Estamos inmersos en una situación inaguantable: Prácticamente ningún trabajador puede vivir con el salario que gana. Súmenle los bonos de alimentación, de Navidad, Reyes, San Valentín y demás del calendario festivo venezolano y la totalidad sigue sin alcanzar para vivir. Los alimentos de los CLAP, cuando llegan, no proveen los artículos de primera necesidad suficientes para cubrir por lo menos los quince días de cada mes que suele decirse y prometerse al respecto del programa social ante los medios de comunicación, lo que hace que los trabajadores deambulemos sin cesar y tengamos que ingeniárnosla para intentar conseguir los demás productos esenciales que no se garantizan.
Por UST-Venezuela
Todos los días amanecen nuevos precios. Y los productos de primera necesidad siguen escaseando. Prácticamente nos vemos sometidos a un calvario diario para conseguir efectivo para pagar pasaje o comprar las bolsitas de café o azúcar que es lo que podemos pagar. Hay una escala de precios que no obedece a ninguna lógica tradicional. Ya ni siquiera dependen los precios del Dólar Today. Hay un precio en efectivo con billetes viejos, otro en billetes nuevos, otro por pago electrónico (cuando las comunicaciones permiten hacer transferencias, pagos móviles o pagos con tarjetas), ¡es todo un calvario! y la crisis no para de avanzar. El gobierno haciendo alardes de supuestos “aumentos” de salarios irreales, paupérrimos, que terminan comiéndoselos la hiperinflación.
A 29 años del Caracazo, las condiciones están dadas…
El pueblo aún recuerda el estallido social ocurrido el 27 y 28 de febrero de 1989; sobre todo porque esta fue una insurrección popular que se gestó bajos condiciones muy similares a las de hoy. Aunque superadas con creces por las actuales en la magnitud de su gravedad. Si un estallido similar aún no se ha dado, es porque el gobierno mantiene un control social a través de la amenaza creciente en los centros de trabajo, la militarización de la sociedad (por ejemplo, presencia de la guardia nacional resguardando las instalaciones de los establecimientos de alimentos para intimidar a la población, recordándole al pueblo que allí esta la Fuerza Armada para mantener la “paz social”) y el chantaje dependiente con las insuficientes cajas de alimentos y bonos, que no existían en 1989. Por si fuera poco, la ausencia de una dirección revolucionaria que movilice a la clase obrera para enfrentar la crisis.
La supuesta “guerra económica” de la cual se pone el Gobierno de Maduro como víctima, es reproducida diariamente por militares, altos funcionarios del Gobierno y empresarios “patriotas”, además de los empresarios “traidores”, que en la práctica, al igual que el gobierno mantienen el permanente ataque a las condiciones de vida del pueblo trabajador y de escasos recursos. Una “supuesta guerra” donde los muertos son de un solo lado; los hijos de los trabajadores y pueblo pobre que mueren de desnutrición, las mujeres que acuden a parir en hospitales donde pierden su vida por falta de atención e insalubridad, los ancianos que mueren de paludismo y enfermedades renales por no tener los medicamentos. Quieren hacernos creer que el Gobierno no es nada responsable de la situación y que por eso, debemos votarle nuevamente para que la situación mejore, ¡nada más falso que esto!
Como si no fuera suficiente emplear más del 70% de nuestro día a día en trabajar, conseguir efectivo, alimentos o medicinas, lo cual nos impide pensar, organizarnos y ocuparnos en torno a cómo resolver definitivamente esta insoportable situación, el Gobierno de Maduro pretende distraernos del objetivo de conseguir esa solución con show tras show: nos alerta de una inminente invasión, pero luego organiza los “mejores Carnavales en muchos años”, acusa a Lorenzo Mendoza de malversar dólares otorgados, para luego concederle más millones, acusa a diestra y siniestra de complot, sabotaje, golpe y todo cuanto se le pueda ocurrir, pero no abre ningún juicio, anuncia tener pruebas de la injerencia estadounidense, colombiana, española, etc., pero no muestra ni una. Toda una tramoya para influir sobre sus cada vez más escasos seguidores y distraer a la población en general del verdadero tema en el que hay que concentrarse, salir de la crisis, porque sabe que la conclusión será fatal para su permanencia en el control del Estado, cuando los trabajadores lleguen a la conclusión de que no habrá solución a la crisis mientras Maduro siga ostentando el poder.
