Solo en el primer mes de 2019 Chile ya registraba 6 casos de femicidio (asesinato de mujeres relacionados a la desigualdad de género) y 12 femicidios frustrados. El femicidio es la última forma de violencia hacia las mujeres – la que les cobra la vida.

Gran parte de la violencia hacia las mujeres se da en el contexto doméstico. Son los maridos, exmaridos y pololos los principales responsables por la violencia doméstica, que puede empezar con gritos e insultos y terminar en golpes o asesinato.

Las mujeres se han movilizado en todo el mundo contra la violencia machista. De sus maridos, pololos, pero también del Estado, de los jefes, profesores o colegas de trabajo.

En este 8 de marzo queremos difundir una experiencia muy interesante de organización y combate al machismo que se dio en una ciudad de Brasil y nos puede servir de ejemplo de como combatir la violencia sin depender solamente del Estado, que sabemos que es completamente ineficaz.

El barrio Jardín Columbia surgió en 2008 a partir de una toma de tierras por un grupo de familias en la ciudad de Campinas, la segunda más importante del Estado de São Paulo, Brasil. Las condiciones del barrio eran precarias. Calles sin asfalto, falta de servicios públicos, presencia del narcotráfico etc.  Los casos de violencia contra las mujeres eran frecuentes, principalmente por manos de sus parejas. En uno de los casos más graves, un hombre llegó a quemar el rostro de su esposa en el horno de la casa.

María do Carmo, cocinera de 44 años y una de las dirigentes de la toma, cuando presenció uno de los primeros casos de agresión en la comunidad, irrumpió para dentro de la casa donde se produjo la violencia y se enfrentó al agresor. Después de eso, empezó a organizar un grupo de 12 mujeres contra la violencia en la comunidad. En poco tiempo, el grupo llegó a juntar más de 200 mujeres.

El primer paso fue la organización y discusión. Después surgieron las iniciativas. Muchos maridos tenían historial de agresión ligados al consumo de alcohol. Salían borrachos del bar, llegaban a la casa y pegaban a sus esposas. Una de las primeras medidas tomadas por el grupo fue imponer sanciones a los agresores. Una de las sanciones era prohibir al agresor tomar alcohol en el único bar de la comunidad. Para ello, llevaron hasta el dueño del bar una lista con el nombre de los agresores para que él no les vendiera más bebidas alcohólicas. Otra medida fue ir a la cancha de fútbol y hablar con los organizadores para que prohibieran a los hombres agresores jugar mientras estaban sancionados. La huelga de sexo era otra medida adoptada contra los agresores. En los casos de reincidencia, las mujeres llegaban a pegar a los agresores y hubo 4 casos de expulsión de la comunidad.

La autoorganización del Jardín Columbia se transformó en un ejemplo nacional. María do Carmo fue invitada a varias charlas por el movimiento de mujeres. Según una de las entrevistas que dio a un periódico brasileño, Mario do Carmo reclamaba de la ineficiencia de la Justicia y de la policía. “La policía no se interesa por las mujeres que son golpeadas”, decía ella.

La experiencia del Jardín Columbia es muy interesante y nos muestra que la auto-organización es posible y es una necesidad. En todos los países sucede lo mismo. La Justicia y el Estado no están interesados en defender a las mujeres y la mayor parte de los maridos/parejas no son conscientes del daño que significa la violencia. Eso significa que la única solución solo puede venir de la organización de las mujeres en una dura pelea para cambiar a sus compañeros y a los trabajadores.

Creemos que este ejemplo es importante para las organizaciones territoriales, organizaciones de mujeres en los distintos ámbitos -colegios, universidades- y también para los sindicatos -incluso donde la mayoría son hombres-.

La organización y el combate a las prácticas de violencia machista son fundamentales para mujeres y hombres. Los hombres también pueden cambiar y los que no son agresores deben inhibir la violencia contra las mujeres en todas sus formas, sea verbal o física.

Tenemos que confiar en nuestra propia organización para solucionar nuestros problemas. El ejemplo de María do Carmo y de las mujeres del Jardín Columbia nos puede servir como una luz para eso.

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