Por María Rivera, dirigente del MIT y Abogada de DDHH
“Que se vayan los pololos”, “los machitos pa’ la casa” son las consignas que predominan en un gran sector de mujeres que se autodenominan “Feministas Radicales”, cada 8 de marzo en las columnas de adolescentes y jóvenes estudiantes que con mucha alegría muestran sus ganas de cambiar el mundo, en la interminable marcha que finaliza generalmente con un acto artístico. Ese acto artístico, por lo general, no tiene nada de radical, porque siempre son representantes directas o ligadas al gobierno de turno quienes leen los bonitos discursos que prometen cambiar la vida de la mujer.
No podemos negar que las marchas son pintorescas, llenas de arte, colores y música, la performance que vemos año a año sin duda es atractiva pero muy contradictoria porque mientras unas predican el amor, la paz, la felicidad, la libertad completa otras desatan todo su odio y violencia en contra de “los machitos que descubren” sosteniendo algún lienzo por el derecho al aborto o en contra de algún compañero que levanta una bandera morada aunque lo haga honestamente porque apoya la lucha de la mujer.
Entendemos que muchas compañeras hayan sido víctimas de abusos sexuales y víctimas de acoso sexual todos los días en las calles. Entendemos el justo enojo que tienen contra muchos hombres. Sin embargo, no podemos generalizar y creer que todo el género masculino es enemigo. Hay muchos compañeros luchadores, trabajadores, estudiantes, pobladores, dispuestos a combatir su machismo en el día a día. Ellos son aliados, no enemigos.
En mi condición de mujer y luchadora, fui presa en la dictadura y también torturada por hombres. Sin embargo, sé que esos hombres no hicieron lo que hicieron solo porque eran hombres y sí porque respondían a un proyecto político capitalista de aplastar el pueblo.
Lo que no saben las compañeras que hostilizan a los hombres en las marchas es que el rol que juegan con esa actitud sectaria y matonesca, expulsando muchas veces a golpes a los varones, que le hacen un flaco favor al movimiento y que hacen algo muy parecido a lo que hizo José Piñera con el Código Laboral en la Dictadura “atomizar a los trabajadores”. Claro que él lo hizo a través de una ley, las Feministas Radicales lo hacen “con la fuerza”, a golpes, con gritos, insultos, amenazas y es muy, pero muy contrario, a lo que necesitamos como mujeres para conquistar el aborto libre y gratuito y todos los derechos que reclamamos año tras año. La separación solo debilita la lucha y le sirve a los burgueses y gobiernos de turno para seguir manteniendo sus promesas incumplidas.
Si en lugar de convocar a una huelga general de mujeres (que tampoco es efectiva porque no logra penetrar en el conjunto de las mujeres trabjadoras), las Feministas construyeran, junto a las organizaciones de la clase trabajadora, una Huelga General de todas y todos quienes producen la riqueza en este país, pondríamos a los gobiernos capitalistas, como el de Gabriel Boric (que se dice feminista), en jaque, obligándolos a tomar medidas que efectivamente benefician a las mujeres y a la clase trabajadora, como hicimos durante el llamado “estallido social”. Hombres y mujeres de la clase trabajadora, mapuche, hinchas de las barras bravas, todos juntos contra los grandes capitalistas.
La división no es más que una política servil a los poderosos, debemos combatir a aquellos sectores que quieren debilitar al movimiento al no permitir que participen y se pongan al servicio de la lucha de la mujer a nuestros compañeros, los estudiantes secundarios, universitarios, los sindicatos, trabajadores, activistas y todo aquel compañero que se disponga a defender hombro a hombro los derechos de las mujeres y que tanto necesitamos.
¡No se puede repetir lo que vivimos el 8M de 2020, cuando el encuentro plurinacional de mujeres resolvió por unanimidad la consigna “Que se vaya Piñera!”, pero, para la sorpresa de muchas, la dirección cambió el eje de la marcha por el nefasto “que se vayan los pololos”, haciendo un gran favor a Piñera. No queremos que “los pololos se vayan para la casa”. Queremos que estén codo a codo con las mujeres en defensa de los derechos democráticos y cuestionando su machismo en el día a día.