23 de JUNIO de 2018 / SANTIAGO Miles de personas participan de la "Marcha por el Orgullo 2018", convocada por el Movilh y la Fundación Iguales. FOTO: HANS SCOTT / AGENCIAUNO

Por Tamara Pouliquen


Este 28 de junio, el Metro de Santiago presentó la Tarjeta BIP multicolor -que se utiliza en el transporte público- en conmemoración del Día del Orgullo. Las reacciones de la gente sólo evidenciaban el nivel de prejuicio e ignorancia que aún existe en nuestra sociedad. Las expresiones vertidas en general tendían a reproducir esos atrasos persisten con sentencias como: “¿orgullo de qué?”, “el Lobby LGTB nos quiere imponer o simplemente que son ideologías anti-natura.”

Estando de acuerdo que ninguna tarjeta o formas mercantilizadas de esta sociedad capitalista o del llamado “Pink-money” (negocios de las grandes corporaciones y marcas que toman como símbolo la bandera multicolor) representa un avance significativo en la conquista de derechos, pues no revierte la discriminación hacia las comunidades LGTBIQ+, ni toda opresión, mucho menos la explotación, sin embargo, es necesario preguntarnos: ¿por qué existe discriminación?, ¿qué es el día del orgullo? ¿Por qué es importante que la clase trabajadora luche por derribar aquellos prejuicios y haga parte suya las demandas que un sector de la sociedad mantiene como necesarias para avanzar juntos en la batalla contra la principal forma de opresión?, ¿qué es la opresión de clase?

Un poco de historia y el surgimiento de Stonewall como un hito en la lucha contra las opresiones

La lucha de gays, lesbianas, trans y diversidad sexual no comienza con la revuelta de Stonewall, es muy anterior a ese episodio, pues ya la lucha por la despenalización de la homosexualidad comienza con una demanda democrática que avanza conforme a las revoluciones burguesas (francesa, inglesa, norteamericana, etc.), que no pretendía abolir toda legislación contra lo que se catalogaba como sodomía sino específicamente la pena de muerte a la homosexualidad. Por ejemplo, en Francia, como referencia Daniel Gaido en su libro Marxismo y Liberación homosexual, la legislación del antiguo régimen a lo que se catalogaba como “sodomía” tenía pena de muerte en la hoguera y aunque contadas veces se aplicó, resalta el caso de dos trabajadores, Bruno Lenoir y Jean Diot, que fueron sorprendidos teniendo sexo consensual en la calle Montorgueil y la condena fue brutal. Como ninguno de ellos contaba con influencias en la corte, ni menos con las clases dominantes fueron ahorcados y quemados en plena Place de Grève en Paris. Aunque estas ideas de despenalización se reflejaron en el Código Civil dictado por la Asamblea Constituyente de 1791, donde ya no se menciona como delito, la burguesía demostró su incapacidad de llevar en profundidad los derechos democráticos porque hacerlos extensibles a la clase trabajadora se interponía en sus compromisos con los terratenientes, el clero y la monarquía. Así los partidos liberales, herramientas políticas de la burguesía, fueron abandonando la consigna de la despenalización. Esta reivindicación es retomada en 1898 cuando surge la primera organización por los derechos de los homosexuales en el mundo, encabezados por Magnus Hirshfeld, en alianza con el partido obrero marxista alemán, el Partido Socialdemócrata, PSDA.
A pesar de que la despenalización fue una consigna utilizada en distintos momentos de lucha, en Alemania recién saldrá nuevamente a la luz como un hecho conquistado con el primer gobierno bolchevique en la Rusia bajo Lenin y la dictación del Código Penal soviético en junio de 1922, llegando a su fin en 1932 cuando el régimen contrarevolucionario de Stalin vuelve a la recriminalización.

Las condiciones de opresión, discriminación, no fueron diferentes en Estados Unidos, pues tras la conquista de la despenalización que trajo consigo la revolución norteamericana en Estados como Pensilvania, la discriminación y persecución hacia las comunidades negras, LGBTQA+ y también hacia los comunistas fue un hecho. Tras la Segunda Guerra Mundial, comienza una época de cacería de brujas, las listas de persecución hacia comunistas, anarquistas y personas consideradas subversivas incluyen en 1950 a los homosexuales y es a partir de los movimientos contra la guerra de Vietnam, la organización por los derechos civiles de los negros, los movimientos por los derechos de las mujeres iban en aumento y esto imprime una nueva disposición al enfrentamiento con la policía.

