por Roberto Monares
Avanza en el Parlamento el proyecto llamado “40 horas”. Fue aprobado por unanimidad en Senado y en la Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados. Una aprobación rápida por el “acuerdo transversal” alcanzado. Este 1° de Mayo estará en los discursos del gobierno, de la ministra del Trabajo Jeanette Jara (PC) y de la conducción oficialista en la CUT.
De la promesas a una Ley PC-UDI
Respecto a la Ley “40 horas”, el presidente del Senado, el pinochetista Juan Antonio Coloma (UDI), destacó “el acuerdo transversal en torno a este proyecto que tuvo una larga discusión, donde hubo visiones distintas. Originalmente, se concentraba en la rebaja de la jornada y luego se fueron modificando distintos temas”. Las palabras de Coloma expresan que la derecha y la DC salieron a respaldar el proyecto. No se trata de que ellos en el Senado ahora velen por los derechos de las y los trabajadores. Se trata de que esta promesa, como todas las promesas del Partido Comunista y Frente Amplio en el gobierno, termina en un acuerdo al servicio del empresariado. La iniciativa del año 2017, presentada por la aquel entonces diputada Camila Vallejo (PC) y Sergio Aguiló (PS) despertó expectativas entre los trabajadores por las promesas de rebajar la jornada de trabajo. Se prometía poner al país a tono con los países escandinavos OCDE, donde se “trabaja poco y se produce más”, decía el PC, llamando a los empresarios a no tener miedo. La respuesta del empresariado inicialmente fue en contra, luego vieron que era una oportunidad. Una oportunidad para avanzar en flexibilidad laboral. Con la llegada al gobierno de Apruebo Dignidad, el PC asumió la cartera de Trabajo. Prometió a los sindicatos cumplir su deuda, pero su estrategia parlamentaria de negociar todo con el empresariado trae nuevos engaños. La unanimidad del Senado expresa que este es un nuevo gran acuerdo al servicio del empresario. Una verdadera Ley PC-UDI que en lo fundamental no beneficia a los trabajadores.
A 5 años
La situación de grave crisis económica e inflación afecta a la clase trabajadora. Los salarios no alcanzan. Esto lleva a que la rebaja de la jornada de trabajo despierte grandes expectativas. Pero en lo real de lo aprobado, esta situación no mejorará. En el acuerdo del Senado, la reducción de la jornada laboral ordinaria será en un plazo de 5 años, no de forma inmediata. Sólo luego de transcurrido 1 año la jornada ordinaria se rebajará apenas 1 hora. Por eso, en rigor el proyecto debería llamarse proyecto de “44 horas”. Mucho ruido y pocas nueces. Luego al tercer año de vigencia de entrada de la ley, se rebajará de 44 a 42 horas semanales. Para finalmente, luego de 5 años los empresarios tendrían la obligación de rebajar la jornada de trabajo a 40 horas. La ley no es inmediata y está lejos de mitigar la grave crisis económica actual de las y los trabajadores. Sino que es algo peor: el nuevo sistema constituirá un gran avance en demandas de los empresarios para mayor explotación, lo que se llama flexibilidad laboral. Es decir mayor capacidad de los empresario de disponer a su voluntad del tiempo en la vida de los trabajadores.
Hasta 52 horas semanales de trabajo
Un vez llegado el plazo de 5 años, el empresario deberá cumplir las 40 horas pero “con acuerdo al trabajador” podrá por ejemplo, tomar un promedio de un ciclo de hasta 4 semanas, en donde en ese ciclo sólo en 2 de las 4 semanas la jornada no podrá superar 45 horas. El empresariado logra un nueva conquista al llevar el cómputo de la limitación de la jornada de trabajo desde una escala semanal a una escala mensual. Desde los orígenes del movimiento obrero las primeras demandas eran reducir la jornada de explotación del capital y lograr una conquista internacionalista de “8 horas de trabajo, 8 horas de ocio y 8 horas descanso”. La reducción de la jornada laboral se consideraba en un escala diaria. Luego, los empresarios lograron llevar la medición a una escala semanal (actualmente 45 horas semanales y el resto horas extras). Ahora el empresariado avanza y podrá calcular la jornada en una escala mensual. La supuesta rebaja en “acuerdo con el trabajador” es una mentira. ¿Qué trabajador negocia las condiciones de su contrato de trabajo al ingreso en una empresa? El capital impone sus condiciones por la vía de la presión económica. El trabajador acepta o sencillamente no es contratado. Así funciona la realidad del capitalismo de la ley de la oferta y la demanda. Pero los autores de esta ley, el Partido Comunista y la Derecha, para beneficiar al empresariado, falsifican las leyes más elementales de la realidad.
