¿Cómo olvidar la Revolución Pingüina del 2006?
Fue la lucha de miles de estudiantes en defensa de la Educación Pública que se caía a pedazos… Comenzó en abril, con la toma del liceo A-45 de Lota, conocido como el “liceo acuático” porque en los días de lluvia, el agua corría por sus pasillos. Lentamente, más liceos públicos se movilizaron. Un mes después de esa toma en Lota, una provincia bien distante de la capital, más de la mitad de los colegios del país paralizaron –incluyendo particulares subvencionados y privados- en adhesión al petitorio de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES) bajo el lema “No a la LOCE”, por el fin al lucro en la Educación y el fin de la Municipalización. En total, 400 liceos y colegios. Más de 600.000 estudiantes en las calles por todo el país. Caía el mito de que a la presidenta Bachelet, símbolo de la resistencia contra la dictadura, no se le podía hacer olitas. Pero Bachelet no se pronunció sobre el petitorio de los secundarios, sino que enfatizó que “no negociaría con encapuchados ni violentistas”. Se unieron los universitarios, y contaron con el apoyo de los mineros de El Teniente que estaban en huelga. El resultado de meses de movilización fue la derogación de la LOCE, y el pacto del gobierno con la derecha aprobando la LGE (Ley General de Educación) que actualmente sólo regula el lucro para que no sea excesivo.
En 2011, un nuevo alzamiento. Los universitarios fueron el motor, con los presidentes de federaciones Camila Vallejo, Giorgio Jackson y Gabriel Boric a la cabeza. Muchos de los secundarios del 2006 estaban otra vez en las calles. Con más experiencia. Por primera vez se sumaron estudiantes de todos los niveles (secundarios, universitarios, técnicos y de institutos) y de la educación pública y privada: todo el sistema educacional chileno estaba movilizado. Se logró el apoyo de la ANEF y del Colegio de Profesores. Pero todo terminó en mesas de diálogo y una Reforma.
Hoy, 2019, Vallejo, Jackson y Boric, están sentados en el parlamento. La Educación Pública está peor. Piñera y Chadwick han desatado la represión e intervención policial como no se veía desde la dictadura. Culpan a los pocos encapuchados, como si ellos fueran los responsables del hacinamiento en las salas, los bajos sueldos de los profesores, el currículum decadente, las cañerías rotas y hasta de los ratones. Invierten millones de pesos en pertrechos para implementar la ley Aula Segura, en vez de terminar el lucro y traspasar fondos de la represión para la Educación. ¿No hemos visto ya suficiente? ¿Vamos a permitir que otra generación de estudiantes termine pateando piedras?
Para detener el desmantelamiento de la Educación Pública y todos los feroces ataques a nuestra clase, debemos unirnos y golpear en el bolsillo de los que se benefician con el lucro en la educación, la salud y la previsión. Los estudiantes movilizados y vulnerados día a día por el Estado chileno son nuestros hijos o nietos. Son la futura clase trabajadora que se partirá el lomo para que unos pocos se lleven
la riqueza que producimos todos. Y el gobierno pretende que además vayan a clases sólo para aprender lo básico que les permita seguir instrucciones y ser mano de obra barata.
Porque nuestros problemas tienen el mismo origen: el capitalismo. Porque cualquier intento de solución queda en mesas de diálogo o en el parlamento corrupto. ¡BASTA!
¡AVANCEMOS CON UNIDAD, TRABAJADORES Y ESTUDIANTES!
¡POR UNA HUELGA NACIONAL QUE DEFIENDA LA EDUCACIÓN Y TODOS NUESTROS DERECHOS!