por María Rivera, dirigenta del MIT y ex-constituyente por el Distrito 8
En esta ocasión haré el primer balance de mi participación en la Convención Constitucional. Lo primero, hay que recordar que el haber elegido 27 integrantes de La Lista del Pueblo, más la Vocería de los Pueblos en que, 34 Convencionales firmamos una declaración que plasmaba en buena parte las demandas de la Revolución abierta el 18 de octubre, crearon expectativas en un importante sector del Pueblo.
Así el 4 de julio de 2021 irrumpíamos en una institución burguesa que se veía obligada a contener en ella a diversas expresiones del Chile que había llenado las plazas, calles y avenidas llenos de rabia contra aquellos que habían tenido el poder durante 30 años.
Ese día temprano nos reunimos en Plaza de la Dignidad, la misma que vio luchar a aguerridos jóvenes en la primera línea y organizarse brigadas de salud, autodefensa y alimentación, así como también vio dejar la vida en la lucha a Abel Acuña, Cristian Valdebenito, Mauricio Fredes. Varias centenas de personas nos acompañaron hasta el Ex Congreso, ahí nos esperaba el inicio de la Convención con la formalidad acostumbrada por la élite, la que rápidamente se vio frustrada porque nos vimos en la obligación de salir a la calle a enfrentar la represión desatada.
Ese primer día, en que por primera vez en un organismo burgués nos reuníamos Pueblos Originarios, Independientes, y políticos tradicionales, la mayoría de las y los convencionales henchían el pecho ocupando su lugar de autoridad, en una carpa sin buen sonido, sin un lugar donde alimentarnos, constatando que esta Convención Constitucional, arrancada por la fuerza de la movilización, no sería lo que muchos y muchas soñaban.
Ahí estaba yo, sin ninguna confianza, sin expectativas y levantando con orgullo las banderas del 18 de octubre y la bandera del Movimiento Internacional de Trabajadores, con la firme convicción de usar cada minuto para defender la lucha por el socialismo.
No es fácil para nadie estar en permanente alerta de no caer en las presiones. Las enseñanzas que nos han dejado los maestros, el estudio, la elaboración y el apoyo de nuestra internacional la Liga Internacional de Trabajadores – Cuarta Internacional, nos permitió entrar y salir con la mirada erguida.
Desde el primer instante pude constatar que ser independiente no es garantía de nada y que la diferencia la haría desde ese mismo instante el programa que cada uno de los 155 llevaba bajo el brazo. No fue difícil saber quien era quien, por ejemplo la rimbombante Declaración de “Las Vocerías de los Pueblos”, que atrapó la atención de la prensa, muy pronto se diluyó, porque las flamantes dirigentes de las Vocerías, feministas, 8M y otros independientes, solo se quedaron en emitir esa declaración para ¿ganar prensa quizás? Rápidamente sucumbieron a las presiones y en lugar de apoyarse en la movilización popular, ocuparon salones y pasillos, incluso las entrevistas en la prensa, para “negociar” con los partidos, relegando las demandas del Pueblo en beneficio de los objetivos de los políticos de siempre y sobre todo del Frente Amplio. Así, fueron quedando en el camino demandas urgentes como oponerse a los TLCs, la Educación sin participación de privados, el Fin a las AFP y luchar por liberar a los presos.
El día de la votación de la norma de propiedad, una de las más importantes de la Nueva Constitución, fui testigo de las presiones que hacían los partidos de los más diversos colores a los independientes y a los Pueblos Originarios. En una de ellas, Patricio Fernández PS, Ignacio Achurra FA, Javier Fuschlocher de Independientes No Neutrales, todos juntos presionando a las Convencionales Mapuche para que votaran que el Estado, en el caso de expropiar propiedades, debería hacerlo con pago previo de indemnizaciones. Ese chantaje claramente tenía como objetivo defender a los grandes grupos económicos del país. También me presionaron, pero como yo no les creo, no caí en su maniobra, que dejó felices a los dueños de las Forestales, de las grandes Mineras y de toda gran Empresa pues el Estado chileno jamás tendrá suficiente dinero para recuperar lo que nos han arrebatado.
