Por Lorenzo Maderos

Después de Octubre del 2019, en muchas Asambleas se levantó la demanda de nacionalización del agua, el cobre y el litio. Hoy algunos osados candidatos a la convención constitucional proponen que la nueva constitución incorpore la nacionalización de nuestros recursos naturales. Nosotros desde el MIT, a través de estas páginas y de la candidatura de María Rivera, afirmamos la necesidad no sólo de Nacionalizar los recursos naturales, sino también la de expropiar las empresas estratégicas que generan millonarias ganancias a las 10 familias más ricas de este país. Pero esto bajo “Control Obrero”, es decir bajo el control de las y los trabajadores.

¿Por qué recalcamos que las expropiaciones deben ser hechas bajo “Control Obrero”? ¿Hace alguna diferencia que los recursos naturales sean nacionalizados bajo control de los propios trabajadores?

Mientras exista el capitalismo las empresas que se estaticen o nacionalicen, seguirán siendo administradas de la misma forma en que hoy  funcionan las empresas y servicios del sector público. Veamos por ejemplo, lo que sucede con ENAP o con CODELCO, empresas estratégicas del Estado donde sólo pequeño porcentaje de los trabajadores están contratados y pertenecen a la planta, la gran mayoría cumple funciones en forma precaria, con gran inseguridad laboral, subcontratados por empresas privadas que cortan su tajada de la torta, realizando las mismas funciones que podría realizar la empresa estatal a un mayor costo, con menor calidad y explotando a sus trabajadores. Los administradores o gerentes estatales reciben sueldos opulentos mientras se descubren sobrecostos millonarios en la producción. En el caso de Codelco las empresas producen para abastecer el mercado mundial y no para satisfacer la necesidad de la gente por lo que desarrollan un extractivismo a gran escala dañando el medio ambiente y a sus propios trabajadores. Y finalmente, a la hora de definir en que se invierte el dinero que ganan esas empresas, los trabajadores no tenemos ningún grado de decisión. Por ejemplo, un porcentaje importante del cobre se va a un fondo reservado para el financiamiento de las fuerzas armadas,  de los milicogate y  pacogate que ocurren cada tanto y del armamento represivo con que nos gasean y disparan, sin que podamos hacer nada para evitarlo.

Si nacionalizamos el agua hoy, nada impide que un presidente afirme mañanaque el Estado tiene todo el derecho de venderla, como hizo Piñera hace unos años. Como vemos bajo este sistema el Estado sigue en manos de los empresarios.

¿Es entonces, suficiente solo con la nacionalización de los recursos naturales y la expropiación de las mega empresas? Por supuesto que no.

Control Obrero

Como vimos en el artículo anterior, durante los años 1972 a 1973, en el contexto del limitado proceso de estatización de empresas que realizaba el gobierno de la Unidad Popular, surgió desde la base del movimiento de las y los trabajadores el “control obrero”

Por ejemplo la fábrica de conservas Perlak, había sido tomada por los trabajadores durante el año 72, forzando al gobierno a iniciar su proceso de traspaso al área Estatal, los  trabajadores controlaban la fábrica y lo que en ella se producía. En el contexto del desabastecimiento de alimentos provocado por los dueños de Chile, la población debía esforzarse para procurarse la comida. Los trabajadores de Perlak en asamblea, decidieron que fabricarían una sopa nutritiva para los niños de la población, fue uno de los propios obreros quien diseño el envase de la sopa. Lo mismo acontecía en otras fábricas tomadas por los trabajadores. En la industria textil Yarur dejaron producir telas caras para producir sábanas. Otras volcaron su producción hacia muebles de bajo costo. En cada una de esas fábricas los obreros y las obreras ejercían el control de la producción y la administración.  De hecho, cambiaron su modo de producción, ya no había un patrón, ni privado ni estatal que los explotara. No había necesidad de gerentes. Mejoraron sustancialmente sus ingresos y se abarataron los costos. Se producía para el pueblo. Se relacionaban con las empresas cercanas para coordinarse y apoyarse, formando lo que serían los Cordones Industriales. Se vincularon con los trabajadores del campo, para llevar alimentos directamente a la ciudad. Organizaron ferias de abastecimiento coordinados con las organizaciones territoriales. Ejercieron el Control Obrero de la industria donde trabajaban en beneficio de la población, de su clase, organizados desde abajo.

