta directamente en la clase trabajadora, ya que grandes empresas y monopolios intensifican aún más la explotación para mantenerse en la competencia.

Todas estas son expresiones de la burguesía mundial en busca de recuperar su tasa de ganancia ante la brutal crisis económica. Los enormes ataques a las condiciones de vida de la clase obrera mundial e incluso los conflictos interburgueses (entre naciones y también corporaciones) son expresiones por ver quién paga parte de la cuenta de la crisis actual. La situación mundial se explica por esta ofensiva y del otro lado la resistencia obrera y popular de los pueblos por su supervivencia.

El vendaval oportunista sigue barriendo a la izquierda

Este proceso de inestabilidad mundial y ataques contra las masas genera resistencia, como mencionamos antes. No compartimos la visión de ciertos sectores de izquierda que hablan de una “nueva ola reaccionaria”; vemos un mundo polarizado entre revolución y contrarrevolución.

El problema más grave de estos procesos de lucha es el de sus direcciones. Al no tener un programa revolucionario, las “nuevas direcciones” terminan capitulando ante las burguesías e incluso ante el imperialismo. El vendaval oportunista sigue arrastrando a organizaciones que se reivindican revolucionarias hacia la adaptación a los regímenes de la democracia burguesa y sus instituciones y mecanismos como los procesos electorales y la cooptación de los sindicatos.

Este proceso hacia el reformismo es hoy visible en corrientes como la Fracción Trotskista, cuyo principal partido es el PTS argentino. En los últimos años, esta corriente pasó del “ultraizquierdismo” a votar decenas de leyes junto a fuerzas burguesas y “solidarizarse” con Cristina Kirchner, ante su encarcelamiento en una causa por corrupción, yendo sus dirigentes al domicilio donde cumple su condena, denunciando que era un hecho de “avance antidemocrático y proscriptivo’ y llamando a movilizarse por su libertad.

El considerar inadmisible la defensa de la corrupta expresidenta, no implica que se deba dar el menor apoyo al reaccionario gobierno de Milei, que utiliza políticamente esa prisión, al tiempo que no hace nada con la enorme cantidad de corruptos de su propio gobierno.

La defensa que hace el PTS responde a su adaptación a la democracia burguesa, principalmente a través de su aparato parlamentario. A medida que crecen electoralmente, su militancia, su programa y sus medios giran en torno al Estado burgués, las elecciones y los escaños parlamentarios. La defensa del “socialismo”, la “revolución” y la “clase obrera” queda reducida al discurso, no a la práctica.

Un proceso similar comenzó a ocurrir, aunque más lentamente, en la Liga Internacional de los Trabajadores, organización a la que pertenecíamos. La LIT no tiene parlamentarios y, por lo tanto, las presiones son distintas. En su principal partido el PSTU de Brasil, una de las principales presiones proviene de los aparatos sindicales y del gobierno de conciliación de clases y de los partidos que lo sustentan como el PT y el PSOL. Las presiones también provienen de los llamados “movimientos sociales” de mujeres, negros, LGBT, ecologistas, frentes únicos policlasistas donde actúan con fuerza las organizaciones reformistas. Al no tener una caracterización clara de esas presiones y poca presencia en la clase obrera, los partidos de la LIT son más permeables a ellas. Así vimos al PSTU-B llamando a construir, con el “Polo Socialista y Revolucionario”, una “alternativa revolucionaria” para Brasil, junto a organizaciones reformistas y centristas. O llamando a la unidad de acción antiimperialista con el gobierno de Lula, cuando no había ninguna acción antiimperialista de ese gobierno. Tendencia a la capitulación al reformismo, que parte de su visión de que el centro de la política es contra la “extrema derecha” y no contra el gobierno de turno. Lo que también se expresa a nivel de la Internacional, como cuando vemos al grupo inglés que se disuelve en el nuevo partido reformista de Jeremy Corbyn.

Quienes comenzaron a enfrentar este proceso dentro de la LIT, haciendo críticas políticas, empezaron a ser acusados de “liquidacionistas”, es decir, de querer destruir la Internacional. Muchos compañeros fueron sancionados, apartados arbitrariamente de tareas, etc. Sin duda la LIT ha tenido innumerables debilidades en sus 40 años —problemas de régimen, errores políticos, errores diversos—, pero nunca había alcanzado el nivel actual de degeneración política y metodológica. Las presiones reformistas y capitalistas no afectan solo la política, sino también el régimen centralista democrático, atacando la democracia interna. Muchas veces estos procesos de degeneración política de las corrientes de izquierda van acompañados de degeneración moral, proceso que también ocurre hoy en la LIT, que se expresó en la defensa y protección fraccional de la mayoría de un dirigente internacional en un caso de violencia machista.

