Por Ota C. Rojas
Ayer entró en vigencia en Brunei una ley que castiga con pena de muerte por lapidación a los homosexuales y a los que cometan el “delito” de adulterio. Esta ley es parte de la Sharia, reaccionaria Ley Islámica adoptada por algunos países musulmanes y por comunidades musulmanas en países no-musulmanes. La nueva ley también castiga con mutilación de una mano o los pies al robo, con la pena de muerte a los que difaman el nombre del profeta Mahoma y con flagelación a las mujeres que aborten.
El nuevo Código Penal es solamente un paso más en el ataque a las libertades democráticas de las mujeres, de los trabajadores musulmanes, de los no-musulmanes y de la población LGBTI. Hace años el régimen monárquico viene implementando leyes más duras contra las prácticas consideradas “occidentales”.
Lo más interesante de todo eso es que la monarquía islámica de Brunei tiene una óptima relación con Estados Unidos, como reconoce la propia página del Departamento de Estado de EE.UU., ya que el país es un gran productor de petróleo y gas natural. El régimen también es un importador de aviones y armas norteamericanas. Los militares de Brunei participan en ejercicios del ejército norteamericano en Asia y frecuentan las escuelas militares de Estados Unidos.
La relación entre los EE.UU. y Brunei deja en evidencia el doble carácter del gobierno de Estados Unidos cuando habla de derechos humanos. Dice estar preocupado con la situación del pueblo venezolano y condenan el régimen de Maduro, pero mantienen relaciones muy cordiales y de cooperación con regímenes ultra reaccionarios y represivos como el de Arabia Saudita o Brunei.
Cabe destacar que Brunei es uno de los países firmantes del Acuerdo Transpacífico, el actual TPP 11, que está en discusión en el Parlamento chileno; acuerdo que entre otras cosas, restringe derechos de los trabajadores en beneficio de las transnacionales. Además de eso, Brunei es parte de los países que componen la APEC, el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, que realizará su Cumbre en Chile en noviembre de este año, a la cual deberá asistir el Sultán de Brunei.
Además de marchar contra la visita de Trump a Chile, tenemos que rechazar de forma categórica la visita del sultán Hassanal Bolkiah y exigir del gobierno chileno que rompa todas las relaciones comerciales con Brunei. Este Sultán encabeza un régimen monárquico, de privilegiados que se enriquecen con la más brutal explotación a sus trabajadores.
En Brunei, las mujeres, los trabajadores musulmanes y no musulmanes y la población LGBTIs son los únicos que van a sufrir las consecuencias del nuevo Código Penal , ya que estas leyes no se aplicarán a los burgueses musulmanes y al sultanato, quienes podrán seguir robando las riquezas del país para enriquecerse y disfrutando de sus privilegios como nobleza, apoyándose en muchas de las costumbres que tanto dicen rechazar.