Hace más de 5 años se abrió una crisis al interior de la Liga Internacional de Trabajadores, organización a la cual pertenecía el MIT. La crisis surgió a partir de diferencias políticas, balances y régimen interno y se fue profundizando con el tiempo. Durante ese periodo, vivimos en Chile un proceso revolucionario, el estallido a partir de octubre de 2019. Durante algún tiempo, la Internacional nos sirvió de gran apoyo para entender lo que estaba pasando en Chile e intervenir en la compleja realidad nacional.
Sin embargo, las cosas cambiaron cuando algunos camaradas del MIT empezaron a tomar posiciones distintas a la nueva mayoría que asumió la dirección de la LIT en el Congreso de 2022. El MIT pasó de ser el “orgullo” de la Internacional, debido a nuestra intervención en la lucha de masas y en la Convención Constitucional (con nuestra compañera María Rivera) a ser un partido “paria”. Pese a nuestros insistentes pedidos para que estudiáramos colectivamente la revolución chilena, una experiencia riquísima de la lucha de clases donde participó la LIT, para sacar conclusiones que sirvieran al conjunto de la Internacional, la mayoría decidió que eso no era importante. La respuesta que obteníamos de la nueva dirección era un completo silencio cuando no, una abierta hostilidad a miembros de nuestra organización.
La crisis de la LIT se profundizó en los últimos dos años. Las diferencias políticas entre las distintas posiciones se fueron aclarando parcialmente y profundizando, pero siempre manteniéndose dentro de un programa común de lucha por el socialismo, la revolución y el poder de la clase obrera (por lo menos hasta ahora). En muchos temas fundamentales de la lucha de clases mundial, la LIT logró actuar de manera unificada, como las luchas en apoyo a las resistencias palestina y ucraniana, el apoyo a la revolución siria, etc. Sin embargo, internamente, las condiciones para buscar la solución a las diferencias políticas y a los problemas de la Internacional empezaban a cerrarse.
La “nueva mayoría”, al ser duramente criticada en algunas posiciones políticas por un sector minoritario (que después se conformó en la Fracción en Defensa de la Reconstrucción, FDR), decidió que la mejor forma de silenciar las críticas era persiguiendo al sector crítico, quitándole sus tareas y posteriormente expulsándolo. Ese proceso fue acompañado de una campaña de calumnias en contra de varios camaradas de la minoría, campaña que envenenó la base de la Internacional. La mayoría empezó a acusar a dirigentes opositores de querer romper la Internacional, destruirla, desmoralizar a los militantes, de romper permanentemente el centralismo democrático y un largo etc. Casi todo sin pruebas y con métodos burocráticos. El régimen interno de la Internacional, si bien posibilitaba la discusión formal de las diferencias políticas, en la práctica era utilizado por la mayoría para hacer lo que quería, sacando a dirigentes de tareas sin hacer balances, aprobando resoluciones polémicas sin discusiones, sancionando a diestra y siniestra, etc.
Ese proceso se profundizó aún más a partir de un caso de machismo que explotó en la dirección de la Internacional, donde uno de los principales dirigentes de la LIT, del partido italiano, agredió físicamente a su ex compañera, que también era de la dirección internacional. Tal situación sucedió algunas semanas antes del XIV Congreso de la LIT, en 2022. Sin embargo, ese dirigente, en vez de comunicar al Congreso sobre su actitud machista y poner su cargo a disposición, simplemente escondió la agresión al Congreso Mundial. Así, la mayoría de los delegados lo eligió nuevamente a la dirección, ya que nadie conocía su nefasta actitud. Algunas semanas después, la dirección de la Internacional fue informada sobre el caso. Varios compañeros (incluido el MIT chileno en su gran mayoría) cuestionaron la conducta machista de tal dirigente y también el hecho de no haberlo comunicado al Congreso Mundial. También cuestionaron la sanción que la mayoría proponía al dirigente (4 meses sin derecho a voto en los organismos de dirección), que se apoyaba en las resoluciones del partido italiano (que había realizado un correcto procedimiento interno, pero con la misma resolución de sanción de 4 meses sin derecho a voto en organismos de dirección). Debido a la importancia del dirigente y de su conducta, se propuso ampliar la sanción al dirigente, lo que fue rechazado por la mayoría.
La sanción al dirigente italiano, en nuestra opinión, fue absurda, si se toma en consideración otros casos similares en la historia de nuestra Internacional. Compañeros que cometieron faltas bastante menores fueron sancionados por mucho más tiempo y con sanciones mucho más duras. La actitud de la mayoría de la dirección de la LIT demostró que estaban dispuestos a abandonar la moral revolucionaria para poder funcionar como fracción ante la minoría crítica, incluso protegiendo a este “dirigente” italiano. Nuestra organización, que siempre enfrentó los problemas morales de frente, con honestidad y dureza, empezó a perder sus defensas contra el machismo y a perder su criterio de que “a mayor jerarquía, mayor es la responsabilidad”, criterio por el cual los dirigentes sufrían sanciones más severas que la base.