Qué pasaría en nuestros días, si hubiera existido  control obrero en la zona industrial de Quintero y Ventanas. Ante los casos de intoxicación de niños, los trabajadores en conjunto con la población de esas localidades podrían definir el cierre de las empresas contaminantes y la inversión en tecnología de punta para disminuir las emanaciones de las que quedaran funcionando.

Ante las protestas del hambre, y el surgimiento de las ollas comunes, los trabajadores de la industria alimenticia podrían haberse coordinado directamente para abastecer a la población de alimentos al menor costo, evitando el negociado de las cajas de alimentos que como siempre benefició a los empresarios.

El control directo de los trabajadores en sus empresas significaría el fin de la precarización y tercerización de los empleos, se pondría fin a los subcontratos, se podrían mejorar sueldos. Lo mismo podría hacerse en la salud. La salud en manos de sus trabajadores sería el fin del financiamiento estatal a las clínicas privadas y el fortalecimiento de la salud pública. Se volcaría  la inversión para enfrentar mejor la pandemia. Lo mismo en otras áreas como la educación.

Imaginemos que, como se comenzó a gestar en 1972, las experiencias de control obrero se articulan y comienzan a actuar coordinadamente; los trabajadores de la salud, de la farmacéutica, del campo, etc. a niveles regionales y nacional. Entonces bajo control de las y los trabajadores se podría decidir a dónde va la plata del cobre, dónde se invierte el dinero de la administración de las pensiones  ¿En Educación,  en salud? ¿ En viviendas para todos, más hospitales, más barrios?

Esto significaría una mejora real y sustancial de la clase trabajadora y del pueblo en su conjunto

Control Obrero y Convención Constitucional

La nueva constitución debe garantizar la Nacionalización de los Recursos Naturales y la expropiación de las grandes riquezas bajo “control obrero” y la prohibición para el Estado de privatizar recursos o industrias públicas.

Pero ya ni los partidos que formaron el gobierno de la Unidad Popular y que hoy postulan a la Convención Constitucional; el Partido Comunista y el Partido Socialista, creen que se pueda legislar para llevar a cabo una experiencia siquiera cercana a la de la UP. Hoy un abismo los separa del Allende que tanto reivindican.

Por su parte, al Frente Amplio que solo aspira a “democratizar” el capitalismo y tomar un lugar importante en la administración del Estado empresarial, las expropiaciones no les interesan. Solo aspiran a darle tranquilidad al empresariado para garantizar su ascenso político.

A muchos candidatos “independientes” les parecerá muy “ultra” esta medida y el empresariado hará de todo para evitar que una nueva constitución promueva la expropiación de sus empresas.

Sabemos que esta ley nunca verá la luz en la Convención Constitucional.

Pero supongamos que, bajo la presión del pueblo luchando en las calles o en un nuevo estallido, la Convención Constitucional llegara a dictar una ley así. Entonces ¿será posible expropiar las grandes empresas y fondos de pensiones, mejorando las condiciones de los trabajadores y avanzando en el control y planificación de la economía bajo esta super ley? ¿La clase gobernante nos dejaría? ¿Se suicidaría voluntariamente solo porque una ley lo dice?

Sostenemos que no, que la única forma que las y los trabajadores lleguen al control de la economía nacional es a través del avance del movimiento obrero y popular  en contra de la clase explotadora, es decir enfrentando todo el aparato del Estado Burgués, desbordando la legalidad y arrebatando el poder de las manos de los capitalistas.

Solo cuando las y los trabajadores estemos en el poder podremos ser dueños de las riquezas de este país y administrarlas para provecho de todos. Solo así se podrá imponer una constitución que nos beneficie, a través de una organización nacional de trabajadores que construya en beneficio del pueblo, que planifique  en beneficio del pueblo y que defienda al pueblo ante cualquier agresión. A eso los textos clásicos le llaman “Estado Obrero”, el Estado de las y los trabajadores.

Aunque este Estado Obrero  no es el final del camino en la emancipación del hombre y la mujer de toda explotación y opresión, es el paso fundamental que debemos dar como sociedad si queremos que por fin se realicen todas las demandas que nos llevaron a estallar en Octubre y más aún.

¡¡Trabajadoras y trabajadores al poder!!

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