La MUD no es muy diferente del gobierno
La oposición burguesa, nucleada en la MUD, no es muy diferente del Gobierno en su hipocresía e intereses ocultos. Después de ofrecer la salida de la crisis mediante la creación de un supuesto gobierno paralelo y la movilización, fuertemente reprimida con saldo de decenas de muertos, muchas veces desviada y degenerada ante la falta de objetivos políticos claros, abandona a sus movilizados y sus muertos para ir a un proceso de negociación, a puertas cerradas y de espaldas al pueblo, retirándose de la misma sin mayores consecuencias. Con una agenda económica oculta, igual o peor a la implementada por el Gobierno, con participación en la corrupción, representando a los empresarios de mayor tradición explotadora y de vínculos con el imperialismo, y con la responsabilidad, muchas veces olvidada, en el desastre de lo que significó la cuarta república y el carmonazo de abril de 2002, no pueden ofrecer una alternativa creíble y satisfactoria para los trabajadores. Ahora quieren lavar su cara rayada con un supuesto Frente Amplio Venezuela Libre (internacional), que es más de lo mismo y desnuda el hecho de que no dan pie con bola y obedecen a los intereses de la burguesía imperialista.
El neoliberalismo internacional: Zamuros esperando para agarra su botín
La MUD se ha caracterizado por ser una mezcla variada de burgueses y sus lacayos, cuyo único fin es salir de Maduro para repartirse el botín de la renta petrolera, dando la mejor tajada a sus amos internacionales. Sólo de la mano de la Unión Europea, con España al frente, del Grupo de Lima, del secretario general de la OEA, Luis Almagro, el gobierno colombiano de Santos, el brasileño de Temer, el argentino de Macri y el chileno de Piñera, todos dirigidos por el estadounidense de Trump, es que la burguesía opositora se siente fuerte para negociar su tajada en el poder. Empezando por el bloqueo implementado por el gobierno gringo a funcionarios y gobierno de Venezuela, terminando con el bloqueo financiero y comercial que afecta aún más al pueblo pobre trabajador, bloqueo que es seguido por el de la Unión Europea, estos organismos internacionales y gobiernos demuestran con su actitud que no obedecen a los supuestos “altos sentidos éticos y morales” o “principios democráticos” que dicen enarbolar, sino que – como buenos gobiernos e instituciones burguesas al servicio del imperio yanqui, se pliegan al cerco político y económico que se va cerrando contra el Gobierno de Maduro, atropellando en el ataque al pueblo venezolano. Para nada dicen algo del fraude electoral en Honduras ni de la brutal represión de su gobierno contra los que lo denunciaron. Ni qué decir de la crisis política en Brasil, abierta con el juicio político contra la ex presidenta Dilma Rousseff y ahora agravada por las acusaciones de corrupción contra el expresidente Lula, los escándalos de corrupción que involucran a los mismos acusadores de Lula y al mismísimo presidente Michel Temer, quien además tiene una bajísima popularidad. Igual nada dicen de la brutal represión descargada por el gobierno de Mauricio Macri, sobre los que en Argentina se movilizan contra la reforma laboral y de la seguridad social. Silencio total ante la reforma por la reelección indefinida del presidente de China. Nada qué hablar de la continuada invasión israelí de los territorios palestinos, a pesar de resoluciones de la ONU. No existe para ellos la continua segregación y subordinación humillante de las mujeres en los países árabes. Claro, son países aliados o con un peso en la economía y en la correlación de fuerzas mundial nada desdeñable. Pero Venezuela, caída en desgracia por los malos manejos del Gobierno de Nicolás Maduro, presenta a la burguesía imperialista la doble oportunidad de aplastar toda mención al socialismo, “demostrando” que está fracasado (aunque esto diste mucho de ser socialismo) y la oportunidad de hacer negocios repartiéndose las empresas del Estado, las reservas petroleras y aprovechar los más bajos salarios del mundo para superexplotar a nuestros trabajadores.
