por Cristóbal Badilla y Otávio Calegari
Este 15 de mayo se cumplen 77 años de la Nakba (“catástrofe” en árabe), un proceso que implicó la expulsión masiva y violenta del pueblo palestino tras la creación del Estado de Israel en 1948. Este término es utilizado por el pueblo palestino para designar la colonización judío-sionista de las tierras árabe-palestinas. La creación de Israel fue aprobada por una resolución de la ONU, impulsada y respaldada por las grandes potencias de la época, principalmente Estados Unidos y la Unión Soviética dirigida por Stalin.
Para los pueblos árabes, y en particular los palestinos, la creación de Israel fue una verdadera catástrofe, pues en sus primeros meses más de 800.000 personas fueron expulsadas de sus hogares, y más de 20.000 asesinadas, como parte del proceso de limpieza étnica necesario para fundar el Estado judío-sionista. Desde 1948 hasta hoy, el proyecto sionista de ocupar todo el territorio histórico de Palestina se ha profundizado.
Actualmente, Israel ejerce un control militar, político y económico sobre la totalidad del territorio histórico de Palestina, incluyendo las zonas que en teoría debiesen conformar un Estado palestino, como Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este. En Cisjordania, por ejemplo, aunque existe una Autoridad Nacional Palestina con administración limitada, es Israel quien mantiene el control de las fronteras, las rutas principales, el acceso al agua y la expansión de asentamientos ilegales bajo protección militar. En Gaza, a pesar del retiro formal en 2005, mantiene un bloqueo total por tierra, mar y aire.
Además de eso, a lo largo de estos 77 años, Israel ha protagonizado guerras contra casi todos sus vecinos: Egipto, Líbano, Siria y Jordania.
La lucha del pueblo palestino: contra la colonización y el imperialismo
El sionismo es un proyecto colonial, con prácticas que recuerdan a las llevadas a cabo por los imperios europeos en América Latina, África y Asia. Para sostener su existencia, Israel ha necesitado la alianza con las principales potencias imperialistas, especialmente Estados Unidos. Para esta potencia, Israel es un enclave estratégico y militarizado en una región con inmensos recursos naturales y una larga tradición de lucha antiimperialista.
Desde 1948, Estados Unidos ha destinado más de 130 mil millones de dólares en ayudas económicas, tecnológicas y militares a Israel, según el propio gobierno norteamericano. Gran parte de la economía israelí gira en torno al complejo militar-industrial, vendiendo armas, tecnología y servicios de seguridad a países de todo el mundo. El pueblo palestino ha servido como campo de experimentación de esas tecnologías, lo que refuerza la lógica colonial y genocida del Estado israelí.
Una historia de resistencia
La historia de Israel no puede entenderse sin la resistencia persistente del pueblo palestino. Durante más de siete décadas, los palestinos han resistido por todos los medios posibles, desde la organización popular hasta la lucha armada. El ataque del 7 de octubre de 2023 por parte de la organización Hamas es un episodio más en esa larga historia de resistencia frente a una potencia ocupante y militarizada.
Aunque no compartimos el proyecto político-religioso de Hamas, defendemos el derecho legítimo de los pueblos oprimidos a resistir la ocupación y el genocidio por todos los medios necesarios.
El apoyo global a la causa palestina
La actual ofensiva israelí en Gaza ha dejado más de 60.000 muertos, familias destrozadas y una destrucción casi total de la Franja de Gaza. A la par, en Cisjordania también se han registrado asesinatos, arrestos masivos y desplazamientos forzados. Frente a esto, denunciamos que Israel está llevando adelante un genocidio contra el pueblo palestino.
Millones de personas en todo el mundo han salido a las calles para exigir el fin de la masacre. En Chile, país que alberga la mayor comunidad palestina fuera del Medio Oriente, hemos visto grandes movilizaciones que han presionado al gobierno a pronunciarse. Sin embargo, el gobierno de Gabriel Boric, a pesar de sus discursos críticos, no ha roto relaciones ni ha tomado medidas concretas contra Israel. Chile mantiene acuerdos comerciales, militares y de seguridad con el Estado sionista. Parte del armamento y la tecnología utilizados por Carabineros para reprimir las movilizaciones sociales y al pueblo mapuche proviene precisamente de Israel.
