por Tamara Pouliquen

Por todo lo planteado, compañero (Allende), nosotros los trabajadores, estamos de acuerdo en un punto con el señor Frei, que aquí hay sólo dos alternativas: la dictadura del proletariado o la dictadura militar. Claro que el señor Frei también es ingenuo, porque cree que tal dictadura militar sería sólo de transición, para llevarlo a la postre a él a la presidencia. Estamos absolutamente convencidos de que históricamente el reformismo que se busca a través del diálogo con los que han traicionado una y otra vez, es el camino más rápido hacia el fascismo. Y los trabajadores ya sabemos lo que es el fascismo”

Coordinadora Provincial de Cordones industriales. Comando Provincial de Abastecimiento Directo. Frente Único de trabajadores en conflicto.

En este extracto de una carta enviada por la Coordinadora Provincial de Cordones Industriales a Salvador Allende los trabajadores advertían sobre el rol de quien fuera el principal líder de uno de los partidos políticos de Chile, que a lo largo de su historia ha tenido tres presidentes de la República en el transcurso de 61 años: la Democracia Cristiana.

A pesar de que en sus dos variantes políticas este partido ha jugado tanto a la centro izquierda como a la centro derecha, esta alternativa política sólo ha servido a una estrategia, frenar los procesos de ascenso de las masas y profundizar la intervención imperialista en los países del continente.

No es intención del siguiente artículo discutir si la dictadura de Pinochet fue fascista o no, como tampoco una caracterización sobre los periodos del PDC y sus dos caras; sino el surgimiento de esta corriente ideológica como supuesta alternativa al capitalismo y al socialismo, porque en ambos casos las políticas de este partido han favorecido a la burguesía y al imperialismo.

Las Democracias Cristianas surgen como corriente de pensamiento e ideología, en un intento de reubicación hacia el centro político por parte de la Iglesia Católica, en relación a la existencia de dos tendencias opuestas: liberales y socialistas o comunistas.
Tras la publicación de la Encíclica Rerum Novarum (De los cambios políticos, en latín) en 1891 dictada por el Papa León XIII se constituye la doctrina central de la iglesia para intervenir en la cuestión social como un empuje hacia el movimiento de masas, pues éstas veían en aquella institución una prolongación del orden social establecido y un apego a las corrientes conservadoras de la vieja aristocracia que se mantenían en el liberalismo.

En el contexto de crisis europea del liberalismo y la cuestión social, a 40 años desde la publicación de Rerum Novarum, el Papa Pio XI publica la carta Quadragesimmo anno como un llamamiento a restablecer el orden social ante la amenaza que representaba el socialismo para la institucionalidad existente y disipar las ambigüedades contenidas en la encíclica de León XIII sobre la defensa de la propiedad privada. El reconocimiento de la libertad de sindicalización y el respeto por la propiedad privada fueron las dos directrices de salida a una combinación de factores que necesitaba la iglesia para no perder la influencia que antes ejercía desde los partidos conservadores. Aquella dirección doctrinaria se convirtió en eco de conformación de los primeros grupos socialcristianos.

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