La Mayoría de los partidos les pertenecen: los de derecha, los populares y los que se dicen de izquierda. Bailan la música que tocan los dueños de los bosques, las minas o el mar. Los restantes partidos; los alternativos, los emergentes y los progresistas sólo claman por un puestecito en su circo y afirman que todo mejorará cuando ellos sean mayoría.

Nadie llega a final de mes con los sueldos miserables. Enfermarse es padecer, envejecer es caer en la miseria, educarse es endeudarse. Mientras los empresarios, ganan con los remedios y las clínicas. Invierten con nuestras pensiones en negocios que son para ellos; ganan con los colegios, universidades e institutos. Nos estafan con las farmacias y con los pollos. Y mientras más ganan, más afilan los colmillos y pagan campañas, con la riqueza que nos quitan, para poner títeres en un Congreso que sólo vota leyes que les favorecen.

Los trabajadores sólo miramos esta ronda de figuras y promesas de cambio electoral, este desfile de noticias en que se corrompió un cura, un político, un policía, un general. Nuestra legítima rabia nos debe llevar a decir ¡Basta! Porque es absolutamente necesario poner fin a este macabro negocio, cortar de raíz este enriquecimiento a costa nuestra.

Pero hemos visto que con marchas no basta. Llevando nuestros reclamos y sugerencias a las instituciones de esta “democracia” tampoco hemos logrado algo, porque las nuevas reformas nos siguen perjudicando y quitando derechos que con sacrificio ya habían ganado nuestros padres o abuelos. Y surgen nuevos partidos que perpetúan las reglas del juego. ¿Cómo seguir?

Si queremos cambiar las cosas, hay que instalar un nuevo orden. Necesitamos construir un partido de los trabajadores para hacer una Revolución.

¿Por qué un partido?

A lo largo de la historia, los empresarios han creado y usado sus herramientas para organizar sus ideas y dominar toda la sociedad. Tienen sus partidos. Todas las instituciones y gobiernos están a su servicio. La diferencia entre los partidos es de máscara. Los del Chile-Vamos (coalición de derecha que incluso representa a pinochetistas, pero que también ha ganado apoyo entre trabajadores, a punta de engaños y canastas de regalo para comprar sus conciencias) y los de la ex Nueva Mayoría, tienen apoyo en instituciones como la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) que defienden los intereses empresariales, que finalmente son los únicos garantizados por la Constitución de Pinochet. Todos esos partidos siguen las órdenes del Fondo Monetario Internacional (FMI) que impone los planes de ajuste para resguardar las ganancias de las transnacionales. Así, todos los partidos actúan como una sola poderosa herramienta para que los explotadores sigan siendo la clase dominante, a pesar de ser la minoría.

Entonces, los trabajadores necesitamos la fuerza de una organización exclusivamente de nuestra clase, para hacer frente a los empresarios y torcer el juego donde ellos tienen todo a su favor. Ya que a nosotros ni el tiempo nos da con la excesiva jornada laboral, es vital exigir disminución de horas de trabajo a la semana para poder organizarnos y avanzar en nuestra conciencia. Si no destinamos un tiempo de nuestras vidas a construir una herramienta seria, disciplinada, para defender nuestros derechos y la sociedad que queremos, las cosas seguirán igual y peor. Los sindicatos son nuestra primer herramienta, pero restringida a la vida del trabajo. Y nosotros queremos cambiar no sólo las condiciones de trabajo, sino de nuestra vida entera. Para eso, necesitamos un proyecto de sociedad y material humano que lo construyan y luchen por él. Eso es un partido de trabajadores.

¿Por qué para la Revolución?

Una revolución es destruir lo viejo para instaurar algo distinto, nuevo. Una reforma es mejorar lo viejo, manteniendo lo esencial de éste. Las reformas son importantes para mejorar nuestra situación, pero no solucionan el problema de raíz y al poco tiempo, todo se repite. Hay muchas reformas que en este sistema podrido no se pueden llevar a cabo, como por ejemplo el fin de las AFPs. Por eso desde el MIT estamos convencidos de que es necesaria una revolución. Porque todos los partidos han mantenido el sistema. Incluso los que proponen mejorarlo, porque a través de parlamentarios y ministros corruptos, es imposible.