En el Congreso siguiente (2023), varios compañeros cuestionaron nuevamente la sanción a tal dirigente y su actitud de haber escondido el caso al Congreso anterior. Sin embargo, en el punto del Congreso en que debería ser discutido el tema (punto sobre casos morales), la mayoría de la dirección de la LIT impidió el debate del caso, votando que no se abriría la discusión. La Comisión de Moral Internacional (CMI), que debería ser el bastión moral de la organización, también falló, al no haber investigado el caso de manera independiente y tampoco haber presentado un informe al Congreso Mundial, lo que siempre hace sobre todos los casos que le llegan. Esa situación, de defensa del dirigente italiano, generó más crisis al interior de la organización. Posteriormente, cuando el sector minoritario bajó esa información a la base, sus dirigentes fueron castigados por ¡“faltar al centralismo democrático”! con sanciones más duras que el propio agresor. Además de eso, la mayoría prohibió que el caso fuera discutido en la base. En Chile, donde fuimos vanguardia en cuestionar las decisiones de la mayoría de la dirección de la LIT, se nos prohibió realizar una Conferencia Nacional para discutir la situación. Además de eso, la mayoría prohibió, contra los estatutos de la Internacional, que se convocara a un Congreso Extraordinario a partir de 3 secciones nacionales de la Internacional para discutir lo que estaba pasando. Así, se profundizaron las desconfianzas y el camino irreversible de burocratización de la mayoría.
En ese proceso, surgió un tercer sector, que hacía críticas a la mayoría y también a la minoría que posteriormente se conformaría en la FDR. Ese sector, con camaradas muy importantes de Argentina, Brasil, Costa Rica, Colombia y otros países, conformó, en el último Congreso, la Tendencia Obrera por la Unidad Principista Internacional (TOUPI).
Sin dudas en todo ese proceso hubo errores de todos los agrupamientos: exageraciones de diferencias y caracterizaciones, denuncias que no se pudieron comprobar y un largo etc. Los errores de las minorías, sin embargo, no se comparan a los errores de la dirección mayoritaria, con sus medidas burocráticas, persecutorias y de protección a dirigentes que cometen actos machistas.
La mayoría llegó a su nivel máximo de burocratización al expulsar a los dirigentes de la FDR en el primer día del último Congreso, hace menos de un mes, situación que fue denunciada en carta publicada por esos dirigentes (ver carta). Entre los dirigentes de la FDR estaba la delegada de la sección chilena, la compañera María Rivera, que fue acusada de haber roto con el centralismo democrático, algo totalmente falso. La compañera María Rivera fue la principal portavoz del MIT durante el proceso revolucionario chileno y la Convención Constitucional, defendiendo las demandas más importantes de la clase trabajadora y de la Internacional de manera intachable durante todo ese proceso. Esa defensa le costó innumerables amenazas de muerte, una querella de Carabineros (policía chilena), ataques de la prensa burguesa, del gobierno de Boric, etc. Incluso en los temas más polémicos, como la defensa de la resistencia ucraniana contra la invasión rusa, el MIT y la compañera María Rivera defendimos sin titubear la posición discutida y votada por la Internacional, en contra de la gran mayoría de la izquierda chilena. Así, es un absurdo expulsar a nuestra delegada al inicio del Congreso diciendo que ella rompió el centralismo democrático de la Internacional. Esa expulsión fue motivada por la persecución política realizada por la mayoría contra la FDR y debido a las duras críticas de la compañera y de casi todo el MIT chileno hacia la política y degeneración moral de la dirección mayoritaria de la Internacional. Desde el MIT somos claros en afirmar que: al impedir que nuestra delegada participara en el Congreso Mundial expulsándola el primer día de éste, sin investigación ni proceso previo (e incluso orientando a los militantes a no relacionarse con ella ni con los otros 3 compañeros expulsados), la dirección mayoritaria de la LIT de contenido expulsó a toda nuestra sección chilena.
La expulsión de los camaradas de la FDR, en el último Congreso, generó la salida de casi toda la TOUPI y también de otros camaradas de diferentes partidos, como el camarada Daniel Ruiz de Argentina, ex preso político y dirigente obrero petrolero, que también era miembro de la Internacional. Varios delegados dijeron que “volverían a sus partidos” a discutir si seguían o no en la LIT tras esta crisis. Fue un verdadero estallido.
Diferencias políticas y diferencias de régimen
Muchos compañeros y compañeras que son cercanos a la LIT y al MIT nos preguntaron qué fue lo que motivó la actual ruptura. Sin dudas existían importantes diferencias políticas al interior de la LIT, que empezaron a aclararse a lo largo de los debates. Las diferencias iban desde la caracterización de la situación mundial (la crisis del imperialismo norteamericano, el rol de China y Rusia, etc.) hasta cuestiones político-programáticas, como: Qué tipo de partido construir; nuestra política frente al reformismo y al centrismo; los frentes electorales con otras organizaciones; la cuestión medioambiental; nuestra participación en los movimientos de lucha contra la opresión; la burocratización de los sindicatos; etc.