Con este escenario, se nos pretende convencer que la salida a la crisis es electoral. Con un descaro increíble, Maduro-candidato promete mejorar la economía cuando sea elegido presidente, olvidando que Maduro-presidente lleva 4 años en el poder y forma parte de un movimiento que lleva 20 años como responsable de la conducción del país. Por otro lado, la oposición burguesa se dedica a discutir alargar la fecha que le permita una mejor negociación. Por eso no debemos votar ni confiar en esas elecciones
El gobierno se ufana de ser imbatible en montar elecciones y ganarlas. Su “democracia“ radica en que la población engañada o sin otra opción creíble, vote por un candidato que no conoce, o que no ha hecho nada relevante, ajeno a su realidad cotidiana, a sus luchas, para luego darle la espalda y no consultarle nada respecto a sus actuaciones de gobierno, sea municipal, estadal o nacional. Lejos de encontrarse identificado con quien votó, el pueblo trabajador se ve frustrado, una vez más, ante la falta de solución a sus problemas mientras el gobernante va de show en show afirmando lo contrario, sonriente ante su círculo de arribistas, mientras se llenan a través de contratos fraudulentos o negocios turbios con sus amigos empresarios, explotadores de trabajadores.
Las elecciones en la sociedad capitalista nunca han sido la solución a los problemas de los trabajadores y el pueblo pobre. El gobierno se ufana de tener un record organizando elecciones. ¿Y en qué hemos mejorado? Cada vez vamos de mal en peor. Y es porque las elecciones son tramposas, porque quienes manejan los medios de comunicación para divulgar las propuestas de los candidatos, los que tienen recursos para contratar publicidad, pagar para que los entrevisten, moverse a nivel nacional, tener testigos en los centros electorales más importantes y legalizar una organización política son los empresarios o apoyados por empresarios (apoyo que no es de gratis y que reclamarán su parte).
Incluso, si una organización realmente revolucionaria, de composición obrera y popular, lograse inscribir candidatura o ganar unas elecciones, le cerrarían el paso para no dejarla gobernar (si antes no la ilegalizan y encarcelan a sus dirigentes, acusándolos de terroristas). En última instancia, la Fuerza Armada Nacional impediría que implementara medidas realmente revolucionarias.
Muchos dicen que Chávez lo logró, a pesar de la oposición burguesa. Lo que no dicen que la oposición fue de una parte de la burguesía, pero que tuvo el apoyo de otro sector que aspiraba dominar el Estado y beneficiarse de ello Miguel Pérez Abad, Aurelio Concheso, Hiram Gaviria, Marcos Zarikian, Concho Quijada, Francisco Natera, Alberto Vollmer, Melecio Millán, Valentino Alterio, Alberto Cudemus, Víctor Vargas Irasquín, Víctor Gil, Luis Van Dam entre otros, ante la imposibilidad de hacerlo con la burguesía tradicional en el poder. Si las tímidas reformas de Chávez lo enfrentaron a la burguesía tradicional, imagínense un gobierno revolucionario: no podría sobrevivir mucho tiempo en el marco del Estado capitalista venezolano, su fuerza armada burguesa y el pueblo indefenso.