El primer periodo del proceso lo hice como integrante de la Comisión Provisoria de DDHH, me encontré frente a frente con el cómplice de la Dictadura Almirante Jorge Arancibia a quien enfrenté y emplacé a que dijera donde están los Detenidos Desaparecidos, hombre de actitud soberbia y cínica, a quien la pandemia ayudó a quedarse en su casa y disminuir el repudio permanente que le expresábamos quienes no perdonamos ni olvidamos. Este cómplice de la dictadura, que llegaba y se retiraba con guardaespaldas hizo parte de alguno de los colectivos que integraron los 37 representantes del sector más Conservador del país, los que tienen una facilidad gigante para mentir, no se ponen nerviosos, y se apoyan en los grandes equipos de asesores con olor a desinfectante que los asesoran. Alardean de su estirpe, humillan, se desesperan cuando nos escuchan y nos temen, los aterra el Pueblo Movilizado. Individualmente se muestran amables, María ¡que honesta eres, ¡eres la más consecuente! ¡Eres muy valiente! Te respetamos, y cuando el secretario Smock anunciaba mi intervención, un completo silencio era lo que me antecedía, todos sabían que existía la posibilidad que los denunciara, los enfrentara por corruptos, por responsables de la miseria. Hoy, después de conocerlos digo con la misma fuerza y con mayor certeza “nunca debemos confiar en sus palabras de buena crianza”, porque cuando lo consideren necesario actuarán como realmente piensan y aplicarán todo su poder contra nosotros.
En la otra cara de la moneda compartí la Comisión con la mítica Machi Francisca Linconao, con quien iniciamos una gran amistad y pude conocer de más cerca a esta mujer Mapuche aguerrida, autoridad ancestral, desconfiada pero como no serlo si pasó un año en la cárcel víctima de un montaje. No me cabe duda, que la Machi seguirá luchando por defender su tierra y expresando la impotencia y rabia de tanta discriminación y malos tratos a su pueblo. Por mi parte en privado y Públicamente se lo dije “reivindico la lucha Mapuche por la recuperación de las Tierras y no cuestiono la violencia que utilizan en esa lucha”
La decantación de posiciones no se demoró. Los partidos tradicionales todos los ex Concerta, INN, PS y FA hoy Bloque gobernante tomaron la dirección, arrastrando a los independientes que al principio parecían decididos a dar una batalla, mostrando que las campañas electorales “aguantan todo”. Las Feministas organizaron “una colectiva” encabezada por las 8M, también se organizaron los “Ecoconstituyentes”, colectivos que se llenaron de ex-independientes que a poco andar sucumbieron o directamente se entregaron al ansiado poder tradicional.
Mientras los políticos de siempre, que dentro de la Convención tenían claro que debían proteger los privilegios de los poderosos, hacían y deshacían normas, el sector popular debía dar explicaciones del numerito del “Pelao Vade” haciendo esfuerzos para no ser contaminados, esfuerzo que se vería prontamente derrotado con la aparición del candidato Presidencial de la Lista del Pueblo Diego Ancalao, quien resucitó muertos, compró notarios y terminó por destruir el otrora Proyecto Popular Lista del Pueblo.
Así los 27 que llegamos como propuesta nos diluimos, integramos diversos colectivos o bancadas y seguimos al menos yo, defendiendo el programa que llevó hasta ese hemiciclo que me permitió provocar la histeria de los poderosos, el miedo del Frente Amplio, la vergüenza de varios independientes, la emoción de algunas que se dicen Comunistas y el orgullo al escucharme de un importante sector de trabajadores.
Hoy, cuando ya ha quedado atrás esa parte del proceso de la Convención constitucional, puedo decir sin temor a equivocarme: nuestro balance es positivo, Logramos levantar un programa Revolucionario, hablando con la verdad, proponiendo el camino al socialismo, única forma de terminar con la corrupción en todas las instituciones del Estado, enfrentando al poder burgués, demostrando a que vamos los revolucionarios al Parlamento. No concedimos, no participamos de ninguna negociación espuria a espaldas del Pueblo, no nos rendimos al poder institucional y hoy podemos salir a la calle a defender lo que ahí sembramos.
Hoy debemos trabajar con ahínco y con la experiencia ganada, decir con total certeza que no es por dentro de la institucionalidad que encontraremos la salida. Hay que seguir luchando por construir un programa que unifique a la clase trabajadora, y recuperar los sindicatos, las asambleas territoriales, las organizaciones de mujeres, jóvenes y ancianos, pueblos oprimidos y disidencias sexuales, un programa de todas y todos los que luchan y con las férrea independencia de clase para retomar las banderas que flamearon en octubre y cambiar de raíz este Chile. Para esto es muy necesario construir un Partido Revolucionario y desde ya el MIT se pone al servicio de esa tarea que urge, para que lo mejor de nuestra clase se apropie y realice esta tarea. Dejamos acá la invitación a conocer nuestra propuesta.