La consecuencia fue que, en el primer día del XVI Congreso Mundial de la LIT (septiembre), se expulsó a un sector interno de oposición, la Fracción por Defensa y Reconstrucción de la LIT (con militantes en Chile, Paraguay, Brasil, Estados Unidos y Portugal), lo que provocó la salida de muchos otros compañeros: los que integraban la Tendencia Obrera por la Unidad Principista de la LIT (TOUPI) —hoy CORI-CI—, el Grupo de Opinión de Argentina (hoy GOI), el PST de Perú, el compañero Daniel Ruiz (ex-preso político argentino y figura obrera reconocida en la vanguardia de su país), entre otros. Este proceso ha desatado el inicio de un estallido en la LIT-CI. A la pérdida de secciones enteras, cuadros dirigentes y cientos de militantes seguirán nuevas separaciones y rupturas. El burocratismo de su dirección para sostener un giro hacia posiciones reformistas ha marcado el fin de la LIT-CI fundada por Moreno tal como la conocíamos. Esta organización ha dejado de ser una alternativa revolucionaria.

Frente a esta enorme derrota y en medio de una situación mundial signada por la crisis económica, la ofensiva imperialista y la resistencia de los pueblos oprimidos nos encontramos ante la enorme tarea de reorganizar nuestras fuerzas e iniciar la reconstrucción de la Liga Internacional de los Trabajadores sobre la base de las enseñanzas y el programa planteado por Nahuel Moreno.

Fundación del Comité Internacional por la Reconstrucción de la LIT-CI (CIR)

Es así como luego de un largo proceso de debate en torno a la necesidad de emprender este difícil camino y bajo la premisa de intentar reagrupar a las fuerzas, partidos y agrupamientos, que quedaron fuera de la LIT-CI e ir al encuentro con otros (partidos, agrupamientos, dirigentes, activistas) con quienes podamos avanzar en un programa revolucionario común, emprendimos la construcción de este Comité. Lamentablemente y a pesar de nuestra invitación a ser parte de este proceso, los camaradas de la actual CORI-CI, que también han roto con la LIT, se han negado a emprender un proceso de debate y construcción común. Creemos que los camaradas están equivocados y que su actitud profundiza las divisiones ante un gravísimo hecho que se nos ha impuesto con las expulsiones de la LIT.

El CIR lo componemos camaradas de larga tradición, obreros y obreras, docentes, estudiantes y desocupados: El MPR de Brasil ; el MIT de Chile , el GOI de Argentina ; Corriente Obrera de EE.UU , Insurgencia de Paraguay .

Un llamado a construir una internacional revolucionaria

Como hemos desarrollado en este manifiesto nuestro objetivo inmediato es la reconstrucción de la LIT-CI de Moreno. Consideramos imprescindible la reconstrucción de la LIT como organización democráticamente centralizada para poder avanzar en la concreción de la estrategia de la reconstrucción de la IV Internacional con todos con quienes, al calor de la lucha de clases, coincidamos en la política, el programa, los métodos y la moral de la revolución socialista mundial.

Una necesidad de primer orden para quienes vemos que el mundo que ya transita la barbarie que solo podrá ser superada destruyendo al capitalismo y con la clase obrera a la cabeza de un programa socialista en transición al comunismo, el reino de la libertad según Marx, donde cada cual trabaje según su capacidad y reciba según su necesidad. Donde termine finalmente la explotación del hombre por el hombre y los esfuerzos del trabajo estén al servicio de los trabajadores y el pueblo. Donde no exista una clase parasitaria que desata guerras, hambruna y esclavitud moderna sobre la inmensa mayoría de la humanidad.

Es por esto que, con todos los que coincidan con la tarea de reconstruir la LIT de Moreno, queremos encarar un serio proceso de debate programático, político, de régimen y de balance y perspectivas camino hacia nuestro primer Congreso Fundacional que será realizado en 2026. Este deberá ser un proceso democrático con elaboraciones, intercambios y espacios para debatir, siguiendo las enseñanzas de nuestros maestros y nuestra tradición revolucionaria.

Para esta reconstrucción no partimos de cero, partimos de las Tesis Fundacionales y los Estatutos de la LIT y de las actualizaciones que hemos realizado en las últimas décadas al interior de nuestra corriente, como:

– La comprensión sobre los procesos de restauración-revolución en el Este Europeo. Así como los procesos de restauración en los ex Estados Obreros chino y cubano.

– La actualidad de la Dictadura del Proletariado como centro del programa revolucionario;

– El enfrentamiento permanente a los gobiernos de Frente Popular o de conciliación de clases y a las corrientes reformistas y neorreformistas;

– El papel de los revolucionarios en los parlamentos y elecciones burguesas;

– El combate al machismo y a todas las formas de opresión, con un programa de independencia de clases;

– La importancia de la moral revolucionaria;

Sobre todos esos temas es necesario continuar estudiando, y pueden ser necesarias algunas actualizaciones, pero ya son pilares firmes sobre los que apoyarnos. Otro punto de partida fundamental es la necesidad de construir organizaciones nacionales y una internacional con el funcionamiento centralista democrático, donde exista amplia democracia interna, por un lado, y una férrea disciplina para la acción y la intervención externas, tal como plantean los Estatutos aprobados en el congreso de fundación de la LIT-CI.

Invitamos a todos aquellos y aquellas que estén dispuestos a iniciar con nosotros esta fundamental reconstrucción. La lucha por el socialismo revolucionario es más urgente que nunca.

MPR de Brasil

MIT de Chile

Corriente Obrera de Estados Unidos

GOI de Argentina

Insurgencia de Paraguay.

Diciembre, 2025

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