Es por ello que decimos que la crisis actual no se soluciona con más elecciones. Estamos hartos de más elecciones fraudulentas y de promesas incumplidas. Estamos hartos de depositar la confianza en supuestos líderes sabihondos, experimentados, ajenos a los trabajadores y a nuestras luchas. Tampoco se soluciona emigrando los trabajadores todos del país en la desesperación de no encontrar la salida y sobrevivir; ya que la salida no es individual sino colectiva
La entrada de la clase obrera en el escenario político
Hoy día se están generando protestas diarias de trabajadores del sector público y privado demandando mejores salarios y condiciones laborales. A pesar del papel traidor de las direcciones sindicales gobierneras, la infiltración de la guardia y el SEBIN en los centros de trabajo, la clase obrera comienza a reorganizarse para la pelea. Trabajadores de la salud, cementeros, petroleros, entre otros, luchan para que les ajusten los salarios por contrato colectivo o por vía extraordinaria, para que les doten de alimentos y transporte, ante el empobrecimiento inaudito que estamos padeciendo. Trabajadores del sector público y privado, de diferentes sectores de la economía (comercio, industria, agricultura, etc) somos sometidos a las mismas privaciones. Pero luchamos dispersos, a pesar de que compartimos el drama de tener que sobrevivir con un mísero salario y padecer la misma hiperinflación y la misma escasez de alimentos, medicinas, efectivo, etc.
Muy distinto sería si nos uniéramos en una sola manifestación nacional contra el hambre y por un plan económico de emergencia que permita salir de la crisis actual. Pero, a estas alturas, exigirle al Gobierno que rectifique es como pedirle que se suicide, y no lo hará. La crisis hoy vivida tiene un rostro y es el mismo de un Gobierno que hoy le propone nuevamente al pueblo que voten en las venideras elecciones, porque “ahora sí” solucionará todos los problemas. Este gobierno miente y por ello debemos exigir su renuncia: Maduro se debe ir, porque ha demostrado en los hechos su imposibilidad de gobernar en función de las necesidades del pueblo.
No para que se monte la MUD, o su Frente Amplio ligado a la burguesía más vendida al capital internacional. Sino para darle paso a un Gobierno de los Trabajadores y el Pueblo Pobre, basado en las organizaciones sindicales, gremiales y comunales democráticamente constituidas y coordinadas entre si a nivel nacional. Sin confiar en ningún líder, sólo en el control, vigilancia y accionar de nuestras fuerzas colectivas.
Los trabajadores somos los creadores de toda la riqueza material e intelectual del país. Todos los productos y servicios, la infraestructura, la educación y producción agropecuaria e industrial son creados por trabajadores del campo y la ciudad, trabajadores manuales e intelectuales. Toda la habladuría de la necesidad de los empresarios es para mantenernos dominados. Pero la realidad es ésa: el empresario paga hasta para que le administren la empresa. Sólo en empresas pequeñas el dueño es el administrador.
¿Cuál es la salida entonces?
De lo que se trata es dar el paso más decisivo e importante de nuestras vidas, que es el de tomar el destino en nuestras manos. La crisis no aguanta a que nos engañe otro líder “buena gente” o un empresario “exitoso”. Las riendas de la justicia y la economía las debemos tomar en nuestras manos, pero para ello no debemos darle la confianza a ninguno. ¡Que se vayan todos! Organicemos el poder sobre la base de nuestras organizaciones democráticas, controladas, revocables, para implementar un Plan Económico de Emergencia y planificar la economía en función de los intereses nuestros y no de los empresarios y politiqueros de oficio. No es fácil, pero tampoco imposible, y si no lo hacemos, será peor. Debemos movilizarnos y sacar a este gobierno que nos mata de hambre.
