La crisis sanitaria por la propagación del virus COV-19 se extiende. En Chile en sus primeros días la respuesta del gobierno de Piñera fue negligente, no se tomo ninguna medida seria contra la propagación del virus, se mantienen las aglomeraciones en los lugares de trabajo y del transporte. La preocupación de Piñera y Mañalich es mantener los negocios a las empresas, aeropuertos o servicios. La Dirección del Trabajo con su dictamen 1283/006 vino a señalar que en caso de cuarentena, por razones de «caso fortuito» no se pagaran las remuneraciones. La Ley de «Protección del Empleo» empuja al uso de los fondos de su seguro de cesantía a cientos de miles de trabajadores. En estas circunstancias, muchos trabajadores por su propia experiencia han concluido que a los empresarios no les importa sus vidas. Lo mismo en el rol de la Dirección del Trabajo. En esta crisis muchos en los lugares de trabajo piensan que los trabajadores se encuentran solos. Es totalmente cierto. Ante esta conclusión queremos desarrollar una idea en el mismo sentido. Esta misma afirmación, mirada desde el ángulo activo de las posibilidades de luchas va en el mismo de lo que se dijo hace 149 años en 1871 en los estatutos de fundación de la Primera Internacional o Asociación Internacional de los Trabajadores, la cual sostenía que “la emancipación de la clase obrera debe ser obra de los obreros mismos”. Este es el principio defendido por los comunistas para la organización general de la clase trabajadora basada en su auto-organización y acción directa de la lucha de clases.

En una revisión atenta a los hechos recientes en Chile queda demostrado que el Gobierno de Piñera actúa con su brazo «legal»en el mundo de los trabajadores, la Dirección del Trabajo, en favor de los empresarios. Veamos. Transcurría la segunda semana de marzo y la clase trabajadora toma el problema de la seguridad en sus manos, estallando huelgas y manifestaciones en todos los principales centros comerciales del país contra la indolencia empresarial, demandando el cese de las actividades comerciales ante la amenaza de la propagación del COV-19. Entonces, se daba por hecho el pago de remuneración. La lucha se extendía. Estas manifestaciones y huelgas se extendieron de forma espontaneas en la Construcción, en varias empresas del transantiago, los subcontratados del Metro e inicialmente en faenas mineras de la II y V Región.

Rápidamente las empresas y su gobierno contraatacan para descargar los costos de esta crisis sanitaria y económica sobre los hombros de los trabajadores. Hacen valer una importante herramienta a su favor, la Dirección del Trabajo. Los capitalistas se organizan en torno a su Estado que tiene como tarea fundamental perpetuar el mundo de la explotación y la propiedad privada, por eso busca impedir que los trabajadores reflexionen sobre su realidad e impide que se organicen. La Dirección del Trabajo es parte de este Estado. El dictamen 1283/006 del 26 de marzo vino a señalar que en caso de cuarentena, por razones de «caso fortuito» no se pagaran las remuneraciones, se «suspende» el contrato laboral. Los empleadores pasaron a la ofensiva, con despidos y suspensiones. Se decreta el Estado Constitucional de Catástrofe y la primera cuarentena en algunas comunas de la región metropolitana. Se cierran los centros comerciales pero ya estaba garantizado que esos costos lo asumían los trabajadores. Se presenta como solución la Ley de «Protección del Empleo», para que sin tocar un peso las ganancias de las grandes empresas capitalistas, sean la cuenta del seguro de cesantía del trabajo que asuma el costo. En el parlamento toda la «oposición» incluido el PC y el Frente Amplio apoya el proyecto. Las centrales sindicales tales como la CUT y otras centrales alternativas se limitaron a dar declaraciones y palabras, pero sin una política concreta de unidad para una huelga general por la vida de los trabajadores, sin que se afecte el salario ni haya despidos. Esta última tarea sigue pendiente, es el camino.

El panorama actual es una mayoría de la clase trabajadora del país en la Industria, minería y servicios aun sigue obligada a concurrir a sus puestos de trabajo, bajo el chantaje de que sin trabajo no hay remuneración, exponiéndose al contagio, arriesgando sus vidas. El otro número importante fue objeto de despidos y suspensiones sin salario. Un porcentaje menor queda sujeto a la variable del teletrabajo. La contraofensiva del capital es total para descargar las pérdidas de la Pandemia sobre los hombros de la clase trabajadora.

Los capitalistas se organizan en torno a su Estado que tiene como tarea fundamental perpetuar el mundo de la explotación y la propiedad privada, por eso busca impedir que los trabajadores reflexionen sobre su realidad e impide que se organicen. La Dirección del Trabajo es parte de este Estado. La Dirección del Trabajo con su dictamen 1283/006 vino a señalar que en caso de cuarentena, por razones de «caso fortuito o fuerza mayor» no se pagaran las remuneraciones. La Ley de «Protección del Empleo» empuja al uso de los fondos de su seguro de cesantía a cientos de miles de trabajadores. No es cierto lo que muchos dirigentes sindicales del PC y el PS señalan que la Dirección del Trabajo no hace su trabajo, en rigor su función es precisamente impedir la auto-organización de los trabajadores. En determinados momentos pueden aparentar estar del lado de los trabajadores con gestos en específicos, pero en lo fundamentales y en los momentos en los cuales está en juego las ganancias de los capitalistas, responden a su misión. Es por aquello que en la comprensión histórica de la lucha de clases, Carlos Marx en 1871 al redactar los estatutos de la Primera Internacional o Asociación Internacional de los Trabajadores sostenía “que la emancipación de la clase obrera debe ser obra de los obreros mismos”. Este es el principio defendido por los comunistas para la organización general de la clase trabajadora basada en su auto-organización y acción directa de la lucha de clases. En este escenario de vida o muerte, los trabajadores debemos retomar a la auto-organización mediante la huelga generalizada por la vida, las asambleas (reales en donde aun nos estén obligando a concurrir a los lugares de trabajo o virtuales en donde nos impusieron el teletrabajo), comités de fiscalizaciones de la situación real de la empresa y la lucha contra el capitalismo. De la misma forma en que Carlo Marx logró imponer su sello a lo primeros pasos del movimiento obrero, los trabajadores y las trabajadoras en el 2020 para la defensa de nuestros derechos, nos tenemos únicamente a nosotros mismos. Como hace 149 años. «La emancipación de la clase obrera debe ser obra de los obreros mismos».

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