En los casos de mayor explotación, el pacto podrá llegar hasta 52 horas semanales, esta vez “con pactos con los sindicatos” sin pago de hora extra. Los defensores del proyecto en la derecha y en el gobierno podrán decir que dependerá del acuerdo del sindicato. La realidad indica que en Chile hay múltiples sindicatos, muchas veces en una empresa competiendo entre sí, lo que no implica que tengan poder y capacidad de resistir a las presiones del empresariado. La legislación laboral chilena, originada en la dictadura militar y profundizada por la Concertación, fomenta la división sindical en múltiples sindicatos pequeños que poco y nada pueden hacer frente a patronales que actúan por sectores y rama (CPC, Sociedad Nacional de Agricultura, Consejo Minero, etc.). O en otras circunstancias, siendo fuertes los sindicatos, existen burocracias sindicales corrompidas que sólo ven al sindicato como un negocio particular y reiteradamente firman todo lo que las patronales imponen. Es lo que los teóricos y especialistas al servicio del capital llaman el modelo de “flexiseguridad”, es decir, aprobar medidas que incrementan la explotación de los trabajadores pero con la estrategia en acuerdos con los sindicatos.
Más división de los trabajadores
En cuanto a las altas expectativas respecto a esta ley, lo cierto es que por la gran división legal del país entre las y los trabajadores, las leyes laborales no siempre tienen una aplicación general para los trabajadores. Este caso no es la excepción. Incluso llegados los 5 años desde la aplicación de esta ley, un gran grupo de trabajadores no estarán sujetos a esta reducción, ya que la nueva ley sólo aplica a los trabajadores que se rigen por Jornada Ordinaria. Esto es muy relevante, porque en el devenir mundial de los empresarios así como en Chile han consagrado múltiples jornadas de trabajo no habituales; en otras palabras, contratos que fijan jornadas que escapan a la regla general de la jornada ordinaria. Hablamos de las jornadas excepcionales en las principales palancas de la economía nacional, como la minería del cobre. Otro caso es el de los puertos, con los llamados turnos de trabajo portuario eventual. También donde la administración de los servicios es pública (es decir estatal) no se rigen por la jornada ordinaria del Código Laboral. Los llamados trabajadores “Art.22” permanecen sin limitación horaria, los trabajadores a honorarios, etc. La generalización de las diversas formas de intensificar la explotación de los trabajadores a diversas modalidades contractuales-jurídicas ha llevado a recrear que la excepción se convierte en la regla, creando muchas salidas posibles para los empresarios para no quedar obligados a ninguna limitación de jornada.
Asimismo, con la nueva ley, en las empresas de Hoteles y clubes se podrá “quebrar la jornada de trabajo” de la misma forma como los hacen actualmente las empresas de restaurantes. Es decir, los turnos podrán ser durante la mañana y el nuevo turno dentro de las próximas 4 horas. En la realidad del transporte y los grandes trayectos de la casa para llegar al trabajo, un trabajador tendrá que esperar largos periodos de tiempo para su nuevo turno, acortando su ya escaso tiempo libre.
Por una reducción de la jornada de trabajo que unifique al movimiento obrero.
De conjunto, lo que finalmente se aprobó es una serie de medidas que apuntan a entregar mayor libertad a los empresarios para disponer de la fuerza de trabajo y para generar mayores utilidades. La conducción de Acuña (PS) en la CUT ha llevado apoyo del gobierno. Es apoyo a un ley pactada con la UDI y el empresariado bajo el disfraz de avances. Es necesario dar un pelea real por la reducción de la jornada de trabajo, independiente al gobierno, que unifique el movimiento obrero: “8 horas de trabajo, 8 horas de ocio y 8 horas descanso”. Este es un lema que tiene plena vigencia y que debemos retomar, para no someternos a las ganancias de unos pocos, uniendo a todos los trabajadores y trabajadoras en la defensa de nuestros intereses. Esta política es lo que se necesita dar en los principales sindicatos y organizaciones de las y los trabajadores. Para esto se requiere un partido revolucionario. Esta es la pelea del MIT.