Es necesario unificar un Plan de Lucha Nacional, que agrupe a las organizaciones gremiales, sindicales, comunales y políticas que representen verdaderamente los intereses de los trabajadores y pueblo pobre, para coordinar acciones locales, regionales y nacionales que vayan en función de difundir: la necesidad de unificar y solidarizarse con las luchas de los trabajadores y población de escasos recursos, planteando reuniones y asambleas democráticas que organicen acciones en las empresas, barrios y calles; afianzar los esfuerzos organizativos que permitan agrupar cada vez más a los trabajadores y población de escasos recursos de manera permanente, para la defensa y conquista de derechos y reivindicaciones económicas, sociales y políticas; y la necesidad de romper la polarización burguesa con la construcción de una alternativa obrera y popular, un Gobierno de los Trabajadores del Campo y la Ciudad, del pueblo pobre, para implementar un Plan Económico de Emergencia e instaurar un sistema económico planificado por y para nosotros mismos.
¿Cuál sería ese plan económico de emergencia?
Es indudable que la situación crítica cambiante obliga a reevaluar constantemente la forma en que podemos salir de la actual crisis económica. Sin embargo, hay puntos que consideramos son urgentes y necesarios para iniciar la recuperación económica sobre bases obreras y populares:
Cese al pago de la deuda externa
El Gobierno de Maduro ha dejado de importar entre un 40 y un 60% de alimentos para poder destinar esos dólares en pagar la deuda externa, deuda utilizada en la corrupción de CADIVI y de PDVSA, entre otros. Debemos suspender esos pagos de una deuda cuyo dinero no benefició al pueblo, para destinar ese dinero en importar alimentos e implementar el Plan Económico de Emergencia.
Monopolio del comercio exterior
Las exportaciones e importaciones descontroladas permiten toda clase de evasiones, contrabando, sobreprecios y fuga de capitales. El Estado, bajo la forma de Gobierno de los Trabajadores y el Pueblo, debe asumir la responsabilidad y control de toda comercialización internacional, dirigiendo los esfuerzos para la adquisición y venta de bienes estratégicos, de acuerdo a las necesidades reales de la población, determinadas a través de la organización coordinada de nuestros gremios, sindicatos, consejos comunales, etc.
Nacionalización de la banca
La banca privada es una de las instituciones que, sin importar la dimensión de la crisis, siempre presenta ganancias. Sus actividades siempre están destinadas a financiar los negocios de los grandes empresarios, muchas veces totalmente alejados de las necesidades reales de la población. Por otra parte, el manejo del efectivo y de los créditos dista mucho de satisfacer las necesidades de la población. Es por ello que este sector estratégico debe pasar a manos de un Estado dirigido por los trabajadores y el pueblo, a través de nuestras organizaciones democráticamente constituidas.
Nacionalización de la agroindustria e industria de artículos de aseo personal
Son numerosas las denuncias de producción selectiva, desvío de producción hacia bachaqueros, enmascaramiento de productos esenciales para burlar controles, etc., por lo que las trasnacionales y grandes empresas que procesan alimentos y artículos de aseo personal o del hogar debe ser nacionalizada bajo control de sus trabajadores, para poner su producción al servicio de las necesidades de la población y no de sus dueños.
Nacionalización del transporte de carga y público
La crisis del transporte público, por la falta de repuestos e insumos, así como la fuerte dependencia del transporte privado para la distribución de productos esenciales, el cual especula y desvía productos, obliga a nacionalizar este sector estratégico, el cual debe priorizar las rutas y rubros prioritarios, de acuerdo a las necesidades reales de la población, atendiendo a un Plan concertado a nivel nacional por las organizaciones de los trabajadores y el pueblo.
Inversión especial e instensiva al sector agropecuario
No podemos depender eternamente de la importación de alimentos. Aunque existen algunos alimentos que no se pueden producir en el país por razones climáticas, debemos realizar una inversión especial, intensiva, fuertemente controlada y apoyada a nivel técnico, de los rubros más importantes en cereales, leguminosas, oleaginosas y cárnicos. Esta inversión debe tomar en cuenta los insumos requeridos, como fertilizantes y pesticidas, así como las máquinas y herramientas e instalaciones para su trabajo, como tractores, arados, cosechadoras, silos, etc.