Boric debe pasar de las declaraciones a la acción política concreta, rompiendo totalmente las relaciones con Israel.
¿Qué hacer para frenar el genocidio y derrotar al Estado sionista?
A pesar de las manifestaciones y demandas ante tribunales internacionales, nada ha logrado detener al Estado de Israel. En paralelo, este atraviesa una fuerte crisis interna, con protestas masivas exigiendo el fin de la guerra. Pero el primer ministro fascista, Benjamín Netanyahu, mantiene su política de bombardeos y limpieza étnica en Gaza, incluso proponiendo la expulsión de más de un millón y medio de personas hacia países vecinos.
Frente a este escenario, proponemos:
- Profundizar la movilización de masas para presionar a los gobiernos a romper con Israel. Debemos difundir pacientemente, en nuestros lugares de estudio, trabajo y barrios, el carácter colonial y genocida de Israel, desenmascarando la propaganda sionista que confunde deliberadamente judaísmo con sionismo y los oprimidos con los opresores. Esto es fundamental para hacer crecer las movilizaciones.
- Impulsar el boicot activo contra Israel. El movimiento obrero internacional debe jugar un rol fundamental en esta lucha. Los trabajadores portuarios de distintos países, por ejemplo, deben negarse a cargar o descargar productos israelíes y los trabajadores del sector armamentístico de países imperialistas deben paralizar la producción de armas destinadas a Israel. Esto golpearía directamente la economía de guerra israelí. Además de eso, es fundamental que la clase trabajadora mundial tome acciones contra el genocidio, discutiendo el tema en sus sindicatos y sumándose a las campañas de boicot.
- Fortalecer la resistencia y declarar la guerra a Israel. Israel no entiende otro lenguaje que no sea el de la fuerza. Desde su creación, ha incumplido toda la legislación internacional y los acuerdos que ha suscrito con las organizaciones palestinas. Por ello, los gobiernos de Medio Oriente, en particular los de Egipto, Jordania, Líbano y Siria deben romper relaciones diplomáticas y comerciales con Israel y declararle la guerra, apoyándose en la enorme solidaridad que existe entre las masas árabes con la causa palestina, siguiendo el ejemplo del gobierno yemení, que ha atacado de manera periódica a Israel. Si no lo hacen, sus pueblos tienen el derecho a rebelarse, derrocarlos y construir verdaderos gobiernos solidarios con la causa palestina.
- Levantar una alternativa socialista en la región. No basta con acabar con Israel. El Medio Oriente está repleto de regímenes capitalistas, corruptos, monarquías petroleras y gobiernos autoritarios. Por eso, es necesario construir partidos revolucionarios, socialistas e internacionalistas, que luchen por una región libre de opresores y de explotación.
Por una Palestina libre, laica y socialista
No puede haber paz ni estabilidad en el Medio Oriente mientras exista el Estado de Israel. Este Estado, fundado sobre la limpieza étnica y la colonización, debe ser desmantelado y sustituido por una Palestina libre, unificada, laica y democrática, donde puedan convivir en igualdad de derechos musulmanes, judíos, cristianos y todas las comunidades.
Acabar con Israel no significa exterminar al pueblo israelí, sino terminar con un régimen colonial y devolver las tierras a sus legítimos dueños. Esto, sin duda, implicará un gran éxodo de colonos sionistas, pero es una consecuencia inevitable de un verdadero proceso de descolonización.
La lucha por Palestina es parte de una lucha más amplia: contra el imperialismo y el capitalismo mundial. Solo con la fuerza de la clase trabajadora y los pueblos en lucha podremos liberar Palestina y transformar la realidad cotidiana al servicio de las mayorías.