Desde temprano, ayer lunes 6, primer día de la PSU, valientes secundarios arriesgaron su pellejo para mostrar su convicción de que sólo luchando haremos sentir nuestras demandas. Como lo habían anticipado las vocerías de la ACES, se dispusieron a funar la realización de la cuestionada prueba de selección para el ingreso a las universidades chilenas.
Por Paz Ibarra
Las reacciones han sido variadas. Desde las individualistas como la de JA Kast o el periodista Daniel Matamala que condenan la falta de empatía y el atropello al derecho a la educación superior, hasta la de miles de personas que ya han abierto los ojos, entendiendo la urgencia de las acciones de los secundarios, como lo han manifestado solidariamente trabajadores del sindicato de Starbucks, entre otros. Autoridades, como el rector de la Universidad de Chile, que elabora y administra la PSU a través del DEMRE (Departamento de Evaluación, Medición y Registro de la Educación) declararon desde un principio su intención de aplicar la prueba en las mejores e iguales condiciones para todos los postulantes. Esto esconde una gran falsedad, o en último caso, una tremenda injusticia. El que todos los postulantes en el país puedan dar la prueba en supuestas iguales condiciones de tranquilidad no elimina el hecho de que se mide con la misma regla a quienes han vivido en condiciones de extrema desigualdad material y cultural los doce años que dura el ciclo completo de educación básica y media; el que una vez concluido, sólo demuestra que no sirve para nada. Salvo para patear piedras, como dice la canción de Los Prisioneros, que desde los años ’80 es el himno de los millones de jóvenes marginados en este oasis del neoliberalismo.
Quisimos conocer la opinión de un estudiante, egresado de cuarto medio en 2019, del Liceo 5 de Macul; el que estuvo en toma desde el 3 de noviembre, en medio del proceso revolucionario. El joven E, representa a esos estudiantes que han sido vanguardia en este proceso, que viven duras condiciones en sus hogares y que estudiaron en liceos públicos precarizados y desmantelados por la lógica mercantil de todos los gobiernos democráticos. No son vagos ni mucho menos quieren todo fácil.
¿Puedes contarnos en qué marco ustedes deciden tomarse el Liceo?
E: Hace un año y medio, presentamos un petitorio a la UMCE, actual administrador del Liceo 5. Básicamente pedíamos tres cosas. Primero, apoyo de sicología para estudiantes con problemas de adicción que sólo eran expulsados del liceo, sin recibir ningún apoyo que permitiera paliar esta dura condición. Segundo, la implementación de un Propedéutico, es decir un programa de preparación y acceso especial para los estudiantes del liceo, que provenimos de sectores socialmente vulnerados, que nos permitiera ingresar a alguna de las Pedagogías impartidas por la UMCE. Este sistema además contemplaría ingreso gratuito, si era aprobado por los postulantes. Tercero, cambios en la infraestructura del Liceo, que por tener más de 40 años, aún conserva la techumbre de su edificio central, donde está el casino, con tejas hechas de asbesto. Esto es un problema grave para la salud de todas las generaciones de estudiantes y también para quienes trabajan en el Liceo 5. Ésas fueron nuestras demandas en el 2018, y las retomamos el año pasado, y bueno, se combinó con la explosiva situación que vive nuestro país, y entonces decidimos tomarnos el Liceo, porque no podíamos seguir en clases mientras nos sacan los ojos y porque la UMCE aún no daba ninguna respuesta.
¿Cómo ven las evasiones del Metro y lo que ellas desencadenaron?
E: A pesar de que no participamos de ninguna evasión mientras estuvimos en toma, siempre las apoyamos. Creemos que fue un punto sumamente estratégico que se hicieran porque al final así se desató todo hasta ahora.
¿Tuvieron participación en asambleas territoriales?
E: Desde el principio de la toma se nos acercaron hartas asambleas territoriales de Macul. Nosotros fuimos sede para varias asambleas. Eso permitió que los vecinos se acercaran más a la comunidad estudiantil, nos ayudamos mutuamente con organizaciones de la Villa Macul y de la Pob Jaime Eyzaguirre incluso con vecinos del cordón Grecia, que nos apañaron hasta el final de la toma, nos incluyeron en sus debates. De esa participación nos surgió la idea y la necesidad de crear un colectivo, que llamamos La Brocha, para tareas de propaganda callejera. Queremos funcionar como herramienta para esas organizaciones, a través de un taller de serigrafía y con eso planeamos participar en la Articulación de Asambleas de Macul de forma constante. Un poco devolver la mano por el apoyo que nos dieron durante la toma.
¿Qué relevancia ven en el tema de la educación en el proceso que vivimos?
E: Para nosotros siempre fueron relevantes todos los procesos históricos que se han vivido en la educación en Chile. Lo que ocurre en el Liceo 5 es producto de las condiciones de toda la educación pública, que es una educación de mercado. En esa realidad han surgido todas nuestras capacidades políticas como estudiantes.
¿Qué opinas de la PSU?
E: Yo veo que la PSU en este contexto es algo erróneo. Y no sólo en este contexto. En general, al ser una prueba estandarizadacierra las oportunidades de entrar a estudiar la carrera que uno desea. De alguna forma demarca en la sociedad como una prueba de clases; es una prueba que es bastante desigual porque las herramientas que conseguimos los que estamos hacia abajo de Plaza Dignidad son mucho menores que las que consiguen los que están hacia arriba de Plaza Dignidad para obtener un buen puntaje. Entonces creo que es algo que se tiene que abolir de cuajo, no de a poco. Y tiene que ser cambiada por una prueba horizontal, que de hecho debería estar organizada por carrera, ni siquiera por universidad ni por el ministerio de Educación.
Dentro del actual contexto, la PSU es más ilógica aún: porque se ha tenido poco tiempo para estudiar, se da en lugares que han sido resguardados por la fuerza policial que ha sido sumamente violenta con nosotros, históricamente. En este contexto uno logra entender más aún, que es una prueba que separa no por capacidad de estudio, aunque también estaría mal si lo hiciera, sino que nos separa por clases, y eso no puede seguir pasando, cuando se supone que de una vez por todas tenemos que abrir los ojos.
¿Sientes que las acciones contra la PSU afectarán tu futuro?
E: No lo veo como que me afectó directamente a mí, pero me da lo mismo si yo no puedo estudiar este año. Estoy dando la PSU porque es una exigencia en mi casa, pero apoyo todo lo que pueda surgir en este momento. Y si mañana tengo que botar el facsímil a la barricada lo voy a hacer, y voy a tratar de convencer a mis compañeros de que también lo hagan, por mucho que nos veamos afectados en un momento porque se trata de cambiarla. Creo que es mejor que nos afecte un año a que nos veamos afectados diez años más. Encuentro que es una salida bastante posible, el derrocar todo esto de una forma violenta. Encuentro que hasta sería egoísta el decir “No voy a poder estudiar, o Estuve preparándome un año entero para dar la PSU”, da lo mismo. Yo también he estado cuatro años tratando de prepararme para la PSU y no me siento en lo más mínimo preparado. Prefiero tragarme todos esos años en vez de seguir teniendo compañeros con crisis de pánico, en vez de que compañeros tengan que trabajar y estudiar al mismo tiempo, que no puedan entrar a las carreras que les gustan…hay que seguir y da lo mismo lo que perdamos, porque al final todo esto es por un bien común…”