Por Camila Ruz
Una de las principales características del proceso revolucionario abierto el 18 de octubre del 2019 es el haber sido un estallido espontáneo, por fuera de las dirigencias de sindicatos, de los partidos políticos tradicionales incluyendo al Partido Comunista y al Frente Amplio, fue un estallido de hecho contra ellos también, en ese sentido fue progresivo. Las protestas en los territorios y en las plazas centrales de las ciudades se sostuvieron durante meses. Sin embargo, el factor espontáneo permanente tiene sus límites que se vuelven en contra de la clase trabajadora movilizada, pues no puede llevar más que a facilitar el reordenamiento de los de arriba, para imponer sus proyectos ante la crisis de este sistema capitalista.
Es así que hoy vemos que los mismos de siempre se muestran como salidas alternativas a los males de este sistema. Una novedad es que Jadue se candidatea, muchos trabajadores pueden tener ilusiones en el candidato del PC con un rimbombante discurso “pro pueblo” para un futuro gobierno, sin embargo, no podemos olvidar que el PC defendió la reforma laboral de Bachelet que mantuvo los pilares centrales del código laboral de la dictadura de Pinochet, como la negativa del derecho a organizarse o a huelga en los lugares de trabajo, el PC ha sido el pie izquierdo de este sistema de explotación. Por otra parte, para la Constituyente se candidatean en su gran mayoría los mismos de los 30 años, y sí, hay nuevos independientes, un ejemplo es el fenómeno con la Lista de Pueblo, pero la gran mayoría de esos independientes que van de candidatos creen que con escribir nuestros derechos en un papel-constitución nuestros problemas se resolverán, y no es así.
Entonces, ¿cómo es que después de ese 18Oct volvimos a esta situación donde son los de arriba los que siguen teniendo la sartén por el mango? Creemos que para evaluar eso, debemos estudiar los distintos momentos de este proceso revolucionario y analizar los hechos más importantes y sus debilidades.
Del 18 de octubre y los límites
Luego del estallido del 18 de octubre Piñera declaró la guerra y sacó a los militares, el pueblo trabajador en repudio y exigiendo que los milicos volvieran a sus cuarteles libró una masiva movilización el 25 de octubre, logramos que los milicos volvieran a sus cuarteles, pero la represión no paró bajo la mano de las fuerzas especiales de carabineros. La rabia y lucha se seguía acumulando desde abajo y ya habían muchos trabajadores que cuestionaban: ¿dónde están los mineros ahora? ¿por qué no paralizan?, esto fue caldo de cultivo para académicos y sectores reformistas como el Frente Amplio que hablan del fin de la clase obrera y que hoy solo existe “el movimiento”, “ciudadanía”, “sectores sociales”. Sin embargo, muchos mineros y obreros en general participaron de la protesta, pero dispersos en la masa, en los territorios, hubo mineros que a sus hijas pequeñas les disparaban con balines, hubo obreros asesinados como fue el caso de Cristian Valdebenito.
Fue por la desconfianza a los sindicatos que la mayoría de los trabajadores no se organizaron ahí, además las dirigencias sindicales proempresariales se negaron a preparar la lucha desde los espacios de trabajo. Una de las excepciones importantes fueron los portuarios, que desde el inicio fueron un ejemplo a seguir para la clase obrera.
Por otra parte, además de la concentración en plazas centrales de las ciudades (como Plaza Dignidad en Santiago), se desarrolló la organización territorial a través de asambleas y brigadas, compuestas por sectores populares: trabajadores en general, vendedores ambulantes, profesionales precarizados, juventud, cesantes, y con alguna participación de obreros industriales. Estas asambleas fueron importantes para discutir cómo seguir con la lucha, las demandas y en algunos casos para organizar la autodefensa. Su peak fue cuando se centralizaron en la CAT (Coordinadora de Asambleas Territoriales), pero una de las debilidades centrales fue la falta de coordinación con el movimiento obrero organizado, si participaban obreros ahí estaban dispersos entre todos los activistas.
Sin embargo, esa negativa de vinculación del mundo “popular”-territorial con la clase obrera no fue casual. Por una parte, fue una política consciente de las organizaciones reformistas que estaban en las asambleas territoriales (como el Frente Amplio, sectores académicos, etc), pues ahogan la potencia revolucionaria del movimiento obrero organizado; por otra parte, fue debido a la inexperiencia de quienes libraron la revolución.
