Por Luis Alvarado
El diagnóstico de un Chile de grandes riquezas, pobreza y barbarie.
La desigualdad tiene un origen que se demostró en el rumbo del país después del 1973. Junto a las desapariciones, torturas, violaciones a los derechos humanos y exilios. La dictadura militar de Pinochet, los Gobiernos de la Ex Concertación, Ex Nueva Mayoría, y de Chile Vamos con Sebastián Piñera a la cabeza, fueron impulsores férreos de los plantes neoliberales, que, en la actualidad a nivel de salud, demostró el abandono y deterioro de una red que está al borde del colapso con el COVID-19.
Las privatizaciones de los servicios públicos, como los domiciliarios (luz eléctrica, gas, agua potable, telefonía) la seguridad social, la educación, la salud, el transporte y la manera de obtener o mejorar la vivienda, y al mismo tiempo significó la conformación de grupos económicos, que se apropiaron de estos medios, he hicieron de los derechos sociales para todos, todas y todes, bienes de consumo y servicios para lucrar, haciendo que millones de familias tuvieran que normalizar la mercantilización de los derechos , transformados en bienes de consumo, y quien no tuviera los recursos financieros se marginaba de acceder a ellos, además de la entrega a sectores privado de la industria minera, los puertos, las forestales y salmoneras.
El saqueo de los capitalistas fue de sectores estratégicos de la economía, donde en estos 30 años obtuvieron multimillonarias ganancias, llegando a ser según revista Forbes ocupando entre los mega millonarios en el mundo, familias ricas como el grupo Luksic, Horst Paulmann del Holding CENCOSUD, Álvaro Saieh Bendeck , Piñera, Angelini , Yarur, Matte, entre otros, su “progreso” como decían Recabarren, no era el mismo progreso “entre las clases ricas y las clases pobres”, para las clases trabajadoras estos últimos 30 años habían millones de familias que crecían en las desigualdades y precariedad de la vida, llegando en Chile a mantener hasta en la actualidad de personas que viven en situación de calle, incluso niños, niñas , jóvenes y adultos mayores.
El 18 de octubre, el comienzo del proceso revolucionario no derrotado
A partir del 18 de octubre en Chile, se abrió un proceso revolucionario, que significó una irrupción de protestas en Santiago, en Valparaíso, Concepción, Arica, Antofagasta, La Serena, Rancagua, Chillán, Valdivia, Osorno, Puerto Montt, Punta Arenas, entre otras zonas, con enfrentamientos entre las fuerzas especiales y la primera línea de autodefensa y brigadas de primeros auxilias en varios lugares del país, ensayos de auto organización y coordinaciones en sectores de la juventud, trabajadores y pobladores, multiplicación de información por redes sociales (Instagram, Facebook, twitter) y medios de prensa independiente cubriendo cada marcha, protesta y manifestación el pueblo.
Se avanzó en una coordinación de “los de abajo” que comenzaba tomar poder, haciendo tambalear a los de arriba, llegando a cuestionar en su conjunto a la constitución política que, sostiene esta desigualdad, haciendo de masas la demanda por una asamblea constituyente, libre y soberana la alternativa a la constitución política actual, hecha a sangre y fuego entre empresarios y militares.
Es necesario una nueva constitución pero que no busque el beneficio de las clases capitalistas, sino garantizar el bienestar para las grandes mayorías, para esto tiene que ser controlada por los sectores trabajadores, y sectores populares, con el poder de la auto organización de los abajo, para imponer un programa socialista que, de una salida totalmente opuesta a las políticas de estos últimos 30 años, que solo han beneficiado a una casta de familias empresariales.
La expresión de “Chile Despertó”, se tradujo en un despertar de las masas en las calles, con manifestaciones multitudinarias, donde cada nota de prensa registraba y exponía las causas de esta explosión de personas en las calles, en repudio a los abusos no solo de los altos costos en el transporte público (siendo en el precio del pasaje del metro uno de los más alto de América Latina), sino de los gastos extras que se generan en los fármacos y medicamentos, de las jubilaciones de pobreza de los AFP, los bajos salarios para las grandes masas de trabajadores, los altos índices de familias sin casa, en hacinamiento y allegados, las listas de espera que después con la pandemia del coronavirus, en evidencia el deterioro y abandono de la salud pública, el endeudamiento de la población por educación y por otras situaciones, un sinfín de problemáticas que arrojó a millones de masas sacudiendo al país, expresado en miles de personas en cada plaza y avenida pública de Chile.
La expresión de rebeldía de jóvenes escolares saltando los torniquetes, y evasiones masivas, con rabia frente a las desigualdades que vean en sus familias, cuando millones inundaron en la Plaza de la Dignidad, con gritos “diciendo queremos que la dignidad se haga costumbre”, obligando a los canales de televisión en mostrar la irrupción de las masas en protesta frente a esta sociedad capitalista chilena.