Inversión especial e intensiva al sector eléctrico y petrolero
Así mismo, es fundamental recuperar la generación eléctrica suficiente para satisfacer las necesidades de producción y de la población, diversificando las fuentes de energía al incorporar energías renovables. La producción petrolera seguirá siendo importante para la adquisición de divisas, mientras no se diversifique la economía, por lo que debemos apuntar a la recuperación de la producción con un plan masivo de mantenimiento y optimización de las instalaciones petroleras, recuperando pozos maduros y refinerías.
Salario mínimo a nivel de canasta básica familiar
El ingreso de los trabajadores debe ser suficiente para satisfacer las necesidades básicas de nuestras familias, por lo que debe revisarse y ajustarse el salario mensualmente. Esta medida debe ir conjunta con una congelación de precios, abolición del secreto empresarial, obligatoriedad de publicar la contabilidad empresarial, control obrero de la producción y distribución, etc.
Cárcel a los corruptos, contrabandistas y responsables de la crisis
La impunidad en los 20 años del chavismo no ha disminuido respecto a la cuarta república. Más bien ha aumentado debido a la corrupción de casi todas las instituciones del Estado, especialmente el Tribunal Supremo de Justicia, la Fiscalía y la Fuerza Armada Nacional (órganos de administración y ejecución de justicia) por lo que esta medida pasa por reestructurar totalmente estas instituciones. El gobierno de los trabajadores y el pueblo deberá implementar mecanismos extraordinarios para el enjuiciamiento y cárcel a los corruptos provenientes de organismos públicos y privados, a los contrabandistas y miembros de la FAN coaligados o timoratos con aquellos y a los funcionarios responsables tanto política, intelectual como material de esas desviaciones de bienes y recursos de la población.
Democratización de la fuerza armada nacional
Para protegernos de los golpes de Estados nacidos en el exterior o promovidos por quienes pierden sus privilegios, para evitar el uso de sus fuerzas en reprimir al pueblo trabajador, debemos reestructurar la FAN, democratizándola. La tropa debe tener derecho a sindicalizarse, para exigir el cese a los maltratos, a la servidumbre de sus superiores y poder denunciar esos abusos. Los cargos de dirección deben ser elegidos y revocados por la tropa. La milicia debe ser ampliada a toda la población con capacidad para manejar armas, y éstas deben estar a disposición de la población por órdenes del Gobierno de los Trabajadores y el Pueblo en sus secciones nacionales, regionales y locales.
Llamado internacional a la solidaridad de los pueblos
El imperialismo, la burguesía internacional y la nacional intentarán por todos los medios a que este plan fracase, pues su éxito podría ser contagioso a los pueblos de otros países. Por ello debemos solicitar a las organizaciones populares, sociales, gremiales y sindicales de los demás países, especialmente los fronterizos, a proporcionarnos ayuda en la denuncia y acción contra cualquier intento de bloqueo económico. A su vez, nos comprometemos a solidarizarnos de manera incondicional con las luchas de los trabajadores y pueblo pobre de los demás países, en la medida de nuestras capacidades. No son los gobiernos burgueses los que nos darán apoyo, sino los pueblos que verán en nosotros una manera distinta, verdaderamente democrática y justa de llevar las riendas de nuestros destinos.
Te invitamos a construir la oposición de izquierda y la UST
Para ello la Unidad Socialista de los Trabajadores, junto a otras organizaciones políticas y sindicales, activistas obreros y populares estamos llamando a construir la OIL (Oposición de Izquierda en Lucha) que, aunque es un embrión, busca ser una alternativa de lucha para enfrentar los planes de ajustes del gobierno, que con el apoyo de la oposición burguesa, son los responsables de la crisis más grande que hemos podido pasar en toda la historia de nuestro país.
Los trabajadores no tenemos nada que perder y sí un mundo qué ganar. Por un Gobierno de los Trabajadores y el Pueblo