La directiva de la CAT llegó a la máxima de plantear como salida final a la crisis la necesidad de “una asamblea constituyente de los de abajo”, hablando del “poder constituyente”, como si todo se resolviera si es que las asambleas territoriales llegaban a escribir una nueva constitución, y de alguna forma con un papel redactado cambiara la realidad. Lo anterior desconoce que el gran empresariado se negaría a los cambios, y para ello utilizaría una brutal represión nuevamente, frente a lo cual necesitaríamos un pueblo trabajador armado, apoyándose en batallones importantes de la clase obrera, con el fin de defenderse.
Lo anterior se desarrolló así, hasta que la rabia se acumuló tanto que el Partido Comunista a la cabeza de la CUT y Unidad Social se rearmó para tratar de controlar el proceso, es así que se vio presionado a convocar a una Huelga general para el 12 de noviembre. El 12 de noviembre fue el auge del proceso revolucionario, El Mercurio lo catalogó como “la jornada más violenta” desde el 18 de octubre. La burguesía tembló, pues se paralizó parte de la producción de riquezas que llena sus bolsillos, y es así que sus representantes políticos se reunieron para intentar de dar una salida pactada a la crisis: desde el Frente Amplio hasta la UDI se reunieron el 15 de noviembre y pactaron el Acuerdo por la Paz y la nueva Constitución. El Partido Comunista, no firmó el acuerdo principalmente porque se molestaron al no ser invitados desde un inicio a las negociaciones, de lo contrario quizás otra hubiese sido la historia, según las palabras de Tellier «A la hora que nos invitaron, ya estaban tomadas las decisiones, y cuando preguntamos si podíamos incidir en cambiar esto o esto que tenemos dudas, nos dijeron no, está resuelto» ¹, desde ahí sumaron una serie de críticas al contenido del Acuerdo.
Después del 12 de noviembre no hubo por parte del PC al mando de la CUT y sus sindicatos una iniciativa para profundizar el proceso revolucionario a través de la incorporación organizada de la clase obrera, al contrario: su apuesta fue desviar la movilización con el Acuerdo por la Paz. ¿Qué hubiese pasado si la lucha que se libró el 12 de noviembre se hubiese profundizado, si hubiesen sido más días de paralización con protestas combativas en las calles? ¿Si en ese marco, Unidad Social, en lugar de sacar la demanda, mantenía como principal lucha hacer caer a Piñera del gobierno? Probablemente no solo se hubiese arrinconado a los de arriba para entregar un proceso constituyente que no querían dar, sino quizás hubiésemos desarrollado la fuerza para hacer caer a Piñera y lograr otras tareas. Pero ni el PC, ni el FA ni menos los otros partidos de los 30 años quisieron ese camino, al contrario: trataron de calmar los ánimos cómo lo hacen nuevamente apostando a una Acusación Constitucional contra Piñera, que obviamente no fue ni será aprobada en el parlamento.
Así, con la política del Acuerdo por la Paz impulsada por los de arriba, el movimiento se debilitó, si bien se seguía en las calles hubo mucha confusión: En un primer momento hubo un amplio rechazo al Acuerdo por la Paz, fue firmado de manera criminal un día después de haber asesinado a Abel Acuña, era la paz silenciosa y criminal de la muerte para nuestra clase; pero después no se supo qué hacer frente al proceso constituyente, la vanguardia más desconfiada fue separada de la masa que tuvo -y tiene- ilusiones en este proceso tramposo.
Frente al proceso constituyente unos sectores seguían impulsando construir una AC desde los de abajo (como la directiva de la CAT y otras asambleas), pero la realidad les golpeó la cara porque no se efectuó debido a que la burguesía y el reformismo se reorganizó e impuso la Convención Constitucional; otros solo decían que no había que participar porque es una trampa; sin embargo, una importante mayoría asumió que el Acuerdo tiene letra chica pero hay que disputarlo porque “se puede echar abajo la Constitución de Pinochet”; y por otra parte, habemos quienes sabemos que nada profundo se puede lograr de este Proceso mientras la burguesía siga teniendo el poder, pero que apostamos a participar de él para impulsar ante las masas trabajadoras un programa revolucionario y socialista, tratar de evitar que sea tan fácil esa política burguesa de dividir a la masa trabajadora con la vanguardia, y para no dejarles el camino libre al Frente Amplio, al PC y a los mismos de siempre.