Muerte, cárcel y violación a los derechos humanos
La irrupción de las masas contra las profundas diferencias de condiciones de vida, fue reprimida, aunque no derrotada, con violencia, represión, muerte, esa ha sido la política del Gobierno de Sebastián Piñera, llegando a existir sobre 43 fallecidos dentro de causas, como enfrentamientos entre carabineros, fuerzas especiales, militares y la primera línea, llegando a altas cantidades de hospitalizados por situaciones de violencia y abuso policial, abuso sexual de carabineros, tortura en comisarías, prisión política en un momento fue más de 2500 presos, sobre 460 mutilados según el mismo INDH que resultaron con lesiones oculares, de las cuales 2 Fabiola Campillai y Gustavo Gatica quedaron ciegas y 35 sufrieron pérdida total de sentido de la visión. Lo acontecido refiere que sería una “epidemia de traumas oculares”.
La violación a los derechos humanos desde el 18 de octubre, fue evidenciada no sólo a través de prensa independiente, sino existieron investigaciones que denunciaron el nivel de violencia de Estado, como Amnistía Internacional, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Human Rights Watch, entre otros, sobre el atropello permanente a los derechos humanos de la población en las jornadas de protestas durante el periodo de 18 de octubre hasta antes de las medidas de confinamientos por causa de coronavirus.
El Congreso Nacional fue cómplice de un montón de leyes que exacerbaron la represión y criminalización de la protesta, como la ley anti barricadas, y en el contexto del coronavirus dejaron a libre deliberación los despidos de trabajadores, aprobando leyes que permitían suspensiones laborales, y rebajas de sueldos afectando a las mayorías asalariadas.
Ni olvido, ni perdón, Juicio, Castigo y Cárcel a los asesinos. Queremos Toda La Justicia y Toda la Verdad. Libertad a los presos políticos y mapuches
Recientemente el aparato represor de Piñera y los empresarios asesinó al comunero mapuche Alejandro Treuquil, quien ya había denunciado hace poco más de dos semanas la violencia que Carabineros estaba ejerciendo sobre la Comunidad Autónoma We Newen de Collipulli, debemos exigir justicia por él y todos los asesinados.No nos olvidamos del caso de Abel Acuña fallecido en una manifestación en Plaza Dignidad, donde fuerzas especiales impiden la intervención de los equipos de primeros auxilios, Agustín Coro en Puente Alto fruto de un balazo, Alex Núñez de la comuna de Maipú muerto a causa de golpes efectuados por personal de carabineros, Ariel Moreno muerto en enfrentamiento a las afuera de Comisaría de Padre Hurtado, Cristian Valdebenito dado de muerte por un impacto de bomba lacrimógena ocasionando un traumatismo encéfalo craneano, en la intersecciones de la Alameda con Ramón Corbalán, Joel Triviño y Cardenio Prado atropellados en un cacerolazo en San Pedro de la Paz, Jorge Mora fallecido por atropello por bus de fuerzas especiales a las afuera del Estadio Monumental, Manuel Rebolledo atropellado con un camión de infantería de la marina en Talcahuano, Mauricio Fredes que se encontraba en enfrentamiento falleció electrocutado, Romario Veloz fallecido por disparos realizado por militares cerca al terminal de La Serena, entre otros casos. Para estas situaciones exigimos cárcel, juicio y castigo para los asesinos.
Tampoco debemos olvidarnos la libertad de los presos políticos, y mapuches, sobre todo en este contexto de pandemia, donde todos sabemos las condiciones de las cárceles con el hacinamiento y las paupérrimas medidas sanitarias.
Este castigo carcelario que esté sometida la juventud, y el pueblo mapuche, es la utilización del Estado para la defensa de la sociedad capitalista, con un Gobierno de Sebastián Piñera, que da salvavidas a las grandes empresas, mientras mantiene el hambre en amplios sectores desocupados y en situación de pobreza. No es tal la independencia de los potestades del Estado, sus institucionalidad, a través de sus poderes, como el judicial, castigando a quien pretenda afectar el bienestar de las clases apropiadoras que se han beneficiado estos últimos 30 años, teniendo multimillonarias ganancias, mientras las masas trabajadoras continúan viviendo en la precariedad, un sueldo mínimo de miseria, pagando la crisis del COVID-19 con más de 1600 fallecidos, arrojado a la desocupación, la cesantía, desarrollando factores de riesgo como la imposibilidad de satisfacer sus necesidades básicas de alimentación, pero organizando ollas populares en cada población y en algunos lugares de trabajo.
Necesitamos rescatar el proyecto histórico de los pobres y trabajadores, para oponerlo a esta sociedad de las desigualdades sociales, para divulgarlo en cada rincón del país, en contraposición al proyecto de los ricos, la sociedad capitalista, que ponga en el centro la satisfacción de las necesidades, como la salud, la seguridad social, la educación, la vivienda, y estatizando la producción industrial de bienes y servicios bajo control obrero y popular, para avanzar a un nivel superior de la humanidad, enfocado su bienestar y la mejora de las condiciones de vida para el conjunto de la sociedad en Chile y en el mundo. Por un gobierno de los trabajadores en Chile y el mundo.