Si se trata de “celebrar” el día de las glorias del Ejército, sólo se podría hacer mención a las luchas contra la monarquía española y su ejército, en las guerras independentistas en el siglo XIX. Porque ya en ese tiempo, las cosas se cocinaban sólo entre los “ciudadanos” acaudalados. El pueblo pobre trabajador no era tomado en cuenta. Se puede decir que en doscientos años de vida republicana, las FF. AA. no han hecho otra cosa que no sea defender los intereses de la clase dominante y sus partidos políticos. Por mucho que nos enseñen que las FF.AA. en Chile han sido constitucionalistas o defensoras del territorio nacional y su democracia, no es cierto. Cada vez que algún sector de la patronal se ha sentido perjudicado, han intervenido las FF. AA. defendiendo los intereses empresariales contra la vida de los trabajadores.
Una historia de matanzas
Las matanzas que se registran en nuestra historia son muchas: en la huelga portuaria de Valparaíso o la del carbón en Lota, la masacre del “mitin de la carne” en Santiago, de la Plaza Colón en Antofagasta o la escuela Santa María de Iquique, en las salitreras de La Coruña, Marusia, San Gregorio y El Salvador, la represión en Puerto Natales y el incendio de la sede sindical de la FOM en Punta Arenas, la masacre de Ranquil, de la plaza Bulnes, la población José María Caro y la de Puerto Montt. En todas ellas, el gobierno de turno usó a las FF.AA. contra trabajadores, campesinos o pobladores, la mayoría de las veces desarmados. Desde los tiempos de las mancomunales y el sindicalismo libre (sin legislación desde el Estado), el único objetivo del Ejército era el orden público que no era otra cosa que la defensa de la propiedad privada de los patrones. El ejército atacaba y destruía los campamentos salitreros en busca de subversivos, las casas de los sindicalistas y las sedes de las federaciones obreras; pero cuidaba los bancos y las mansiones de los empresarios. También las emprendieron contra los mapuche en la “pacificación” de la Araucanía o contra los rapa nui en favor de los nuevos dueños de las tierras usurpadas, y actuaron en la carnicería que llevó al exterminio de los pueblos originarios de la Patagonia.
Las FFAA y la dictadura de Pinochet
Por otra parte, como trabajadores podemos y debemos reconocer que las FFAA no son homogéneas, como en todo, hay contradicciones en su interior, en particular contradicciones de clase: los soldados rasos no tienen los mismos privilegios ni el mismo ímpetu para defender al empresariado, como sí lo tienen los altos cargos oficiales. Esto quedó de manifiesto incluso en los tiempos del golpe militar de Pinochet, donde hubo varios marinos de Valparaíso y soldados que se posicionaron en contra del golpe, incluso advirtieron a Allende de la posibilidad de este golpe, sin haber recibido una reacción por parte del ex-presidente. En el libro “los que dijeron no” se relata la experiencia de estos soldados.
Sin embargo, otro sector amplio de oficiales llevaron a cabo y desarrollaron la dictadura, organismos formados con recursos pagados por el Estado, como la DINA, el Comando Conjunto, la CNI, DICOMCAR se orientaron al exterminio de dirigentes sindicales y trabajadores, a fin de eliminar toda resistencia para la refundación de Chile, es decir, convertir al país en un laboratorio neoliberal. Menos que en ningún otro periodo de nuestra historia, las FF.AA. fueron patriotas o nacionalistas: liquidaron el sistema productivo nacional para dejar libre la entrada a las manufacturas extranjeras, recibieron apoyo directo de la CIA y el Pentágono a través de la Operación Cóndor, entregaron las riquezas nacionales a precio de huevo a sus protegidos y a unas cuantas familias conservadoras, y produjeron el mayor desastre económico que elevó la inflación y la cesantía a niveles que nunca se habían visto en el país. Pinochet era un admirador incondicional del dictador español Francisco Franco y copió muchas de sus ideas y formas de represión. Y al final, se demostró que junto con ser un dictador sanguinario, Pinochet – y toda su familia detrás de él – era un gran estafador, falsificador y ladrón, como lo comprueban las acusaciones del caso Riggs y CEMA Chile.
Las lecciones que debemos sacar
Entonces, los trabajadores tenemos que llegar a la primera conclusión de que las FF.AA. en Chile, nunca han sido de Chile en el término general, sino más bien de las familias que dominan la economía porque concentran en sus manos toda la riqueza producida por generaciones de trabajadores. Eso es lo que sucede en cualquier régimen burgués (empresarial): las FF.AA. son órganos represivos del Estado para aplastar a la clase trabajadora en defensa de los intereses patronales.
La segunda conclusión que debemos sacar es que las FFAA tiene contradicciones internas, y que debemos apostar por profundizarlas, con el objetivo de debilitar y destruir el principal sostén de la clase dominante, los sectores rasos, que vienen de la clase trabajadora se deben sumar a la lucha por sus derechos, los de sus familias y su clase. Si hubiese existido una política para organizar a fondo a los oficiales que dijeron NO al golpe, quizás la historia chilena sería distinta.