La importancia de la clase obrera y la necesidad de reivindicar su existencia
Pese a la confusión, la revolución no se ha cerrado, y sigue siendo necesario ubicar el rol de la clase obrera en este proceso. Tras la pandemia vimos protestas por el hambre, se necesitaba alimentos ¿qué hubiese pasado si los obreros de la industria alimenticia como los que le trabajan a Ariztía, Agrosuper, obreros agrícolas, obreros de Carozzi y otras marcas hubiesen dejado parte de la producción que ellos realizan para las familias que pasaban hambre? ¿o qué pasaría si ellos controlaran democráticamente lo que producen sin patrones? Claramente no tendríamos que mendigar cada cierto tiempo por bonos o cajas de alimentación.
Mencionamos el 12 de noviembre, pero también podemos hablar solo de la amenaza de paralización de sectores obreros ante la discusión del tercer retiro del 10% de las AFPs: Piñera tuvo que ceder y promulgar el proyecto inicial del tercer retiro frente a la negativa del Tribunal Constitucional. Esa es una muestra más de la importancia de la clase obrera.
Sin la clase obrera que produce riquezas el país simplemente no se mueve, la burguesía no tiene sentido de existencia. Chile al ser un país que basa su economía en la exportación de materias primas -amparando esa dependencia en los Tratados de Libre Comercio-, tiene sectores claves como la minería y los portuarios. Entonces los sectores que niegan la existencia de la clase obrera sólo tienen como objetivo: ahogar su potencial revolucionario que comenzamos a ver el 12 de noviembre, pero que también vimos años atrás con los cordones industriales durante la UP.
Contrario a quienes entierran a la clase obrera, vemos que en la realidad a nivel internacional incluso ésta ha aumentado numéricamente, lo que ha ocurrido es un recambio de su ubicación en el mundo tras la “globalización”:
- Países donde disminuyó la clase obrera
País | 1970 | 2010 |
EEUU | 18.2 millones | 12.7 millones |
Alemania | 8.2 millones | 6.2 millones |
Francia | 5.2 millones | 2.9 millones |
Japón | 10.9 millones | 7.3 millones |
- Países donde aumentó la clase obrera
País | 1970 | 2010 |
China | 14.2 millones | 68.8 millones |
India | 4.7 millones | 11.8 millones |
Bangladesh | 0.2 millones | 5.1 millones |
Vietnam | 0.04 millones | 4.4 millones |
Si con lo anterior no queda claro, podemos decir que el número de obreros industriales en el mundo aumentó de 140 millones en 1970 a 470 millones en 2009 (16% de los trabajadores de todo el mundo), llegando a más de 500 millones en 2013, y a más de 700 millones en el 2016².
Además, a pesar de la reducción del proletariado industrial en algunos países, éste sigue teniendo un peso social superior al del proletariado ruso que dirigió la revolución que puso a la clase obrera en el poder en 1917: en aquella época, los obreros industriales rusos sumaban tres millones en una población total de 150 millones (2%). El mismo cálculo para los países imperialistas en 2010 da 4% en los Estados Unidos; 7% en Alemania; 4,4% en Francia; 5,7% en Japón³.
En Chile, la clase obrera industrial tiene su mayor importancia en la minería, ya que gran parte de las exportaciones son de cobre. Hasta datos del 2020, en Chile encontramos los siguientes datos de la clase obrera según la Encuesta Nacional de Empleo del INE, el trimestre de febrero-abril 2020:
Rubro | 2020 |
Minería y canteras | 224 mil |
Construcción | 680 mil |
Manufactura | 800 mil |
Forestales | 130 mil |
Salmoneras | 130 mil |
Actividades silvoagropecuarias y pesca | 600 mil |
Es decir, para el 2020 tenemos unos 2.564.000 obreros vinculados a las labores anteriores.