La segregación era frecuente y las redadas contra las comunidades LGBTQA+, sistemáticas, incluso desde la Asociación Norteamericana de Psiquiatría se catalogó hasta 1973 la homosexualidad como un trastorno mental. Barrios como Greenwich Village en Nueva York se transformaron en espacios de residencia y contracultura de la población homosexual, emergiendo también una vanguardia de poetas denominados generación Beat, dentro de los cuales podemos encontrar a Allen Ginsberg o William S. Burroughs. Uno de sus bares, el Stonewall Inn, fue un espacio subterráneo donde gays, lesbianas, trans podían bailar; pero la noche del 28 de junio de 1969 y en plena redada del frecuente acoso que asediaba a las comunidades creció la indignación cuando la policía comenzó a manosear inapropiadamente a lesbianas. Los enfrentamientos se sucedieron días e involucraron también a otros sectores del vecindario, como los jóvenes sin techo que habitaban el mismo barrio. Posteriormente también se iniciaron acciones de los Black Panthers y de otros movimientos de izquierda. Pedradas a la policía, enfrentamientos, barricadas, Christopher Street, la calle emblemática donde estuvo ubicado el Stonewall in se transformó en el lugar emblemático del primer aniversario de aquella revuelta el 28 de junio de 1969 y así vio nacer la primera marcha del orgullo gay.

Si bien la revuelta Stonewall fue un impulso en la lucha de la comunidad LGBTIQA+, visibilizando las disidencias y lo que antes era el miedo gay se transformó en orgullo, no logró acabar con la despenalización de la homosexualidad; pues en Nueva York, la Ley Antisodomía estuvo vigente hasta 1980. Este es un punto clave para la comprensión de por qué las disidencias deben seguir peleando por sus derechos; ya que, en el marco de una sociedad capitalista, toda conquista es transitoria, parcial y se encuentra bajo amenaza permanente, pues dependen de la voluntad de un gobierno de turno si avanzan o retroceden. Sin embargo, aunque se avance en la dictación de leyes que amplíen los derechos en la búsqueda de la igualdad ante la ley de trans, lesbianas, gays, queers, pansexuales, bisexuales, etc., lo derechos tocan techo, porque la mayor parte de estos, no significan igualdad ante la vida y la mayoría se ve afectada por las mismas carestías que padece la clase trabajadora: falta de vivienda, pensiones miserables, educación de baja calidad, falta de recursos para la salud, trabajos precarios y muchas veces son arrojados a la prostitución por las condiciones de vida miserable.

Chile, no es la excepción.