Nosotros levantamos el ejemplo de la Revolución Rusa, que en 1917 quitó el poder a los empresarios y lo puso en manos de los trabajadores. Sin embargo ese no fue un proceso pacífico, porque la clase dominante no lo permitió. Entonces los trabajadores tuvieron que armarse en su defensa para llevar a cabo la revolución. Buscaron en los sectores bajos de las FFAA sus fuentes de apoyo, fracturando el ejército tradicional capitalista y así debilitaron el poder de los empresarios, recuperando el armamento para su propia defensa como clase, con ello luego se constituyeron unas fuerzas armadas totalmente distinta, todos los trabajadores tenían armas y no existía la jerarquía cupular.

¿Qué proyecto de sociedad defenderá el partido de los trabajadores?

  • No más cesantía. Disminución de las horas de trabajo para garantizar más empleos para los cesantes: Piñera prometió tiempos mejores y con ello más empleos, sin embargo nunca hemos visto un país con cero por ciento de cesantía. Esto es así porque el capitalismo necesita un ejército industrial de reserva (o masa cesante), ya que con eso extorsionan a los trabajadores para decir que alguien afuera está ansioso por su puesto de trabajo, así dominan para que tengamos que aceptar las malas condiciones laborales. Bajo la nueva sociedad el trabajo será un derecho y a la vez un deber, nadie tendrá el privilegio de no trabajar, a menos que sus capacidades físicas se lo impidan.
  • Democracia obrera: el parlamento es destruido y reemplazado por organismos de la clase trabajadora, donde el conjunto democráticamente resuelva sobre los temas del país. Habrán delegados de distintas asambleas, con cargos revocables y que ganen lo mismo que cualquier obrero calificado. Se acaban los políticos por toda la vida y con miles de privilegios. Así funcionaron los soviets de la Revolución Rusa. Y en Chile, algo parecido fueron los cordones industriales durante la Unidad Popular, que forzaban al propio gobierno de Allende a tomar medidas en contra de los capitalistas.
  • Planificación de la economía: La economía capitalista funciona sin planificación general. Es desordenada, produciendo lo que “más vende” y no “lo más necesario”, por ejemplo, miles de departamentos de lujos, pero poquísimas habitaciones populares. Y ese desorden, que sólo genera lucro, se mantiene a costa de las necesidades de la mayoría que quedan sin resolver. La economía planificada busca producir ordenadamente según las necesidades de la sociedad y no el lucro de un patrón.
  • Estatización de las principales ramas de la economía, bajo control obrero: Los empresarios solo han lucrado con nuestros recursos naturales: bosques, mar, minas, etc. Organizan la producción de una manera irresponsable, minimizando gastos a costa de la seguridad en las condiciones laborales, del impacto de la producción al medioambiente, etc. Los obreros sabemos bien cómo funciona la producción, es indispensable sacar a los empresarios y estatizar las empresas pero que esta vez vayan a parar a un Estado al servicio de los trabajadores, un Estado Obrero, y que haya organismos obreros que fiscalicen la organización del qué producir, cuánto producir y cómo producir, es decir, control obrero.

Por esto hablamos de socialismo -que nada tiene que ver con el falso socialismo de Maduro en Venezuela-, nos referimos a socializar los medios de producción, que ya no sean propiedad de un puro patrón, sino del conjunto de los trabajadores. Debemos partir por renacionalizar el cobre y los recursos naturales, bajo control obrero.

  • Fin a las opresiones: El capitalismo usa las discriminaciones de raza, género, identidad sexual, nacionalidad para dividirnos como clase trabajadora y poner en ventaja a un sector con sobre otro. Además de eso, lucran mucho más con la doble jornada laboral de las mujeres, la falta de derechos y bajos sueldos de los inmigrantes, etc. La sociedad socialista creará las condiciones para superar todas las opresiones.
  • Del socialismo al comunismo: Hacer una revolución y empezar a cambiar la estructura política y económica de la sociedad es solo la primera parte, es lo que llamamos socialismo. Nuestro objetivo final debe ser una sociedad donde no existan clases sociales, es decir el comunismo, donde no existan ricos y pobres y donde todo lo que es producido por la humanidad sea controlado por la mayoría de los trabajadores y repartido de acuerdo a las necesidades de cada uno. Las experiencias de la Unión Soviética y otros países dieron solamente los primeros pasos en ese sentido, pero retrocedieron por la traición de sus direcciones (Fidel Castro, Stalin, etc.). Creemos que hay aprender con los errores y limitaciones del pasado y reconstruir un proyecto que tenga como objetivo liberar a la humanidad del capitalismo.

Te invitamos a luchar y construir en conjunto este proyecto de sociedad, te invitamos al Movimiento Internacional de Trabajadores (MIT). Ven al partido que no te promete privilegios ni ventajas, solo la lucha honesta y organizada para construir un mundo mejor.

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