Pero, si tomamos como referencia un estudio publicado por el Centro de Estudios Miguel Enríquez, que se basó en datos de la Dirección General de Estadísticas e industrias, podríamos llegar a la conclusión de que en términos absolutos el proletariado industrial ha venido aumentando numéricamente: en 1949 había 389.700 obreros; en 1960, 406.000 obreros; y en 1965, 509.000 obreros. A mediados de la década de 1960, el proletariado minero se componía de 15.974 en el cobre, 12.778 en el carbón, 10.072 en el salitre, 2.974 en el hierro, 1.413 en el petróleo, es decir un total de 43.211 mineros⁴. Es decir, ¡el año 1965 teníamos a 509.000 obreros y el 2020 tenemos alrededor de 2 millones! Y los trabajadores de la minería aumentaron de 43 mil a 200 mil. Puede que a nivel porcentual representen más o menos con respecto al conjunto de la clase trabajadora si lo comparamos con los años 60, pero lo que sí es claro que la clase obrera está lejos de estar muerta o desaparecida, lo que ocurre es que por una parte hubo un recambio pues algunas ramas de la producción como las textiles casi desaparecieron pero empezaron a surgir nuevas como la minería del cobre, pero más importante que eso, ocurre que la clase está menos organizada y con vínculos más rotos por toda la destrucción que dejó la dictadura, por la antidemocrática y propatronal política sindical que han tenido partidos como el Comunista y de la ex concertación -además de la derecha-, y porque además estos partidos y académicos pequeño burgueses o de clases medias levantan discursos de que hoy solo existe ciudadanía como dijimos anteriormente. ¡Es una política totalmente consciente, del empresariado y de los partidos reformistas poner a la clase obrera como muerta! ¡Pero la realidad les grita a esos académicos, pequeños burgueses, acomodados y a la gran burguesía que la clase obrera sigue más viva que nunca! Falta una organización política revolucionaria construida en la clase obrera que lleve con alta voz este mensaje, que grite esta realidad y organice bajo un programa revolucionario al proletariado industrial.
Pero además de dejar en claro que la clase obrera industrial en Chile sigue más que viva, hay sectores importantes que han crecido cuantitativamente, como los trabajadores del comercio con 1.5 millones de personas, y hay otro millón y medio con trabajadores informales fuera del sector asalariado (“independientes”)⁵, este último sector ha crecido tras las crisis económicas del 2008 y pandemia, son parte del “ejército industrial de reserva” o dicho de otra forma, trabajadores cesantes empujados a trabajar de manera independiente ya sea por ser despedidos o por negarse a las malas condiciones de asalariado.
Entonces, si la clase obrera tiene un rol importante y sigue viva, ¿por qué parece estar ausente? Ya mencionamos el rol del reformismo como el Frente Amplio o PC que lo disuelve en discursos de “ciudadanía” o mundo “popular”, y el rol de la dictadura, pero veamos algunos elementos de cómo fue conscientemente preparado por el gran empresariado.
El Código Laboral de José Piñera, vigente hasta nuestros días, garantizó la fragmentación del movimiento obrero y la represión de su organización, en sus propias palabras José Piñera indicaba “la nueva legislación laboral obstaculiza las pretensiones del esquema marxista de la lucha de clases… la división que sugiere es la división vertical, la que separa una empresa de otra, instándolas a competir entre sí..”⁶; incluso el sistema de AFP fue creado con la lógica de debilitar al movimiento obrero ideológicamente: “la libreta individual (de ahorro en la AFP) ha pulverizado el gatillo de la lucha de clases como arma política”…El sistema de pensiones “hace a cada trabajador un propietario”, y en ese escenario “¿cómo podrían ser llevados los trabajadores a paros ilegales u otras acciones que dañen a las empresas cuando sus pensiones dependen de la salud de esas mismas empresas y de la economía en general”⁷.
El modelo anterior pudo ser impuesto gracias a los miles de asesinatos, detenciones y torturas contra la vanguardia obrera de los años 70.
Toda esta fragmentación y destrucción del movimiento obrero, la profundizó la ex concertación e incluso últimamente el Partido Comunista que siendo parte del gobierno de Bachelet impusieron una nueva reforma laboral que debilita el derecho a huelga con los servicios mínimos, pero el rol del partido comunista no se limitó a eso, fue más allá: en los sindicatos importantes impuso la idea de pacto y colaboración con los patrones, la democracia obrera la hizo inexistente (sin asambleas o decisiones democráticas), los dirigentes sindicales del PC al igual que el resto, solo eran burócratas alejados de las bases, un buen ejemplo es Bárbara Figueroa.