A pesar que desde la era de los gobiernos “pseudo-democráticos” la visualización de las disidencias ha ido avanzando, la homosexualidad históricamente estuvo legalmente prohibida en Chile. El gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, por ejemplo promulgó la “Ley de Estados Antisociales” en 1954, que permitió la persecución a vagabundos, locos, mendigos y homosexuales. Pero, esta sociedad, reproduce en mayor o menor escala distintos grados de opresión, incubando distintas formas de discriminación que muchas veces se transforman en fobias, incluso en sectores de la clase trabajadora. Un 22 de abril de 1973, un grupo de jóvenes travestis prostibulares deciden romper el silencio y salen a protestar por los derechos civiles y políticos ignorados por el gobierno de la Unidad Popular. La prensa de “izquierda” también reveló sus atrasos tras esta manifestación, pues sus titulares evidenciaban la caricatura de que han sido carne las disidencias y el gran titular tras esta manifestación declaraba: “Colipatos piden chicha y chancho”. Bajo la dictadura militar, lesbianas, gays y trans vivieron la tortura, la represión, desaparición o fueron relegados en guetos casi al margen de la sociedad. Recién en 1999 la despenalización de la homosexualidad, con la abolición de las disposiciones que criminalizaban la “sodomía” fueron derogadas, incluso las normativas que impedían su participación en el Ejército; así como también se realiza la primera Marcha del Orgullo en nuestro país. En el 2012 se dicta la Ley antidiscriminación conocida como Ley “Zamudio” y una gran cantidad de leyes relacionadas como la Ley 21.400 de matrimonio igualitario. Hoy contamos con una legislación que avanza y muchos aspectos como la Ley 21, 120 reconoce el Derecho a la Identidad de Género y la rectificación de sexo y nombre registral, pero a pesar de la gran legislación existente, ¿por qué es necesario seguir luchando? ¿Por qué, según un estudio realizado por la Subsecretaría de Prevención del Delito en 2021, el 89,3% de las personas encuestadas declara haber vivido al menos una experiencia de discriminación por motivos de orientación sexual y/o identidad de género, y el 62,5% haber sufrido al menos una victimización por delitos y acoso?
Esto se explica porque en una sociedad capitalista, las opresiones hacia las mujeres, negros, homosexuales, niños, mapuches, etc. son mantenidas y azuzadas, para impedir que la clase trabajadora se unifique y pelee por lo que a pesar de la dictación de leyes no cambia: la explotación. Por ello, conservando estos atrasos, los salarios de determinados sectores mantienen bajos los salarios de la clase trabajadora en general aumentando las ganancias de los patrones, que en Chile la gran concentración económica tiene nombre y apellido, las diez familias que gobiernan este país, junto a las transnacionales que no sólo nos explotan sino que arrasan con nuestros bienes naturales, degradando también la naturaleza. En estos términos, las leyes avanzan, pero tienen un límite, pues la condición de pobreza, la degradación de la vida y del medio ambiente, nos afecta como clase y multiplicando las opresiones en escala, así ser pobre, marica y mapuche; no es lo mismo que ser gay de la clase que mantiene sus privilegios, como el caso de Juanito Yarur, perteneciente al Grupo Yarur- dueños del Banco BCI y de muchas otras empresas-.
Después del 18 de Octubre, todas las demandas planteadas en las calles aún no están resueltas e incluso el gobierno de Boric, el Frente Amplio, con el PS y el PC, a la cabeza de un gobierno autoproclamado progresista, feminista y ecologista ha demostrado en práctica gobernar para esas misma burguesía nacional y transnacional, favoreciendo con leyes que criminalizan a los luchadores, que protegen la gran propiedad privada y que garantizan la explotación de nuestros recursos naturales para ellos mismos. La ley Naín-Retamal, Ley Antitomas, las negociaciones para la explotación del Litio, el cierre de las refinerías en la minería o la militarización de la Araucanía van en la misma función. Nada de esto podremos cambiar si no avanzamos juntos como clase para conquistar nuestros derechos. La comunidad LGTBIQA+ necesita avanzar junto a la clase trabajadora para que unidos luchemos para terminar con la LGTBfobia, contra el machismo y contra la explotación. Debemos avanzar juntos en un programa con total independencia de clase de los patrones y también de los gobiernos proempresariales para poner fin a la opresión y la explotación. Necesitamos más que nunca construir una herramienta política de los trabajadores que abrace en su programa las causas de los oprimidos, porque no puede haber orgullo mientras los gobiernos cínicamente dicen apoyar al pueblo palestino, pero aun no rompen relaciones con el gobierno sionista y permitiendo de esta manera el genocidio de un pueblo. No puede haber orgullo cuando el pueblo mapuche es oprimido y encarcelado por el Estado chileno, no puede haber orgullo cuando a un viejo se le priva de una jubilación justa, a un niño de una educación de calidad y a todo nuestro pueblo de vivienda, salud o trabajo. Tenemos orgullo de ser LGBTQA+, mapuche, mujeres y trabajadores, pero no tenemos orgullo de esta sociedad capitalista y opresora. Que la lucha de Stonewall sea un impulso para unificar nuestras luchas y conquistar un mundo socialista, sin explotación y opresión.

Exigimos:

¡Educación y salud públicas y gratuitas para todos, todas y todes! ¡Acceso a la salud y medicamentos para el tratamiento enfermedades crónicas y mentales asociadas al hostigamiento, como la depresión que inclusive ha llevado en muchos casos al suicidio!¡Tratamientos hormonales y especialistas para la comunidad Trans!
¡Educación sexual integral en todos los colegios y universidades!

¡Basta de privilegios para las Iglesias! ¡Que paguen impuestos igual que todos los habitantes y empresas del país! ¡Que abran sus archivos y sean juzgados por los casos de LGBTIfobia y pedofilia!

¡Por medidas inmediatas de apoyo al trabajo formal de la comunidad trans y travesti!

¡Basta de discriminación! ¡Juicio y castigo por los crímenes de odio, ¡Basta de violencia contra la población LGBTI, criminalización ya de la LGTBIfobia!

¡Nacionalización del cobre y litio con control de trabajadores y comunidades para financiar las demandas sociales y de la comunidad LGBT+!

¡Luchar contra el capitalismo y por el socialismo para acabar con todas las formas de opresión!

1 COMENTARIO

  1. Desde al menos Lenin la izquierda repetía una frase de él «la homosexualidad es otra demostración de la decadencia del capitalismo». En las marchas de comunistas y socialistas los homosexuales que se cruzaban eran perseguidos a garrotazos…ahora son «amiguis»…todo sea por haberse quedado sin causas…los trabajadores ya no quieren cambiar el mundo quieren, y pueden, cambiar el auto…

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