Esas diferencias, no debiesen justificar una ruptura, más si queremos contribuir en superar la crisis de dirección revolucionaria, la que se ha profundizado debido a las permanentes rupturas y giros al reformismo de distintos sectores del trotskismo después de la muerte de Trotsky. Lo más sano, era seguir estudiando y debatiendo, mientras se seguía con el proyecto de construirse arraigadamente en la clase obrera. Esa fue la pelea que dimos hasta el final como MIT, luchando contra la propuesta de “experiencias por separado” o expulsiones. Sin embargo, fue la conducción burocrática de la mayoría la que hizo estallar la LIT, al concretizar su política de expulsiones. Todo para imponer sin resistencia ni debates, sus giros políticos y su degeneración moral.
Un llamado a la reconstrucción
Desde el MIT seguiremos en la misma vereda donde siempre estuvimos. El capitalismo salvaje y a la vez los procesos revolucionarios nos llaman a seguir luchando por construir una alternativa revolucionaria. No le despejaremos el camino a la burguesía rapiña “yéndonos para la casa” o dispersándonos. Seguiremos construyendo con la clase trabajadora, con un programa y una moral que no capitule al machismo ni a la burguesía. Sabemos que dentro de la LIT siguen militando cientos de compañeros muy importantes y que no tienen acuerdo total con la política de la mayoría de la dirección, pero que, por distintos motivos, no dieron hasta el final la batalla en contra de la degeneración de la Internacional. Esperamos que esos compañeros se den cuenta, más temprano que tarde, de lo que está pasando en la Liga Internacional de Trabajadores que quedó bajo dirección del partido brasileño, los italianos y norteamericanos.
Llamamos a combatir la dispersión y la desorganización. Llamamos a combatir el sectarismo y rupturismo generado con este estallido. Seremos claros: que cada sector que salió o fue expulsado de la LIT siga por su lado, es solo una conquista para la burguesía y un golpe para la clase obrera. Debemos aprender a construir en conjunto incluso con diferencias, combatir la dinámica rupturista de los grupos trotskistas y apostar a la concepción de Nahuel Moreno: romper la marginalidad, pero de la mano de la clase obrera. Por otro lado, si cada grupo se construye por su camino, sin tomar un proceso más colectivo y diverso, cada cual tendrá una visión más parcial, incompleta y por lo tanto sectaria, del aprendizaje de toda esta experiencia y del camino en construcción obrera partidaria internacional. Debemos seguir aprendiendo de los errores del pasado y construirnos como centro en la clase obrera, si no, no se pasará de ser pequeños grupos marginales.
Necesitamos reconstruir -a partir de los principios de Fundación de la LIT- algo más amplio, una organización donde criticar, cuestionar o tener diferencias no sea fundamento para ser expulsado/a. Como decía Nahuel Moreno: “Queremos que aprendan que el centralismo democrático significa un centralismo crítico. Democracia significa crítica. Democracia significa duda. Democracia significa discusión permanente, duda permanente; fundamentalmente en los compañeros de base. Queremos educar rebeldes, revolucionarios. Es decir, personas que viven en duda, que viven criticando y que viven discutiendo. Tendremos un gran partido cuando todos sean así.” Con esta claridad de libertad de debate, ser igualmente conspirativos y centralizados a la hora de actuar.
En ese sentido, llamamos a todos los que fueron expulsados y a los que rompieron con la LIT a reconstruir una organización Internacional sin métodos burocráticos ni persecuciones políticas y con un programa que refleje las demandas de la clase trabajadora mundial y la lucha por el socialismo. Hacemos un llamado especial a las y los compañeros de la TOUPI: a los compañeros del Partido de los Trabajadores de Costa Rica, compañeros de Argentina, Brasil, Centroamérica y a los compañeros chilenos que se fueron del MIT. También a los camaradas del Grupo de Opinión de Argentina, que se conformó para ayudar a buscar una solución a la crisis de la LIT y a Daniel Ruiz, dirigente obrero de la Patagonia, a las secciones de aquellos delegados del último Congreso Mundial que mencionaron que tras tal crisis discutirían en sus partidos si continuaban o no en la LIT. El llamado también es a todos y todas que se habían ido anteriormente de la LIT debido a la crisis y a los nuevos activistas y obreros que se quieran sumar a la construcción de una organización revolucionaria e internacionalista, aprendiendo de nuestros errores, para evitar volver a cometerlos.
Creemos firmemente que con las lecciones que saquemos de esta crisis podremos reconstruir una herramienta que apunte un camino revolucionario y democrático para la reconstrucción de la Cuarta Internacional.