Pero no es sólo la burguesía y el reformismo del PC y FA los que quieren ahogar en la oscuridad a la clase obrera, hay sectores que se reivindican revolucionarios, incluso con métodos ultraizquierdistas, que no necesariamente están organizados en partidos pero son activistas y luchadores, sin embargo desprecian a la clase obrera, se molestan cuando no luchan, y caen en un discurso moralista de “somos los únicos que peleamos, el resto no”, “no podemos esperar al pacifismo del movimiento obrero”, etc. Esta es una actitud alejada de la clase, puede ser pequeño burguesa o simplemente acomodada que se cansa rápidamente de hacer ese trabajo sistemático y estratégico dentro de la clase obrera, Lenin se refería a algunos de ellos como la pequeña burguesía radicalizada. Estos sectores por más miles de barricadas que monten y por más que hagan enfrentamientos permanentes con los pacos sin estrategia clara, no lograrán por sí solos dirigir a fondo un proceso revolucionario de masas que logre echar abajo al capitalismo e instaurar la toma del poder por parte de la clase trabajadora de forma democrática.
Sin embargo, a pesar de la política de la burguesía, del reformismo y otros sectores, la clase obrera ha demostrado ser una amenaza para el empresariado: las huelgas ilegales han venido en aumento desde el 2006-2007; el 12 de noviembre mostraron su potencial y recientemente tras el hecho de que Piñera llevó al Tribunal Constitucional el tercer retiro de las AFP, el movimiento obrero con iniciales protestas y amenazas hicieron retroceder al gobierno, demostrando a quienes la dan por muerta, que la clase obrera sigue totalmente viva, por más que la quieran enterrar.
Los partidos, la ideología y los sindicatos: factores que no se separan
Algunas de las consecuencias de la dictadura y las dirigencias sindicales pro patronales para la organización sindical son: debilitamiento de los sindicatos en donde vemos cifras como que el 2019 la tasa de sindicalización fue de 20.9% [en el sector privado], pues muchas empresas prohíben la sindicalización; la mayoría de las empresas (93.7%) no tiene sindicatos; y por tanto la cobertura de la negociación colectiva es del 8.1% de los trabajadores del sector privado⁸. Por eso en la actualidad, cuando hablamos del mundo sindical, debemos saber que estamos hablando de la minoría de la clase obrera, aunque no siempre estas cifras fueron tan bajas.
Los sindicatos surgieron luego de mutuales y mancomunales como formas de organización y defensa colectiva de la clase obrera frente a la patronal. Sin embargo, el rol en general de los sindicatos se limita a regularizar los sueldos (pedir aumentos) y resistir contra el capital, no es acabar con la sociedad de clases, con la sociedad capitalista.
A diario nos permeamos con la ideología del empresariado a través de su prensa, sus instituciones, y también en el movimiento obrero hay agentes de la burguesía, organizaciones reformistas o directamente de derecha que dan discursos del “apoliticismo” dejando la consciencia del movimiento obrero en las manos de esa permanente ideología empresarial que se recibe a diario, que impulsa discursos individualistas, de que la realidad siempre ha tenido ricos y pobres y que la vida es así y no se puede cambiar, etc. El apoliticismo o neutralidad en los sindicatos no es algo nuevo ni solo de Chile, es un una idea que difunde el empresariado y el reformismo a nivel internacional y desde hace muchos años, por ejemplo, a inicios del siglo 20 los dirigentes de la Asociación Sindical de Amsterdam reivindicaban el apoliticismo por su política de pacto con el empresariado, claro, si la Asociación estaba dirigida por las organizaciones políticas de las Internacionales 2 y 2½, que durante la primera guerra mundial habían apoyado a sus gobiernos empresariales nacionales en vez de impulsar la solidaridad e internacionalismo proletario contra la guerra y matanza de los gobiernos empresariales, entonces ¿de qué neutralidad hablan?, de la neutralidad que favorece al patrón.
Y al servicio de esa colaboración de clases, anulan la democracia obrera. La CUT dirigida por el Partido Comunista, durante la Unidad Popular (UP) se quedó al margen del desarrollo de los cordones industriales, incluso actuando como freno para el movimiento obrero que quería pasar a la ofensiva y cuestionaba la postura de Allende y de la UP que era de pacto con el empresariado y futuros golpistas. Después de la dictadura la CUT pasó a ser dirigida por la Democracia Cristiana, que llevó a cabo perfectamente el plan destructivo para el movimiento obrero. Hace poco la recuperó el PC, con Bárbara Figueroa, y si bien se muestra como defensora de los trabajadores, seguimos viendo cómo negocia sueldos miserables con los gobiernos a espalda de los trabajadores y cómo siendo parte del gobierno de Bachelet fue parte de todos sus ataques a la clase trabajadora.
Por lo tanto, si bien los trabajadores sindicalizados son minoría, son el sector más organizado y no da lo mismo quien dirija el movimiento sindical, es importante la disputa revolucionaria en los sindicatos, hay que luchar por recuperarlos de esa burocracia pro empresarial. Los trabajadores que levantaron la cabeza el 12N y los portuarios recientemente, lo pudieron hacer más fácilmente porque estaban organizados en sindicatos, entonces no es algo secundario. Pero hay que buscar también nuevas formas de organización para esa gran mayoría del movimiento obrero que aún no se puede sindicalizar a causa de los factores mencionados anteriormente y de la tercerización laboral, y que esas nuevas formas sean complementarias o en perspectivas de una organización más fija de los trabajadores.
Esas nuevas formas complementarias hay que pensarlas con la realidad actual. La clase obrera sabe que en las fábricas no existe democracia, es donde más evidente se hace la dictadura del capital. Muchos obreros/as tienen temor a organizarse en los trabajos porque directamente puede implicar despidos u hostigamiento. Si es que se llegan a hacer asambleas, a veces no intervienen por el temor a los “sapos”. En ese sentido una opción sería avanzar desde grupos clandestinos de obreros organizados, comités de lucha, que distribuyan de manera anónima -si es necesario- volantes o material político, los clubes de fútbol, grupos de cultura, etc, pueden ayudar también como organizaciones para discutir con los compañeros de trabajo, pero quizás no necesariamente dentro del mismo lugar de trabajo. La tarea es ir empezando a generar condiciones e ir ganando confianza para que los obreros de una misma empresa no solo hablen de política a ratos en las chocas o almuerzos, sino que se organicen y comprendan que su rol paralizando la producción es clave en la lucha social.
¿Por qué la clase obrera debe dirigir la revolución en alianza con los territorios y no contentarse con los 10%?
Hoy muchos obreros se pueden preguntar ¿por qué debo yo luchar y estar a la cabeza de una revolución?, ¿no basta con solo luchar en las negociaciones colectivas o por los retiros de las AFPs? La verdad es que, tras el 18 de octubre, contrario a ir mejorando la calidad de vida de la clase trabajadora en general, esta ha ido empeorando. La pandemia como fenómeno mundial ha dejado en evidencia que a los grandes empresarios no les importa nuestra vida, solo sus negocios, han dejado a millones de muertos todo para… ¡salvar sus negocios que mantienen a costa del sudor y contagio de miles y miles de obreros y trabajadores en general! ¿Es correcto naturalizar vivir en una sociedad así?, ¿eso es lo que queremos para nuestros hijos? ¿Las conquistas con bonos y retiros, le aseguran una vida y salud para el futuro de nuestros hijos y familias, o incluso un futuro para nosotros mismos? Claramente no, y si vamos teniendo acuerdo con esto, ahora hay que ver por qué la clase obrera no sólo debe participar, sino que debe estar a la cabeza de la revolución.
Ya vimos que la lucha y organización territorial a través de asambleas fueron clave para mantener la revolución viva. Las asambleas territoriales pudieron servir para discutir nuestras exigencias y en algunos casos mecanismos de autodefensa frente a la represión. Hubo un momento en que una consigna empezó a aparecer: todo el poder a las asambleas territoriales, sin embargo, no se pudieron desarrollar más como organismos de poder alternativo frente a las instituciones como el parlamento, por una parte, por la inexperiencia de los luchadores y por otra por todas las trabas mencionadas anteriormente que puso el reformismo, incluyendo el Acuerdo por la Paz.
Vincular el movimiento obrero organizado (y no disperso) a las asambleas territoriales, era uno de los aspectos importantes para haberlas desarrollado como instancias de autoorganización de la clase trabajadora. Por ejemplo, para garantizar la autodefensa ¿no hubiese sido mejor tener a batallones del movimiento obrero con sus grúas para armar barricadas?, ¿o que los mismos trabajadores bloquearan la entrada de armamento represivo que venga desde el extranjero como una vez amenazaron los portuarios, o en lugar de bloquearlo facilitarlo no para el gobierno sino para la defensa del campo de la revolución? ¿No hubiese sido superior que los mineros que producen “el sueldo de Chile” (o mejor dicho producen para que el gran empresariado nos robe) paralizara completamente la producción por varios días para acorralar a la burguesía?
Entonces es clave que avancemos en la perspectiva de unificar la lucha territorial con la del movimiento obrero organizado, un ejemplo bueno en Chile es la coordinación que hubo entre las Juntas de Abastecimientos y Precios y los cordones industriales durante la Unidad Popular, las primeras distribuían la alimentación y productos a la población cuando la burguesía impuso el mercado negro, y los obreros producían esos alimentos para la producción. Fue una coordinación sin patrones, el movimiento obrero, la clase trabajadora y los pobladores en general demostraron que con su autoorganización bastaba.
Sin embargo, ese ejemplo de los cordones industriales y las JAP no se pudo desarrollar más, así como la experiencia del 12 de noviembre del 2019 no se pudo desarrollar más. Esto tiene que ver con que encontraron un freno en los partidos de siempre: desde el PC (ahora se suma el FA) hasta los más experimentados en el régimen.
Por eso no es secundario, no es prescindible, construir una organización o dirección revolucionaria en Chile -y el mundo- que ponga el acento en la importancia y se construya en lo profundo de la clase obrera para poder impulsar la unidad de ésta con los sectores territoriales, y así poder llevar la experiencia del 12N más allá, en el sentido de acabar con el poder empresarial que nos explota y oprime e imponer el poder de la mayoría trabajadora a través de una revolución socialista.
Solo el surgimiento de una organización revolucionaria podrá llevar a fondo esa tarea de unidad, pero no por “la unidad” a secas, sino una unidad que impulse la lucha por acabar no solo con Piñera sino con todos los gobiernos empresariales en Chile y el mundo. Una organización que sea honesta y no defienda dictaduras capitalistas como la de China y Venezuela, que se llenan la boca hablando de socialismo y comunismo, pero solo han significado más explotación y hambre para la clase trabajadora, una organización revolucionaria que a diferencia del PC o Frente Amplio combata esos gobiernos capitalistas de esos países y no calle las atrocidades solo porque reciben plata de ellos. Una organización revolucionaria que retome las banderas del socialismo y comunismo que ha sido ensuciado por esos gobiernos populistas que se dicen de izquierda.
Frente a la destrucción que todos los partidos grandes han impuesto al movimiento obrero y popular, es totalmente de primer orden la tarea de reconstruir un partido u organización que de forma disciplinada trate de reconstruir esa organización obrera-popular con un programa revolucionario, que sea claro en poner en el centro del debate la cuestión del poder: mientras la clase trabajadora no tome el poder, es decir mientras no construya su propia autodefensa en armas y dirija un aparato estatal de la clase obrera, será muy difícil emancipar a la mayoría de la humanidad ya que el puñado de parásitos de los empresarios son los que seguirían en el poder. Un poder de la clase obrera que esté al servicio de recuperar lo que por más de 30 años nos han robado los Luksic, Piñera, Matte, etc. y las trasnacionales, mediante la expropiación de todas sus empresas bajo control obrero y popular. Un poder obrero y popular que esté al servicio de devolverles las tierras al pueblo mapuche, expropiando a las forestales, y que garantice una reforma agraria. Un poder que ponga por sobre la mesa el fin de las opresiones de género, raza, o la que sea. Un poder que tenga como objetivo eliminar la división de la sociedad en clases, en donde todos trabajen y nadie viva a parasitariamente costa de otros seres humanos. Un poder que, si logra su objetivo, tendrá que ir desapareciendo con el tiempo, pues la sociedad se podría ir desarrollando armónicamente.
Lograr eso es muy difícil, pero más angustiante es pensar que tendremos que vivir siempre bajo este sistema capitalista de miseria y hambre. Por eso urge la construcción de esa organización, que tome las lecciones de las revoluciones anteriores -como la rusa de 1917 y las del siglo XX en general- y las actuales, para descubrir el camino que nos lleve a triunfar, una organización que, para tal objetivo tan grande, necesita ser disciplinada, audaz y combativa, que retome las experiencias de la 1°, 2°, 3° y 4° internacional del movimiento obrero.
Internacionalismo proletario, para organizar la revolución socialista
Ahora, un proceso de lucha no tiene límites nacionales, cualquier revolución que avance puede ser frenada por países imperialistas como EEUU, en Chile también tenemos a la burguesía China como enemiga directa, ya que, si paran las minas de cobre, el empresariado chino frenaría su importación, así que podríamos recibir ataques del empresariado yankee o chino.
Es por eso que el internacionalismo proletario es muy importante para resistir, y avanzar en que la revolución sea mundial. Hay dos ejemplos chilenos muy importantes: 1) En julio de 1977 los trabajadores de la extinta Bazán, hoy Navantia (sociedad pública española dedicada a la construcción naval civil y militar), se negaron a reparar un barco de la Armada chilena, el buque escuela de la dictadura de Augusto Pinochet había colisionado en el puerto israelí de Haifa y los trabajadores se opusieron a su desembarco y se negaron a repararlo, esto pese a que no eran momentos fáciles, la inflación en aquellos años superaba el 40% anual y la tasa de paro empezaba a incrementarse. Sin embargo, la solidaridad internacional prevaleció y los obreros llamaron al boicot contra el buque escuela Esmeralda, un buque, dijeron, que “fue una cámara de tortura empleada por el dictador Pinochet». ; 2) otro ejemplo es mucho más reciente, frente a la política de Piñera de llevar el tercer retiro de las AFP al TC, el Consejo Internacional de Estibadores anunciaron hacer un bloqueo mundial de las cargas que provinieran desde Chile, en solidaridad con la clase trabajadora chilena y los presos políticos.
¿Qué pasaría si estas acciones se multiplicaran? ¿Qué pasaría si avanzamos en construir una organización revolucionaria de la clase obrera y sectores populares a nivel internacional que alentaran estas medidas, pero no solo para resistir frente a los ataques, sino para avanzar en organizar la revolución socialista internacional? A disposición de esa tarea nos ponemos como MIT y LIT-CI, que estamos por reconstruir la 4° internacional fundada por Trotsky -uno de los dirigentes de la revolución rusa de 1917-, y creemos que todos los luchadores deben construir ese proyecto con nosotros, todos tenemos mucho que aportar en esta tarea. Es hora de barrer todos los proyectos de los partidos reformistas y burgueses que ahogan y dan por muerto al movimiento obrero, y que, con su apuesta utópica de humanizar el capitalismo, por décadas siguen siendo cómplices de la miseria y barbarie de este sistema capitalista.
Referencias
- “Tras histórica ausencia de acuerdo por nueva constitución, presidente del PC explica posición del partido”, La Tercera. <https://www.latercera.com/politica/noticia/guillermo-teillier-presidente-del-pc-acuerdo-nueva-constitucion-habria-re-facil-ir-aparecer-la-foto/902342/>
- Datos de Industrial Development Report 2013, UNIDO, ONU, publicado en revista MARXISMO VIVO N°9–NUEVA ÉPOCA, en dossier Marxismo y Proletariado, por Eduardo Almeida Neto ‐ Brasil
- MARXISMO VIVO N°9–NUEVA ÉPOCA, en dossier Marxismo y Proletariado, por Eduardo Almeida Neto ‐ Brasil
- Datos de un estudio de CEME, Centro de Estudios Miguel Enriquez, pág 43-44 <https://www.archivochile.com/Historia_de_Chile/trab_gen/HCHtrabgen0009.pdf>
- Datos de Encuesta Nacional de Empleo INE, 2020
- José Piñera, la revolución laboral en Chile, 1990, citado en el libro “la rebelión en el oasis”, de ideas socialistas y la izquierda diario.
- José Piñera, el cascabel del gato: la batalla por la reforma previsional, citado en el libro Poderoso Caballero de Daniel Matamala.
- Encuesta laboral Encla
*Con aportes de Benjamín Pailahueque y Carlos “Warelo” Reyes, además del grupo de edición